¿Qué ocurre cuando los periodistas se salen del guión? A propósito de la censura a Carmen Aristegui II/II

Ernesto Carmona

La primea parte de esta nota aludió el despido -“con elástico”- de la periodista mexicana Carmen Aristegui como conductora de un importante noticiario de radio por presiones de la Presidencia de México, y describió 1) el conflicto entre la BBC de Londres y el entonces primer ministro Tony Blair por cuestionar “los informes de inteligencia” sobre una supuesta capacidad del malvado Sadam Hussein de atacar a Londres con armas químicas y biológicas “en 45 minutos” sólo para justificar la participación de Gran Bretaña en la invasión de Iraq, y 2°) los entretelones del despido de la cadena NBC del famoso corresponsal de guerra Peter Arnett por haberse dejado entrevistar como experto en guerras por la televisión iraquí, todo esto según el libro “Los chicos malos de la guerra de Iraq”, del periodista cubano José Bodes Gómez.

Esta entrega aborda la inmolación del vicepresidente de la cadena CNN Edson Jordan por haber dicho en el foro de Davos 2005 que los tanques estadounidenses convirtieron en blancos a los periodistas que el 8 de abril de 2003 captaban imágenes de la guerra desde el Hotel Palestina de Bagdad y el perdón que tuvo que suplicar la revista Newsweek, del grupo The Washington Post, después que sus periodistas Michel Isikoff y John Barry revelaran las torturas y profanación al Corán en la prisión de Guantánamo. Estas historias se conocieron poco o nada en América Latina. Una quinta historia describe el caso de la periodista mexicana Carmen Aristegui, que tuvo un final feliz y atípico: logró su reincorporación al trabajo.

¡El pez debe morir por la boca!

En un encuentro del 27 de enero de 2005 paralelo a la exclusiva cita anual del Foro Económico Mundial de Davos, que reúne a la elite del planeta -entre jefes de Estado, políticos, grandes ricos y representantes de mega corporaciones transnacionales-, el entonces vicepresidente de CNN -Eason Jordan- perdió su empleo por contradecir el discurso oficial estadounidense sobre las muertes de periodistas en la invasión de Iraq.

Cuando el congresista demócrata Barney Frank, de EEUU, afirmó que las muertes de periodistas eran “daños colaterales”, Jordan pidió la palabra para contradecirlo. En el debate, que llegó a cuestionar la línea informativa de CNN, Jordan citó la muerte de tres corresponsales extranjeros el 8 de abril de 2003 durante un ataque de tanques al Hotel Palestina, lugar que las fuerzas estadounidenses recomendaron antes como el alojamiento “más seguro” para la prensa extranjera. (Los periodistas muertos ese día fueron el camarógrafo español José Couso, de 37 años, de Telecinco; el ucraniano Taras Protsyuk, de 35 años, de la agencia británica Reuters; y el jordano Tarek Ayoub, de 35 años, de la cadena árabe Al Jazeera TV. Fueron atacados por un tanque de EEUU tripulado por el capitán Philip Wolford y el sargento Thomas Gibson, cumpliendo órdenes del teniente coronel Philip de Camp).

Las palabras de Jason en un recinto tan privado como esas reuniones de Davos, donde no existen registros oficiales de las intervenciones, desató una tormenta de indignación castrense estadounidense, sobre todo por haber citado el ataque al Hotel Palestina, que en 2005 era examinado por la justicia militar de EEUU y concluyó en la impunidad. (A fines de enero 2011 el juez español Santiago Pedraz logró viajar con testigos a Bagdad para reconstituir la escena del crimen del camarógrafo Couso a instancias de la acusación introducida en la justicia hispana por su familia de la víctima a través del abogado Enrique Santiago, venciendo obstrucciones y presiones del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero).

El 12 de febrero Jordan dimitió, después de servir 23 años a CNN. También pidió disculpas y se excusó, diciendo que no quisto decir que EEUU mataba periodistas intencionalmente. Pero no fue perdonado. Bodes Gómez dijo que después lanzó un sitio en Internet llamado Iraq Slogger, sobre negocios con ese país, desde petróleo a envío de regalos a los soldados de EEUU.

El último caso relatado por Bodes alude a la revista Newsweek, del grupo The Washington Post, que sacó a la luz las torturas y malos tratos en Guantánamo, territorio ilegalmente usurpado por EEUU a Cuba y convertido en prisión de sospechosos de terrorismo desde 2002. Las violaciones de derechos humanos en “Gitmo” –así llaman a la prisión en la jerga castrense de EEUU- son tan reconocidas universalmente que para ganar votos Barack Obama prometió el cierre durante la campaña, pero todavía no hay señales de que cumplirá su oferta electoral. La Cruz Roja y otras instancias internacionales denuncian constantemente nuevas violaciones.

En enero de 2005, el periodista Michel Isikoff reveló que la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, sigla en inglés) desclasificó información confidencial sobre torturas por una orden judicial obtenida por la Unión Estadounidense de Libertades Civiles (ACLU, por su sigla en inglés) invocando la Ley de Libertad de Información (FOIA, sigla en inglés). En otras palabras, los agentes del FBI destacados en Guantánamo informaron a sus jefes sobre episodios de torturas presenciados por ellos para deslindar responsabilidades futuras y librarse de verse involucrados con los torturadores militares. La ACLU consiguió la desclasificación de esos informes y correspondencia mediante un trámite judicial.

El 9 de mayo de 2005, los periodistas Michel Isikoff y John Barry publicaron en Newsweek que -según sus fuentes- una forma de ejercer presión sobre los prisioneros islámicos en los interrogatorios consistía en amenazarlos con tirar ejemplares del libro sagrado del Corán a las tazas de los inodoros (WC) y en un caso descargaron el libro completo. Esta técnica de tortura psicológica desató una tormenta en el mundo musulmán. Hubo manifestaciones de repudio en Gaza (Palestina), Paquistán, Yemen, India, Indonesia, Afganistán y otras naciones. El gobierno de EEUU negó tales prácticas. La Casa Blanca y el Pentágono pidieron una rectificación a Newsweek. El 16 de mayo, en la siguiente edición, su director Marc Whitaker dijo que eran erróneas las informaciones sobre profanación del Corán en Guantánamo y después salió del cargo. Se repitió la tónica de retractarse y pedir disculpas. El ex preso de Guantánamo Hafiz Ehsan Saeed confirmó en Paquistán -el 17 de mayo-, en el diario The News, que las ofensas al Corán eran una práctica ordinaria en Guantánamo. El paquistaní fue liberado de Gitmo pero sigue preso en su país.

Adenda ético-etílica

Otro caso reciente -pero con un buen final- acaeció en México y abunda sobre qué puede ocurrirle a una periodista famosa que se atreva a salirse del libreto diseñado por el poder de los grandes medios y los respectivos gobiernos. Carmen Aristegui fue despedida el 4 de febrero como conductora del noticiario Primera Emisión de la radio MVS, uno de los más populares del país por haber comentado una noticia real que sugería adicción alcohólica del presidente Felipe Calderón. Tras dos semanas de manifestaciones de protesta físicas, por twitters, redes sociales, notas periodísticas y afines, el 15 de febrero la empresa MVS y Carmen Aristegui dieron a conocer un acuerdo que pactó su regreso a partir del 21 de febrero.

Todo comenzó cuando Aristegui relató que legisladores del opositor Partido del Trabajo, encabezados por Gerardo Fernández Noroña, extendieron el día anterior -3 de febrero- un lienzo en el pleno de la Cámara de Diputados con la leyenda "¿Tú dejarías conducir a un borracho tu auto? No, ¿verdad?, ¿Y por qué lo dejas conducir el país?". La noticia fue la exhibición de la pancarta, imagen que también fue reproducida por la televisión. Aristegui relató que los diputados del gobiernista Partido Acción Nacional (PAN) se retiraron del salón “en protesta por el agravio al presidente de la República, a los propios diputados y a las instituciones”, citando a Carlos Pérez Cuevas, vicecoordinador de la bancada.

La periodista, quien acaba de publicar en diciembre el libro "Marcial Maciel, historia de un criminal" -sobre el fundador de la poderosa secta católica Legionarios de Cristo-, también es conocida por su programa "Aristegui", que transmite CNN en Español. Tras presentar la nota, Aristegui dijo: “No hay información específica, por lo menos que dispongamos de ella, para saber si el presidente de la República tenga o no problemas de alcoholismo. Pero es un tema delicado. Por supuesto, hay que verlo con la gravedad del asunto”.

Añadió que las democracias someten con frecuencia a los mandatarios a pruebas de salud y que los ciudadanos requieren conocer la situación de sus gobernantes, “saber cuál es la condición de quien está tomando decisiones a nombre del interés general”.

“¿Tiene o no problemas de alcoholismo el presidente de la República? Debería realmente la propia Presidencia de la República dar una respuesta nítida, formal, al respecto. No hay nada de ofensivo cuando alguien, si es que fuera el caso, atraviesa por un problema de esta naturaleza. El alcoholismo, que es un fenómeno de salud muy estudiado, muy conocido, tiene diferentes explicaciones cuando sucede en las personas. Requiere tratamiento; es una situación que no debe ser vista como una caricatura”.

Aristegui, que el 12 de enero cumplió 2 años en MVS -después de un año de estar fuera de los medios-, es una de las periodistas más populares de México, con 20 años de trayectoria. También escribe en el diario Reforma, es Premio Ondas 2006 y Premio Nacional de Periodismo de México 2007. Antes también tuvo problemas con sus empleadores: el 4 de enero de 2008 salió de W Radio, de Televisa y el grupo español Prisa, por lo que describió como "una incompatibilidad de modelos en términos de dirección editorial". En otras palabras, no hubo compatibilidad con los dueños de la radio y el gobierno de Rafael Calderón.

MVS dio por terminado el contrato laboral con la periodista acusándola de “transgredir el código ético” de la cadena. “En nuestro código de ética nos comprometemos a rechazar la presentación y difusión de rumores como noticias. La periodista Carmen Aristegui transgredió nuestro código de ética y decidimos dar por terminada nuestra actual relación contractual”, dijo un comunicado de MVS.

Aristegui alegó que ese argumento fue una coartada y su despido “es, a todas luces, un hecho autoritario, desmedido e inaceptable”, producto de “la ira presidencial”, y añadió: “un hecho así sólo es imaginable en las dictaduras que nadie desea para México, castigar por opinar o por cuestionar a los gobernantes”.

En un discurso de 7 cuartillas que el 9 de febrero leyó en 28 minutos ante una multitud congregada frente al complejo cultural Casa Lamm, en Ciudad de México, la periodista expresó: “La Presidencia tendrá que hacer una valoración de lo sucedido. Serenamente. Sin odios. Con la seriedad que implica tomar decisiones a nombre de los otros, y aceptando, aunque no agrade, que los ciudadanos y los periodistas tenemos derecho a preguntar, inquirir y criticar sobre lo que juzguemos pertinente”.

Al parecer, las partes hicieron tal "valoración de lo sucedido". El 15 de febrero la propia cadena MVS anunció como un "triunfo de la libertad de expresión" el regreso de Aristegui a su programa matutino a partir del lunes 21. Increíble: la Presidencia y la empresa echaron pie atrás, sin que la periodista tuviera que pedir disculpas por usar el derecho a la información.

A manera de epílogo

Últimamente el periodismo suele estar al servicio del poder. Aristegui tuvo éxito gracias a su popularidad y al apoyo que recibió en México, pero muchos otros periodistas menos conocidos también libran silenciosas batallas clandestinas por la libertad de expresión y la verdad mientras sirven a grandes grupos mediáticos. El periodismo corporativo se muestra cada vez menos interesado en informar, sino más bien embriagado por la pretensión de controlar las mentes de la gente para que sean obsecuentes con las decisiones de los centros de poder local, como la Presidencia de México, o mundial, como Washington. A veces se trata de imponer en la opinión pública la necesidad de una guerra de rapiña de las potencias occidentales -como la invasión de Iraq-, encubierta hasta con propósitos religiosos y un supuesto “mandato de Dios” invocado en su momento por George Bush. Existe un interés permanente por desestabilizar gobiernos democráticamente elegidos que EEUU considera hostiles, como lo cultiva a diario la versión de panfleto televisivo en que se ha convertido CNN en Español respecto a Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Argentina y otros países de la región y del mundo.

Imponer la mentira se ha convertido en tarea sagrada para los grandes medios, en tanto los periodistas que se salen del libreto sufren el castigo brutal del desempleo o deben pedir perdón, humillados y ultrajados. Sin embargo, todavía existen algunos que se atreven a rescatar la verdad, a veces en solitario y de manera clandestina.

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