Rubén Aguilar Valenzuela
Con el regreso hoy de Carmen Aristegui a su programa Primera Emisión en MVS 102.5 todos ganan. Gana ella, que recupera su espacio; la familia Vargas, titular de la concesión; el gobierno del presidente Calderón; los seguidores de Carmen, y también la libertad de expresión.
Estamos frente a un escenario distinto al del 7 de febrero, cuando ella salió del aire y todos perdieron. Los Pinos aseguró en aquella ocasión que no habían intervenido en el despido de Carmen; MVS argumento faltas al código de ética para suspenderla, y ella que había sido cesada a solicitud del gobierno y no había violentado nada.
La sociedad quedó a merced de las tres versiones. ¿A quién dar crédito? Cada uno optó por la que mejor le pareció y las posiciones se polarizaron. En las redes sociales las discusiones subieron de tono entre quienes daban la razón a Carmen y los que argumentaban en favor del gobierno y la empresa.
Los Pinos quedó como el gran perdedor, pues a pesar de su insistencia en no haber intervenido en la decisión, fue visto como violador de la libertad de expresión por una gran parte de la sociedad y la empresa, y Carmen como víctima de la acción del gobierno.
El regreso de Carmen al aire deja atrás la discusión de si fue el gobierno o la empresa los que tomaron la decisión de cesarla. Lo que ahora se puede sostener es que uno de los dos se arrepintió y eso ha permitido que ella vuelva a su espacio y que desde él ofrezca su versión de lo que sucede en México.
Quien tomó la decisión de suspender a Carmen cometió un gran error. ¿Fue el gobierno o la empresa? Se puede especular en uno u otro sentido y evidentemente que no es un dato menor, pero ahora, con Carmen al aire, tiene otro significado. Alguno, el gobierno o le empresa, se dio cuenta de su equivocación y corrigió.
La posibilidad de reconocer un error y actuar en consecuencia debe aplaudirse. Esto en la vida pública de México es inaudito. Esta decisión beneficia a todos; haberse mantenido en la opción primera perjudicaba a todos. Es de sabios reconocer las fallas.
Si no se hubiera corregido el error, en el imaginario social de una parte muy importante de la sociedad, tuviera o no razón, habría quedado la idea, para lo que resta del sexenio y después de él, de que el gobierno de Calderón era un censor de la libertad de expresión.
El estilo periodístico de Carmen es polémico y provoca reacciones en favor y en contra, pero son sólo las audiencias quienes deben decidir si aceptan o no su forma de presentar y analizar la información.
La censura tiene que ser cosa del pasado y debe, en cambio, ganar camino la responsabilidad de los medios y sus comentaristas. Carmen en la emisión de hoy explicará los términos de su regreso. Bienvenida una vez más a la radio.
Con el regreso hoy de Carmen Aristegui a su programa Primera Emisión en MVS 102.5 todos ganan. Gana ella, que recupera su espacio; la familia Vargas, titular de la concesión; el gobierno del presidente Calderón; los seguidores de Carmen, y también la libertad de expresión.
Estamos frente a un escenario distinto al del 7 de febrero, cuando ella salió del aire y todos perdieron. Los Pinos aseguró en aquella ocasión que no habían intervenido en el despido de Carmen; MVS argumento faltas al código de ética para suspenderla, y ella que había sido cesada a solicitud del gobierno y no había violentado nada.
La sociedad quedó a merced de las tres versiones. ¿A quién dar crédito? Cada uno optó por la que mejor le pareció y las posiciones se polarizaron. En las redes sociales las discusiones subieron de tono entre quienes daban la razón a Carmen y los que argumentaban en favor del gobierno y la empresa.
Los Pinos quedó como el gran perdedor, pues a pesar de su insistencia en no haber intervenido en la decisión, fue visto como violador de la libertad de expresión por una gran parte de la sociedad y la empresa, y Carmen como víctima de la acción del gobierno.
El regreso de Carmen al aire deja atrás la discusión de si fue el gobierno o la empresa los que tomaron la decisión de cesarla. Lo que ahora se puede sostener es que uno de los dos se arrepintió y eso ha permitido que ella vuelva a su espacio y que desde él ofrezca su versión de lo que sucede en México.
Quien tomó la decisión de suspender a Carmen cometió un gran error. ¿Fue el gobierno o la empresa? Se puede especular en uno u otro sentido y evidentemente que no es un dato menor, pero ahora, con Carmen al aire, tiene otro significado. Alguno, el gobierno o le empresa, se dio cuenta de su equivocación y corrigió.
La posibilidad de reconocer un error y actuar en consecuencia debe aplaudirse. Esto en la vida pública de México es inaudito. Esta decisión beneficia a todos; haberse mantenido en la opción primera perjudicaba a todos. Es de sabios reconocer las fallas.
Si no se hubiera corregido el error, en el imaginario social de una parte muy importante de la sociedad, tuviera o no razón, habría quedado la idea, para lo que resta del sexenio y después de él, de que el gobierno de Calderón era un censor de la libertad de expresión.
El estilo periodístico de Carmen es polémico y provoca reacciones en favor y en contra, pero son sólo las audiencias quienes deben decidir si aceptan o no su forma de presentar y analizar la información.
La censura tiene que ser cosa del pasado y debe, en cambio, ganar camino la responsabilidad de los medios y sus comentaristas. Carmen en la emisión de hoy explicará los términos de su regreso. Bienvenida una vez más a la radio.
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