Jorge Alejandro Medellín
1.- Hoy más que nunca, las fuerzas armadas mexicanas siguen paso a paso los lineamientos de la Casa Blanca y el Pentágono para combatir a los cárteles de la droga. Incluso las autoridades norteamericanas hablan de plazos de dos años como lapso probable y deseable para que se derrote al crimen organizado, al menos en el terreno operativo. Nada más falso.
2.- El verdadero peligro detrás del esquema de lucha impuesto pacientemente, por Washington reside en el hecho de privilegiar una estrategia militarista y de contención (con millones de dólares de por medio para abastecer a las tropas mexicanas de todo lo que necesiten) dejando de lado la estrategia de prevención y educación.
3.- En este amplio esquema de combate promovido por la Casa Blanca y el Departamento de Estado -en medio de graves contradicciones sobre los niveles de confianza hacia las fuerzas armadas, en el especial hacia la Sedena, revelados por los cables de WikiLeaks-, se mueven las piezas de la Armada de México, con sus infantes de Marina adiestrados en operaciones relámpago, en acciones de asalto y combate urbano y en operaciones de guerra electrónica avanzada.
En el otro extremo del encordado están el Ejército y la Fuerza Aérea, cuyos pilotos helicopteristas y personal de artillería son entrenados en por oficiales de la Agrupación de Comandos Especiales Aéreos (ACOEA) y por expertos antiguerrilla de la Unidad de Fuerzas Especiales de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) para combatir desde el aire a los sicarios mejor armados de los cárteles mexicanos.
4.- Lo que en el fondo intentan hacer el Comando Norte y la Armada de los Estados Unidos, es armar y preparar unidades militares mexicanas para que en un plazo de seis a ocho años puedan ofrecer resultados concretos que permitan a los gobernantes de nuestro país mostrar que finalmente se logró la recuperación de varios puntos o regiones que permanecen bajo control del narco.
Es decir, la tan anunciada y al mismo tiempo fracasada estrategia de “recuperar espacios públicos” para la ciudadanía enarbolada por el presidente Felipe Calderón, es un objetivo similar a los alcanzados en Colombia, parcialmente, para contrarrestar el poder de ataque sorpresa, de toma de rehenes, de ocupación de pueblos y de retirada con el menor número de bajas posible que ha caracterizado el accionar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) durante las dos últimas décadas.
5.- Del 2001 a la fecha, las fuerzas armadas colombianas, bajo la supervisión y constante adiestramiento de comandantes y oficiales de los Estados Unidos, han creado mecanismos de respuesta para contener las embestidas rebeldes mediante la optimización de dos factores esenciales: el despliegue aéreo rápido y la creación de equipos de tiradores selectos para abatir desde helicópteros a las columnas narcoguerrilleras en retirada.
6.- Las constantes incursiones guerrilleras en poblados alejados de cuarteles militares y policiacos, los golpes asestados al aparato de seguridad y la nula o tardía respuesta para encontrar a los atacantes de las FARC obligaron a replantear contraofensivas eficaces, certeras, devastadoras y cuantificables.
Los colombianos crearon unidades de ataque aéreo, bases móviles, cuarteles enclavados en zonas lejanas, involucraron y armaron a miles de jóvenes en edad de hacer el servicio militar y sumaron a cuerpos policiacos y a grupos de vigilantes civiles en una red de inteligencia civil capaz de alertar sobre la presencia de columnas de las FARC en las inmediaciones. Los mandos militares y políticos responsables de la estrategia aseguran que ha dado resultados positivos.
7.- Este es el modelo operativo que la Casa Blanca ha aprobado para su aplicación parcial en el caso mexicano, en el que las tropas de la Sedena se preparan desde hace año y medio, en forma intermitente, en las instalaciones de la ACOEA, que agrupa unidades de ataque especializadas en liberación de rehenes, recuperación de personal en operaciones diurnas y nocturnas, así como fuego aéreo sobre blancos en superficie a partir de la actuación de tiradores selectos.
8.- Estos tiradores reciben capacitación especializada para disparar desde helicópteros Blackhawk, MD-500- MD-530, Mi-8, Huey y avionetas Cessna Caravan. Manejan fusiles calibre 5.56mm, ametralladoras calibre 5.56 7.62 mm, y lanzagranadas múltiples. Pero su arma principal es el fusil Barret calibre 50, que usan en montaje sobre helicópteros cuyos pilotos son adiestrados para ubicar, perseguir y confrontar a sus objetivos sin causar bajas civiles.
9.- Esto es importante ya que las fuerzas armadas colombianas aseguran que evitar “daños colaterales” entre los civiles inocentes ha sido una de las claves de su éxito.
Esta es la labor de los equipos conocidos en Colombia como Tirador Escogido sobre Plataforma Aérea (TEPLA), que pueden combatir en operaciones nocturnas mediante equipos de mira infrarroja y marcadores laser. Las instalaciones del Grupo Aéreo del Oriente (GAORI) son la sede del adiestramiento y las prácticas para el personal del Ejército Mexicano.
CENTINELA.-
Difícil se ha tornado la situación para decenas de generales y oficiales retirados a quienes el alto mando de la Sedena les pidió ocupar de manera urgente cargos en áreas de seguridad pública para hacerle frente a los cárteles de la droga.
La militarización policíaca en Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León, Chihuahua, Veracruz y Michoacán, por citar algunos casos, es un intento serio, en principio, pero al final inconsistente ya que muchos de los generales enviados a dirigir corporaciones policiacas municipales carecen por completo de experiencia en materia de seguridad pública.
Uno de ellos, el General de Caballería (retirado en agosto de 2010) Hipólito Román López, incluso tuvo su último cargo en la Defensa Nacional, antes de pasar a retiro, en el 2007, cuando fue Jefe de la Sección de Veterinaria y Remonta con el grado de Coronel.
Pasó a retiro hace un año, con lo que accedió al grado inmediato superior de General Brigadier. Entre los generales y jefes retirados a quienes se ha buscado para sumarse a este intento para encabezar cuerpos de seguridad hay inquietud, no solo por la falta de experiencia sino sobre todo por la descoordinación con otras instancias de seguridad federal y estatal y porque los militares siguen marcando el paso en materia de violaciones a los derechos humanos sin estar blindados jurídicamente como para garantizar que cuando termine el sexenio calderonista no surjan comisiones de la verdad que busquen juzgarlos por los excesos cometidos en la guerra contra el narco.
1.- Hoy más que nunca, las fuerzas armadas mexicanas siguen paso a paso los lineamientos de la Casa Blanca y el Pentágono para combatir a los cárteles de la droga. Incluso las autoridades norteamericanas hablan de plazos de dos años como lapso probable y deseable para que se derrote al crimen organizado, al menos en el terreno operativo. Nada más falso.
2.- El verdadero peligro detrás del esquema de lucha impuesto pacientemente, por Washington reside en el hecho de privilegiar una estrategia militarista y de contención (con millones de dólares de por medio para abastecer a las tropas mexicanas de todo lo que necesiten) dejando de lado la estrategia de prevención y educación.
3.- En este amplio esquema de combate promovido por la Casa Blanca y el Departamento de Estado -en medio de graves contradicciones sobre los niveles de confianza hacia las fuerzas armadas, en el especial hacia la Sedena, revelados por los cables de WikiLeaks-, se mueven las piezas de la Armada de México, con sus infantes de Marina adiestrados en operaciones relámpago, en acciones de asalto y combate urbano y en operaciones de guerra electrónica avanzada.
En el otro extremo del encordado están el Ejército y la Fuerza Aérea, cuyos pilotos helicopteristas y personal de artillería son entrenados en por oficiales de la Agrupación de Comandos Especiales Aéreos (ACOEA) y por expertos antiguerrilla de la Unidad de Fuerzas Especiales de la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) para combatir desde el aire a los sicarios mejor armados de los cárteles mexicanos.
4.- Lo que en el fondo intentan hacer el Comando Norte y la Armada de los Estados Unidos, es armar y preparar unidades militares mexicanas para que en un plazo de seis a ocho años puedan ofrecer resultados concretos que permitan a los gobernantes de nuestro país mostrar que finalmente se logró la recuperación de varios puntos o regiones que permanecen bajo control del narco.
Es decir, la tan anunciada y al mismo tiempo fracasada estrategia de “recuperar espacios públicos” para la ciudadanía enarbolada por el presidente Felipe Calderón, es un objetivo similar a los alcanzados en Colombia, parcialmente, para contrarrestar el poder de ataque sorpresa, de toma de rehenes, de ocupación de pueblos y de retirada con el menor número de bajas posible que ha caracterizado el accionar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) durante las dos últimas décadas.
5.- Del 2001 a la fecha, las fuerzas armadas colombianas, bajo la supervisión y constante adiestramiento de comandantes y oficiales de los Estados Unidos, han creado mecanismos de respuesta para contener las embestidas rebeldes mediante la optimización de dos factores esenciales: el despliegue aéreo rápido y la creación de equipos de tiradores selectos para abatir desde helicópteros a las columnas narcoguerrilleras en retirada.
6.- Las constantes incursiones guerrilleras en poblados alejados de cuarteles militares y policiacos, los golpes asestados al aparato de seguridad y la nula o tardía respuesta para encontrar a los atacantes de las FARC obligaron a replantear contraofensivas eficaces, certeras, devastadoras y cuantificables.
Los colombianos crearon unidades de ataque aéreo, bases móviles, cuarteles enclavados en zonas lejanas, involucraron y armaron a miles de jóvenes en edad de hacer el servicio militar y sumaron a cuerpos policiacos y a grupos de vigilantes civiles en una red de inteligencia civil capaz de alertar sobre la presencia de columnas de las FARC en las inmediaciones. Los mandos militares y políticos responsables de la estrategia aseguran que ha dado resultados positivos.
7.- Este es el modelo operativo que la Casa Blanca ha aprobado para su aplicación parcial en el caso mexicano, en el que las tropas de la Sedena se preparan desde hace año y medio, en forma intermitente, en las instalaciones de la ACOEA, que agrupa unidades de ataque especializadas en liberación de rehenes, recuperación de personal en operaciones diurnas y nocturnas, así como fuego aéreo sobre blancos en superficie a partir de la actuación de tiradores selectos.
8.- Estos tiradores reciben capacitación especializada para disparar desde helicópteros Blackhawk, MD-500- MD-530, Mi-8, Huey y avionetas Cessna Caravan. Manejan fusiles calibre 5.56mm, ametralladoras calibre 5.56 7.62 mm, y lanzagranadas múltiples. Pero su arma principal es el fusil Barret calibre 50, que usan en montaje sobre helicópteros cuyos pilotos son adiestrados para ubicar, perseguir y confrontar a sus objetivos sin causar bajas civiles.
9.- Esto es importante ya que las fuerzas armadas colombianas aseguran que evitar “daños colaterales” entre los civiles inocentes ha sido una de las claves de su éxito.
Esta es la labor de los equipos conocidos en Colombia como Tirador Escogido sobre Plataforma Aérea (TEPLA), que pueden combatir en operaciones nocturnas mediante equipos de mira infrarroja y marcadores laser. Las instalaciones del Grupo Aéreo del Oriente (GAORI) son la sede del adiestramiento y las prácticas para el personal del Ejército Mexicano.
CENTINELA.-
Difícil se ha tornado la situación para decenas de generales y oficiales retirados a quienes el alto mando de la Sedena les pidió ocupar de manera urgente cargos en áreas de seguridad pública para hacerle frente a los cárteles de la droga.
La militarización policíaca en Tamaulipas, Coahuila, Nuevo León, Chihuahua, Veracruz y Michoacán, por citar algunos casos, es un intento serio, en principio, pero al final inconsistente ya que muchos de los generales enviados a dirigir corporaciones policiacas municipales carecen por completo de experiencia en materia de seguridad pública.
Uno de ellos, el General de Caballería (retirado en agosto de 2010) Hipólito Román López, incluso tuvo su último cargo en la Defensa Nacional, antes de pasar a retiro, en el 2007, cuando fue Jefe de la Sección de Veterinaria y Remonta con el grado de Coronel.
Pasó a retiro hace un año, con lo que accedió al grado inmediato superior de General Brigadier. Entre los generales y jefes retirados a quienes se ha buscado para sumarse a este intento para encabezar cuerpos de seguridad hay inquietud, no solo por la falta de experiencia sino sobre todo por la descoordinación con otras instancias de seguridad federal y estatal y porque los militares siguen marcando el paso en materia de violaciones a los derechos humanos sin estar blindados jurídicamente como para garantizar que cuando termine el sexenio calderonista no surjan comisiones de la verdad que busquen juzgarlos por los excesos cometidos en la guerra contra el narco.
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