Francisco Rodríguez / Índice Político
¡Alegrémonos! A este malhadado sexenio ya nada más le restan poquito más de 22 meses… Así contando día tras día, don Raúl Prieto –quien firmaba como Nikito Nipongo y, abreviando, como Nik Nip–, nos daba en aquel Excélsior la buena nueva del fin de lo que para él eran tiempos aciagos: el sexenio de don José López Portillo.
Cuando este Presidente asumió el encargo, en 1976, el estupendo caricaturista Abel Quezada “fue nombrado de improviso director del Canal 13 de la televisión (que por aquél entonces pertenecía al Estado). Todos recuerdan el incidente: no duró en el puesto una semana. En su discurso de toma de posesión hilvanó una frase que parecía inocente: ‘Este día demuestra que todos los caminos del invierno conducen, por fin, a la primavera” —dijo—. Pero como el invierno era Echeverría y como Echeverría estaba aún muy cerca, la frase bastó para que López Portillo en persona pidiera su renuncia al director efímero del canal oficial. Y Abel se quedó como el fílder del destino, en la soledad política del jardín central esperando el profundo elevado que jamás cayó del cielo”, escribió sobre este incidente Vicente Leñero.
Sin cargo oficial al que renunciar, este escribidor recupera esa buena nueva. Que a este azul invernal que tiene fría a la Patria desde el año 2000, le quedan ya cada vez menos días: Los 341 que aún le restan a este 2011. Y, con todo y que es bisiesto, los 345 correspondientes a los primeros once meses del 2012. Menos de 800 días, pues.
¡Alégremonos! Es una gran y muy buena noticia. Una del tipo de las que ahora demanda el ocupante de Los Pinos, para que no se distorsione la realidad.
No quiere Felipe Calderón tantas malas noticias en los medios. Que se equilibren las buenas con las malas. Regalémonos, entonces, hoy ésta: el sexenio que “haiga sido como haiga sido” preside el michoacano ya está por acabar.
La mala es que, de acuerdo a la tendencia, le seguirá otro sexenio todavía peor, en tanto no cambie el actual modelo que nos sume en el subdesarrollo. Sin educación de calidad. Sin empleos suficientes y que sí sean bien pagados. Sin una cobertura real de salud. Sin seguridad pública en las calles. Sin…
Hay más buenas noticias en el horizonte que se deben comentar. También terminará en breve el que no llegará a ser sexenio completo de Marcelo Ebrard, ahora ocupado en hacer ganar –van los presupuestos del DF en prenda– a “su” candidato al gobierno de Guerrero.
Va a concluir una etapa donde los granaderos volvieron a aparecer en escena para reprimir cualquier brote de inconformidad con las políticas –¿o negocios?– que se imponen desde el Zócalo de la capital nacional.
Y va a concluir el sexenio de Enrique Peña… Y el bohemio periodo de Beatriz Paredes al frente del PRI, cual guitarra de acompañamiento al PAN… Y si de acompañamientos se trata, también está cercano el día en el que Jesús Ortega y sus “Chuchos” dejen de hacer los coros, las comparsas, de La Voz que resuena desde Los Pinos.
No hay mal que dure seis años. Esa es la buena nueva.
¡Alegrémonos, pues!
Vengan más buenas noticias como éstas.
Que la transitoriedad de estos personajes sea todavía más breve.
Reduzcamos los sexenios, como decía aquel chiste, a sólo cuatro años. Porque en el quinto, los gobernantes se vuelven locos.
Y sí, Calderón ya se contagió de esa locura.
Como algunos de sus antecesores, ya se convirtió en jefe de información y hasta de redacción de algunos medios (los que se lo permiten), ordenando qué y qué no se debe publicar.
Del “no pago para que me peguen” lópezportillista, al “no leo periódicos” foxista, no ha habido inquilino de la casa presidencial –que hoy es ocupada por Calderón–, que no sea contagiado de esa manía psicopatológica: controlar la información. De qué deben enterarse y qué deben desconocer los contribuyentes.
Una noticia, dicen los cánones, es la redacción o relato que informa al público de un hecho novedoso o atípico de lo que ocurre dentro de una comunidad. Las noticias no son buenas ni malas, cual maniqueamente cataloga Calderón. Son noticias. Relatan lo mal que verdaderamente estáel país en este invierno azul.
Now is the winter of our discontent, que decía Shakespeare, ¿o no?
Índice Flamígero: La buena noticia: que el JJ reveló sus andanzas ante las cámaras de televisión. La mala: que ahora se niega a declarar ante el ministerio público, a quien remite a ver sus videos. Y esta fue otra superproducción de G Moon Studios. Sólo en México, ¡caray!
¡Alegrémonos! A este malhadado sexenio ya nada más le restan poquito más de 22 meses… Así contando día tras día, don Raúl Prieto –quien firmaba como Nikito Nipongo y, abreviando, como Nik Nip–, nos daba en aquel Excélsior la buena nueva del fin de lo que para él eran tiempos aciagos: el sexenio de don José López Portillo.
Cuando este Presidente asumió el encargo, en 1976, el estupendo caricaturista Abel Quezada “fue nombrado de improviso director del Canal 13 de la televisión (que por aquél entonces pertenecía al Estado). Todos recuerdan el incidente: no duró en el puesto una semana. En su discurso de toma de posesión hilvanó una frase que parecía inocente: ‘Este día demuestra que todos los caminos del invierno conducen, por fin, a la primavera” —dijo—. Pero como el invierno era Echeverría y como Echeverría estaba aún muy cerca, la frase bastó para que López Portillo en persona pidiera su renuncia al director efímero del canal oficial. Y Abel se quedó como el fílder del destino, en la soledad política del jardín central esperando el profundo elevado que jamás cayó del cielo”, escribió sobre este incidente Vicente Leñero.
Sin cargo oficial al que renunciar, este escribidor recupera esa buena nueva. Que a este azul invernal que tiene fría a la Patria desde el año 2000, le quedan ya cada vez menos días: Los 341 que aún le restan a este 2011. Y, con todo y que es bisiesto, los 345 correspondientes a los primeros once meses del 2012. Menos de 800 días, pues.
¡Alégremonos! Es una gran y muy buena noticia. Una del tipo de las que ahora demanda el ocupante de Los Pinos, para que no se distorsione la realidad.
No quiere Felipe Calderón tantas malas noticias en los medios. Que se equilibren las buenas con las malas. Regalémonos, entonces, hoy ésta: el sexenio que “haiga sido como haiga sido” preside el michoacano ya está por acabar.
La mala es que, de acuerdo a la tendencia, le seguirá otro sexenio todavía peor, en tanto no cambie el actual modelo que nos sume en el subdesarrollo. Sin educación de calidad. Sin empleos suficientes y que sí sean bien pagados. Sin una cobertura real de salud. Sin seguridad pública en las calles. Sin…
Hay más buenas noticias en el horizonte que se deben comentar. También terminará en breve el que no llegará a ser sexenio completo de Marcelo Ebrard, ahora ocupado en hacer ganar –van los presupuestos del DF en prenda– a “su” candidato al gobierno de Guerrero.
Va a concluir una etapa donde los granaderos volvieron a aparecer en escena para reprimir cualquier brote de inconformidad con las políticas –¿o negocios?– que se imponen desde el Zócalo de la capital nacional.
Y va a concluir el sexenio de Enrique Peña… Y el bohemio periodo de Beatriz Paredes al frente del PRI, cual guitarra de acompañamiento al PAN… Y si de acompañamientos se trata, también está cercano el día en el que Jesús Ortega y sus “Chuchos” dejen de hacer los coros, las comparsas, de La Voz que resuena desde Los Pinos.
No hay mal que dure seis años. Esa es la buena nueva.
¡Alegrémonos, pues!
Vengan más buenas noticias como éstas.
Que la transitoriedad de estos personajes sea todavía más breve.
Reduzcamos los sexenios, como decía aquel chiste, a sólo cuatro años. Porque en el quinto, los gobernantes se vuelven locos.
Y sí, Calderón ya se contagió de esa locura.
Como algunos de sus antecesores, ya se convirtió en jefe de información y hasta de redacción de algunos medios (los que se lo permiten), ordenando qué y qué no se debe publicar.
Del “no pago para que me peguen” lópezportillista, al “no leo periódicos” foxista, no ha habido inquilino de la casa presidencial –que hoy es ocupada por Calderón–, que no sea contagiado de esa manía psicopatológica: controlar la información. De qué deben enterarse y qué deben desconocer los contribuyentes.
Una noticia, dicen los cánones, es la redacción o relato que informa al público de un hecho novedoso o atípico de lo que ocurre dentro de una comunidad. Las noticias no son buenas ni malas, cual maniqueamente cataloga Calderón. Son noticias. Relatan lo mal que verdaderamente estáel país en este invierno azul.
Now is the winter of our discontent, que decía Shakespeare, ¿o no?
Índice Flamígero: La buena noticia: que el JJ reveló sus andanzas ante las cámaras de televisión. La mala: que ahora se niega a declarar ante el ministerio público, a quien remite a ver sus videos. Y esta fue otra superproducción de G Moon Studios. Sólo en México, ¡caray!
Comentarios