Álvaro Cepeda Neri
No solamente el desgobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, tiene a su esposa e hijos en Texas, para mantenerlos a distancia de la criminalidad de esa entidad y se encuentren a salvo. También el presidente municipal de Monterrey: Fernando Larrazábal Bretón (oaxaqueño de nacimiento, neoleonés de posterior residencia, para pasar de pobre a millonario), llevó a sus hijas y cónyuge más allá del río Bravo, no para que sean indocumentadas y menos como inmigrantes, sino con pasaporte y permiso para residir indefinidamente (también hacen favores los consulados estadounidenses, a las clases pudientes) y escapar a esa criminalidad que ya rebasó al gobierno estatal, como ha expresado el mismo Fernando Larrazábal (éste del PAN, pero su hermano Jaime del PRI, para cubrir los dos frentes y uno al otro ayudarse en los vaivenes político-electorales).
A las declaraciones de Larrazábal se sumó el cardenal Francisco Robles Ortega, con el agregado de que tanto Medina como Larrazábal han sido rebasados por la delincuencia común y los narcotraficantes. El asunto es que el presidente municipal de Monterrey (ex diputado local, ex director del Capfce, protegido del priísta de viejísimo cuño Emilio Gamboa Patrón (al que no dejaron llegar a la presidencia del PRI por traidor y ya estar en las filas peñanietistas) ha decidido pedirle a su jefe panista Calderón que le envíe más soldados para militarizar la capital de Nuevo León. Larrazábal, enemigo de Medina, pues el munícipe aspira a la gubernatura si es posible antes de que Medina termine (como que han pedido juicio político para él) no cumple con sus obligaciones y para ello recurre a Los Pinos, mientras la policía de Monterrey lo acusa de incompetente.
Es cierto que los desgobernadores que llegaron en las recientes elecciones (Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León, Aguascalientes y hasta Oaxaca y Sinaloa, con complicidades de alianzas PRD-PAN y los del PRI), no saben qué hacer con la criminalidad; pero, los presidentes municipales azules, amarillos y tricolores, también son incompetentes para cumplir con sus obligaciones y la seguridad en sus jurisdicciones está ausente a tal grado que Ciudad Juárez y Monterrey (esta ciudad ya fue vetada para el turismo europeo y estadounidense), son áreas urbanas donde los que “gobiernan” son los narcos y sus matones.
Y, por ejemplo, Rodrigo Medina de la Cruz y Fernando Larrazábal Bretón, con guardaespaldas y sus familias a salvo en el extranjero, no renuncian porque reciben millonarios sueldos y hasta donde sus pistoleros de confianza les garantizan, viven a buen recaudo, mientras los habitantes sufren los homicidios, el cierre de calles y demás amenazas cumplidas. Lo cierto es que el alcalde de Monterrey y el desgobernador de Nuevo León ya fueron más que rebasados por la criminalidad y deberían de cesarlos ya que no están cumpliendo con sus obligaciones y solamente se echan la culpa recíprocamente desde sus trincheras del PAN y del PRI.
No solamente el desgobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina de la Cruz, tiene a su esposa e hijos en Texas, para mantenerlos a distancia de la criminalidad de esa entidad y se encuentren a salvo. También el presidente municipal de Monterrey: Fernando Larrazábal Bretón (oaxaqueño de nacimiento, neoleonés de posterior residencia, para pasar de pobre a millonario), llevó a sus hijas y cónyuge más allá del río Bravo, no para que sean indocumentadas y menos como inmigrantes, sino con pasaporte y permiso para residir indefinidamente (también hacen favores los consulados estadounidenses, a las clases pudientes) y escapar a esa criminalidad que ya rebasó al gobierno estatal, como ha expresado el mismo Fernando Larrazábal (éste del PAN, pero su hermano Jaime del PRI, para cubrir los dos frentes y uno al otro ayudarse en los vaivenes político-electorales).
A las declaraciones de Larrazábal se sumó el cardenal Francisco Robles Ortega, con el agregado de que tanto Medina como Larrazábal han sido rebasados por la delincuencia común y los narcotraficantes. El asunto es que el presidente municipal de Monterrey (ex diputado local, ex director del Capfce, protegido del priísta de viejísimo cuño Emilio Gamboa Patrón (al que no dejaron llegar a la presidencia del PRI por traidor y ya estar en las filas peñanietistas) ha decidido pedirle a su jefe panista Calderón que le envíe más soldados para militarizar la capital de Nuevo León. Larrazábal, enemigo de Medina, pues el munícipe aspira a la gubernatura si es posible antes de que Medina termine (como que han pedido juicio político para él) no cumple con sus obligaciones y para ello recurre a Los Pinos, mientras la policía de Monterrey lo acusa de incompetente.
Es cierto que los desgobernadores que llegaron en las recientes elecciones (Chihuahua, Tamaulipas, Nuevo León, Aguascalientes y hasta Oaxaca y Sinaloa, con complicidades de alianzas PRD-PAN y los del PRI), no saben qué hacer con la criminalidad; pero, los presidentes municipales azules, amarillos y tricolores, también son incompetentes para cumplir con sus obligaciones y la seguridad en sus jurisdicciones está ausente a tal grado que Ciudad Juárez y Monterrey (esta ciudad ya fue vetada para el turismo europeo y estadounidense), son áreas urbanas donde los que “gobiernan” son los narcos y sus matones.
Y, por ejemplo, Rodrigo Medina de la Cruz y Fernando Larrazábal Bretón, con guardaespaldas y sus familias a salvo en el extranjero, no renuncian porque reciben millonarios sueldos y hasta donde sus pistoleros de confianza les garantizan, viven a buen recaudo, mientras los habitantes sufren los homicidios, el cierre de calles y demás amenazas cumplidas. Lo cierto es que el alcalde de Monterrey y el desgobernador de Nuevo León ya fueron más que rebasados por la criminalidad y deberían de cesarlos ya que no están cumpliendo con sus obligaciones y solamente se echan la culpa recíprocamente desde sus trincheras del PAN y del PRI.
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