Los egipcios han celebrado una de sus mayores manifestaciones hasta la fecha para pedir una vez más la marcha del presidente Hosni Mubarak. A pesar del anuncio del vicepresidente Omar Suleimán de un plan de traspaso de poder, el malestar de la ciudanía no cede.
Mientras el Gobierno se niega a acceder a las principales demandas de los manifestantes, Suleiman ha prometido que no habrá represalias contra los disidentes, después de casi tres semanas de protestas que pretenden acabar con los 30 años de mandato de Mubarak.
Los egipcios que han acudido a la plaza de Tahrir de El Cairo acusan al Gobierno de estar tratando de ganar tiempo y ha jurado no dar marcha atrás hasta que se complete la que llamaron "media revolución".
Decenas de miles de personas se han congregado en la plaza, uniéndose a los que ya estaban acampados allí desde hace días y llenándola completamente por tercera vez desde que comenzó la movilización el 25 de enero.
Las promesas de Suleimán, insuficientes
Suleiman, que fue jefe de los servicios secretos durante muchos años, ha liderado las conversaciones con los grupos de la oposición, incluidos los Hermanos Musulmanes, enemigos jurados del mandatario. En unas declaraciones en la televisión estatal, ha manifestado que "se ha establecido una clara hoja de ruta con un calendario para llevar a cabo un traspaso de poder pacífico y organizado".
Hasta ahora, el Gobierno ha hecho pocas concesiones en las negociaciones con la oposición, que tuvieron lugar el pasado domingo bajo la mirada de un retrato gigante de Mubarak.
A pesar del clima de crispación, la capital ha recuperado cierta normalidad. Este martes, el tráfico ha sido denso en el centro y se han ofrmado colas en los bancos, que sólo abren en horario restringido.
Los manifestantes quieren llegar hasta el final
Sin embargo, los manifestantes se muestran escépticos en torno a las conversaciones y los motivos de Mubarak. Yusef Husein, un conductor vehículos turísticos de 52 años procedente de Asuán, llevaba una pancarta que decía: "El diálogo prolonga la vida del régimen y le da el beso de la vida. No al diálogo hasta que no se vaya Mubarak".
"Este diálogo es sólo en teoría, es sólo una maniobra política para ganar tiempo", dijo Sayed Hagaz, del delta del Nilo.
Ayman Farag, un abogado de El Cairo, sostuvo que el trabajo de los manifestantes no ha terminado. "Lo que ha pasado hasta ahora es sólo media revolución y espero que siga hasta el final", declaró.
Las marchas de este martes pondrán a prueba la capacidad de los manifestantes para mantener la presión sobre el Gobierno. Los que están acampados en la plaza Tahrir han prometido quedarse hasta que Mubarak se vaya, y planean más manifestaciones.
Mientras el Gobierno se niega a acceder a las principales demandas de los manifestantes, Suleiman ha prometido que no habrá represalias contra los disidentes, después de casi tres semanas de protestas que pretenden acabar con los 30 años de mandato de Mubarak.
Los egipcios que han acudido a la plaza de Tahrir de El Cairo acusan al Gobierno de estar tratando de ganar tiempo y ha jurado no dar marcha atrás hasta que se complete la que llamaron "media revolución".
Decenas de miles de personas se han congregado en la plaza, uniéndose a los que ya estaban acampados allí desde hace días y llenándola completamente por tercera vez desde que comenzó la movilización el 25 de enero.
Las promesas de Suleimán, insuficientes
Suleiman, que fue jefe de los servicios secretos durante muchos años, ha liderado las conversaciones con los grupos de la oposición, incluidos los Hermanos Musulmanes, enemigos jurados del mandatario. En unas declaraciones en la televisión estatal, ha manifestado que "se ha establecido una clara hoja de ruta con un calendario para llevar a cabo un traspaso de poder pacífico y organizado".
Hasta ahora, el Gobierno ha hecho pocas concesiones en las negociaciones con la oposición, que tuvieron lugar el pasado domingo bajo la mirada de un retrato gigante de Mubarak.
A pesar del clima de crispación, la capital ha recuperado cierta normalidad. Este martes, el tráfico ha sido denso en el centro y se han ofrmado colas en los bancos, que sólo abren en horario restringido.
Los manifestantes quieren llegar hasta el final
Sin embargo, los manifestantes se muestran escépticos en torno a las conversaciones y los motivos de Mubarak. Yusef Husein, un conductor vehículos turísticos de 52 años procedente de Asuán, llevaba una pancarta que decía: "El diálogo prolonga la vida del régimen y le da el beso de la vida. No al diálogo hasta que no se vaya Mubarak".
"Este diálogo es sólo en teoría, es sólo una maniobra política para ganar tiempo", dijo Sayed Hagaz, del delta del Nilo.
Ayman Farag, un abogado de El Cairo, sostuvo que el trabajo de los manifestantes no ha terminado. "Lo que ha pasado hasta ahora es sólo media revolución y espero que siga hasta el final", declaró.
Las marchas de este martes pondrán a prueba la capacidad de los manifestantes para mantener la presión sobre el Gobierno. Los que están acampados en la plaza Tahrir han prometido quedarse hasta que Mubarak se vaya, y planean más manifestaciones.
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