Rubén Cortés
La renuncia de AMLO al PRD es el puntillazo al partido que un fárrago de vividores tomó desde 1997 como paraguas político, con el argumento de ser de izquierda, pero que carece de todo rastro progresista y busca dinero fácil salido del erario para mantener la democracia.
Radical chic, así llama en Europa el periodista Indro Montanelli a quienes encabezan una izquierda alejada de los problemas del pueblo y se instruyen a través de una prensa retórica y autorreferencial en sus caros departamentos, o tomando martinis en playas privadas.
Aquí ocurre algo similar. El diario Reforma reseñó el 7 de abril pasado cómo Carlos Navarrete, un prominente activo de nuestra radical chic, se llevó a su familia de vacaciones al Sahara durante un viaje que le pagó el erario en su condición de Presidente del Senado.
Recibió 70 mil pesos para cubrir su viaje a República Árabe Sarahui y Argelia, aunque dijo que él pagó los gastos de su familia. Ah, y que no viajó con otros legisladores porque no pudo integrar una “delegación amplia y plural”.
Así son estos revolucionarios de salón, como Polimnia Romana Sierra, la aguerrida jefa de Las Gacelas, las famosas escoltas de AMLO, que una vez se acostó en la calle Donceles para impedir el paso de un camión de senadores del PAN y el PRI.
Pero resultó ser una Adelita chic: en su página de Hi5 hay fotos de sus viajes de placer a Europa, sus prácticas exclusivas de equitación y sus gustos por los productos de marca, en especial los lentes oscuros Dolce & Gabbana.
O el abnegado chofer de AMLO, Nico, quien mandó sus hijos a estudiar a exclusivas universidades americanas luego de que el izquierdista ex alcalde de Cancún (el hoy preso por vínculos con el narcotráfico Greg Sánchez) le dio la concesión de los comedores de la cárcel local.
Porque el dinero es lo que mueve a la radical chic. Por eso se alió a la derecha: cómo último recurso para poder seguir metiendo mano en el presupuesto, luego de la debacle electoral que le hizo perder más de la mitad de los 15 millones de votos ganados en las presidenciales de 2006.
Y ya ganó con el PAN las gubernaturas de Oaxaca, Puebla, Sinaloa y Guerrero ¿Pueden gobernar juntos dos partidos cuyos estatutos son como agua y aceite? Claro que no, pero tampoco quieren. O al menos no el PRD, pues lo único que desea es sacar lasca del presupuesto.
En Oaxaca tiene acceso a 48 mil millones de pesos anuales, en Puebla a 45 mil 414 millones, en Sinaloa a 29 mil 949 millones y en Guerrero a 40 mil millones.
Porque lo suyo lo suyo… es la lana.
La renuncia de AMLO al PRD es el puntillazo al partido que un fárrago de vividores tomó desde 1997 como paraguas político, con el argumento de ser de izquierda, pero que carece de todo rastro progresista y busca dinero fácil salido del erario para mantener la democracia.
Radical chic, así llama en Europa el periodista Indro Montanelli a quienes encabezan una izquierda alejada de los problemas del pueblo y se instruyen a través de una prensa retórica y autorreferencial en sus caros departamentos, o tomando martinis en playas privadas.
Aquí ocurre algo similar. El diario Reforma reseñó el 7 de abril pasado cómo Carlos Navarrete, un prominente activo de nuestra radical chic, se llevó a su familia de vacaciones al Sahara durante un viaje que le pagó el erario en su condición de Presidente del Senado.
Recibió 70 mil pesos para cubrir su viaje a República Árabe Sarahui y Argelia, aunque dijo que él pagó los gastos de su familia. Ah, y que no viajó con otros legisladores porque no pudo integrar una “delegación amplia y plural”.
Así son estos revolucionarios de salón, como Polimnia Romana Sierra, la aguerrida jefa de Las Gacelas, las famosas escoltas de AMLO, que una vez se acostó en la calle Donceles para impedir el paso de un camión de senadores del PAN y el PRI.
Pero resultó ser una Adelita chic: en su página de Hi5 hay fotos de sus viajes de placer a Europa, sus prácticas exclusivas de equitación y sus gustos por los productos de marca, en especial los lentes oscuros Dolce & Gabbana.
O el abnegado chofer de AMLO, Nico, quien mandó sus hijos a estudiar a exclusivas universidades americanas luego de que el izquierdista ex alcalde de Cancún (el hoy preso por vínculos con el narcotráfico Greg Sánchez) le dio la concesión de los comedores de la cárcel local.
Porque el dinero es lo que mueve a la radical chic. Por eso se alió a la derecha: cómo último recurso para poder seguir metiendo mano en el presupuesto, luego de la debacle electoral que le hizo perder más de la mitad de los 15 millones de votos ganados en las presidenciales de 2006.
Y ya ganó con el PAN las gubernaturas de Oaxaca, Puebla, Sinaloa y Guerrero ¿Pueden gobernar juntos dos partidos cuyos estatutos son como agua y aceite? Claro que no, pero tampoco quieren. O al menos no el PRD, pues lo único que desea es sacar lasca del presupuesto.
En Oaxaca tiene acceso a 48 mil millones de pesos anuales, en Puebla a 45 mil 414 millones, en Sinaloa a 29 mil 949 millones y en Guerrero a 40 mil millones.
Porque lo suyo lo suyo… es la lana.
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