Francisco Rodríguez / Índice Político
¿Quiénes son “los cien locos” que la senadora zacatecana Claudia Corichi García dijo estar dispuesta a enviar a Guerrero –“¿con qué ojos?, querida tuerta?”– para rescatarle a su nuevo amigo Ángel Aguirre las casillas electorales que tiene perdidos?
¿Serán acaso los mismos que en junio fueron detenidos en Oaxaca y que el llamado partido del sol azteca envió para apoyar a Gabino Cue en municipios difíciles para el triunfo de su causa?
¿O los que en Durango también fueron arrestados y que el PRD dijo eran sus militantes, enviados allá para vigilar las elecciones en las que participaba su fallido candidato Rosas Aispuro?
¿Quizá los mismos que –con la protección del gobierno estatal– no pudieron meter ni las manos para variar los resultados en las recientes elecciones zacatecanas que perdió, estrepitosamente además, el candidato de su madre Amalia García?
“Los cien locos” no son personajes misteriosos. Algunos están identificados ya cual provenientes del grupo lumpenproletario “Frente Francisco Villa”, que ha sido empleado desde tiempos inmemoriales por los gobernantes del Distrito Federal –antes priístas, ahora con ropajes perredistas– cual fuerzas de choque. Modernos “halcones” que a cambio del alquiler de su capacidades generadoras de violencia reciben ayudas sociales que pagamos todos los contribuyentes al erario de la capital nacional.
Hay entre ellos, incluso, personajes extranjeros. Uno, boliviano, se encontraba entre los detenidos en Durango, donde estos supuestos militantes perredistas mantenían tres “casas de seguridad” en las que fueron encontradas bombas caseras del tipo Molotov, propaganda que supuestamente era del PRI –para dejarla “sembrada” en los lugares donde actuarían, tal y como recién lo hicieron en Chilpancingo, tras el ataque a Guillermo Sánchez Nava–, así como cuchillos, toletes y demás armas mercenarias.
No se mencionó, pero entre los detenidos en tierras duranguenses se encontraba un funcionario de la Secretaría General de Gobierno que encabeza Miguel Ángel Ávila Pérez, aparentemente llamado Héctor Serrano Cortés.
La detención de miembros de este grupo de choque en Oaxaca fue también fortuita.
Hospedados en un hotel de la capital estatal, algunos de “los locos” decidieron encender sus bachitas en pleno lobby de la hospedería. Los propietarios del negocio pidieron, primero, que se abstuvieran de fumar mariguana en ese lugar público y, ante su negativa –ya se imaginará usted en qué términos–, decidieron llamar a la policía, cuyos elementos inmediatamente los arrestaron.
Fue ahí que se percataron de lo que estaban haciendo en tierras oaxaqueñas estos “distinguidos militantes” del PRD. Y, obvio, al registrar sus habitaciones, no sólo encontraron los buenos guatos de “la yerbita vaciladora”, como se conoce a la cannabis, también armas, propaganda de los opositores del tricolor, etc.
Todo hace suponer, pues, que “los cien locos” son mercenarios al servicio de Marcelo Ebrard, quien ha desplegado una inusitada actividad en los comicios oaxaqueños, duranguenses y ahora en los inminentes de Guerrero. Ha puesto “el mejor alcalde del mundo” todo tipo de recursos al alcance de los candidatos que su ex mecenas –ahora es “al revés volteado”– Manuel Camacho Solís ha escamoteado al PRI, para presentarlos bajo las banderas negro-amarillas, y hasta multicolores producto de alianzas que, dicen bien, “son contra natura”.
¿Qué hace un boliviano –pueden ser más– entre los grupos de choque de Marcelo Ebrard?
¿Hay una alianza con Evo Morales? ¿A lo mejor con quienes allá cosechan las hojas de coca?
Va a salir muy costoso para Ebrard y para el PRD –y no sólo en dulces y libros– el “borrachazo” de la senadora Corichi, quien trajo a cuentas públicas la existencia de “los cien locos” ¿no cree usted?
Índice Flamígero: “Suma de dos deslealtades”, llamó el priísta Manuel Añorve a la declinación del candidato del PAN Marcos Parra a favor de Ángel Aguirre, la tarde de este último martes. En Tlaxcala ya se vivió, apenas, una adición similar, cuando la entonces candidata perredista Minerva Hernández para favorecer a la candidata del PAN, Adriana Dávila Fernández. Así y todo, resultó triunfador el tricolor Mariano González Zarur. + + + No cambia Diego Fernández de Cevallos. Llama “enfrentamientos” a sus encuentros con la prensa. Nada lo ablanda, pues.
¿Quiénes son “los cien locos” que la senadora zacatecana Claudia Corichi García dijo estar dispuesta a enviar a Guerrero –“¿con qué ojos?, querida tuerta?”– para rescatarle a su nuevo amigo Ángel Aguirre las casillas electorales que tiene perdidos?
¿Serán acaso los mismos que en junio fueron detenidos en Oaxaca y que el llamado partido del sol azteca envió para apoyar a Gabino Cue en municipios difíciles para el triunfo de su causa?
¿O los que en Durango también fueron arrestados y que el PRD dijo eran sus militantes, enviados allá para vigilar las elecciones en las que participaba su fallido candidato Rosas Aispuro?
¿Quizá los mismos que –con la protección del gobierno estatal– no pudieron meter ni las manos para variar los resultados en las recientes elecciones zacatecanas que perdió, estrepitosamente además, el candidato de su madre Amalia García?
“Los cien locos” no son personajes misteriosos. Algunos están identificados ya cual provenientes del grupo lumpenproletario “Frente Francisco Villa”, que ha sido empleado desde tiempos inmemoriales por los gobernantes del Distrito Federal –antes priístas, ahora con ropajes perredistas– cual fuerzas de choque. Modernos “halcones” que a cambio del alquiler de su capacidades generadoras de violencia reciben ayudas sociales que pagamos todos los contribuyentes al erario de la capital nacional.
Hay entre ellos, incluso, personajes extranjeros. Uno, boliviano, se encontraba entre los detenidos en Durango, donde estos supuestos militantes perredistas mantenían tres “casas de seguridad” en las que fueron encontradas bombas caseras del tipo Molotov, propaganda que supuestamente era del PRI –para dejarla “sembrada” en los lugares donde actuarían, tal y como recién lo hicieron en Chilpancingo, tras el ataque a Guillermo Sánchez Nava–, así como cuchillos, toletes y demás armas mercenarias.
No se mencionó, pero entre los detenidos en tierras duranguenses se encontraba un funcionario de la Secretaría General de Gobierno que encabeza Miguel Ángel Ávila Pérez, aparentemente llamado Héctor Serrano Cortés.
La detención de miembros de este grupo de choque en Oaxaca fue también fortuita.
Hospedados en un hotel de la capital estatal, algunos de “los locos” decidieron encender sus bachitas en pleno lobby de la hospedería. Los propietarios del negocio pidieron, primero, que se abstuvieran de fumar mariguana en ese lugar público y, ante su negativa –ya se imaginará usted en qué términos–, decidieron llamar a la policía, cuyos elementos inmediatamente los arrestaron.
Fue ahí que se percataron de lo que estaban haciendo en tierras oaxaqueñas estos “distinguidos militantes” del PRD. Y, obvio, al registrar sus habitaciones, no sólo encontraron los buenos guatos de “la yerbita vaciladora”, como se conoce a la cannabis, también armas, propaganda de los opositores del tricolor, etc.
Todo hace suponer, pues, que “los cien locos” son mercenarios al servicio de Marcelo Ebrard, quien ha desplegado una inusitada actividad en los comicios oaxaqueños, duranguenses y ahora en los inminentes de Guerrero. Ha puesto “el mejor alcalde del mundo” todo tipo de recursos al alcance de los candidatos que su ex mecenas –ahora es “al revés volteado”– Manuel Camacho Solís ha escamoteado al PRI, para presentarlos bajo las banderas negro-amarillas, y hasta multicolores producto de alianzas que, dicen bien, “son contra natura”.
¿Qué hace un boliviano –pueden ser más– entre los grupos de choque de Marcelo Ebrard?
¿Hay una alianza con Evo Morales? ¿A lo mejor con quienes allá cosechan las hojas de coca?
Va a salir muy costoso para Ebrard y para el PRD –y no sólo en dulces y libros– el “borrachazo” de la senadora Corichi, quien trajo a cuentas públicas la existencia de “los cien locos” ¿no cree usted?
Índice Flamígero: “Suma de dos deslealtades”, llamó el priísta Manuel Añorve a la declinación del candidato del PAN Marcos Parra a favor de Ángel Aguirre, la tarde de este último martes. En Tlaxcala ya se vivió, apenas, una adición similar, cuando la entonces candidata perredista Minerva Hernández para favorecer a la candidata del PAN, Adriana Dávila Fernández. Así y todo, resultó triunfador el tricolor Mariano González Zarur. + + + No cambia Diego Fernández de Cevallos. Llama “enfrentamientos” a sus encuentros con la prensa. Nada lo ablanda, pues.
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