Estamos criando vagos


Por Cesar Mella, Psiquiatra / Madrid / Vía No Puedo Creer

Hay que llamarlos varias veces en la mañana para llevarlos a la escuela.

Se levantan irritados, pues se acuestan muy tarde hablando por teléfono, viendo tele o conectados a la Internet, encerrados en su cuarto y no salen mas que para ir al baño o comer, y encabronados si no hay algo en el refrigerador.

No se ocupan de que su ropa este limpia y mucho menos mueven un dedo en nada que tenga que ver con ‘arreglar algo en el hogar’. Pelagortes de hasta 22 años y o lavar su ropa o se preocupan por ella.

Idolatran a sus amigos y viven poniéndoles ‘defectos’ a sus padres, a los cuales acusan de que ‘Te pasas!’.

No hay quien les hable de ideologías, de moral y de buenas costumbres, pues consideran que ya lo saben todo.

Hay que darles su ‘semanal’ o mesada de la que se quejan a diario porque ‘eso no me alcanza’.

Si son universitarios, siempre inventan unos paseos de fin de semana que lo menos que uno sospecha es que regresaran con un embarazo o habiendo fumando un churro de marihuana, o si es mujer anda con su ‘novia’ o si es hombre con su ‘novio.’

Definitivamente estamos rendidos y la tasa de retorno se aleja cada vez mas, pues aun el día en que consiguen un trabajo hay que seguir manteniéndoles.

Me refiero a un segmento cada vez mayor de los chicos de capas medias urbanas que bien pudieran estar entre los 16 y los 24 años y que para aquellos padres que tienen de dos a cuatro hijos, constituyen un verdadero dolor de cabeza.

¿En que estamos fallando?

Para los nacidos en los cuarenta y cincuenta, el orgullo reiterado es que se levantan de madrugada a ordeñar las vacas del abuelo; que tenían que limpiar la casa; que lustraban sus zapatos; algunos fueron limpiabotas y repartidores de diarios; otros llevábamos al taller la costura la ropa que elaborada nuestra madre o teníamos un pequeño salario en la iglesia en donde ayudábamos a oficiar la misa cada madrugada.

Lo que le pasó a nuestra generación es que elaboramos un discurso que no dio resultado:

“!Yo no quiero que mi hijo pase los trabajos que yo pase!. Usted por que tiene lo que tiene… Por que le costó esfuerzo… sacrificios, y así es que se aprende a valorar los esfuerzos de los padres y no acostumbrar a nuestros hijos a recibir todo por obligación.

Nunca conocieron la escasez, se criaron desperdiciando, a los 10 años ya haban ido a Disney World dos veces, cuando nosotros a los 20 no sabíamos lo que era tener un pasaporte. El “dame” y el “cómprame” siempre fue generosamente complacido y ellos se convirtieron en habitantes de una pensión con todo incluido, (TV, DVD, stereos, Internet y comer en la cama, recogerle el reguero que dejan por que siempre se les hace tarde para salir…) y luego pretendemos que fuera un hogar o exigir o preguntarnos, por que nuestros hijos, se aíslan, no comparten con nosotros, cualquier cosa es mejor que sus padres o una actividad familiar.

Quien les suministró todo eso a nuestros hijos… NOSOTROS MISMOS, SOLITOS Y SABIENDO QUE NO ESTABA BIEN.

Al final se marchan al exterior a la conquista de una pareja y vuelven al hogar divorciados o porque la cosa ‘se les aprieta’ en su nueva vida.

Los que tienen hijos pequeños, póngalos los domingos a lavar los carros y a limpiar sus zapatos a ganarse las cosas. Un pago simbólico por eso puede generar una relación en sus entes entre trabajo y bienestar.

Las hijas mujeres deben desde temprano aprender a manejar el hogar para que entiendan la economía domestica en tiempos que podrían ser mas difíciles, y porque ellas tienen una conciencia mas amplia del orden y la prosperidad el hogar.

La música metálica, los conciertos, la tele, la moda y toda la electrónica de la comunicación han creado un marco de referencia muy diferente al que nos tocó, y ellos se aprovechan de nuestra supuesta desinformación para salirse con la suya.

Estamos forzados a revisar los resultados, si fuimos muy permisivos o si sencillamente hemos trabajado tanto, que el cuidado de nuestros hijos queda en manos de las domesticas y en un medio ambienta cada vez mas deformante y supuestamente por nuestro cargo de conciencia de no tener mucho tiempo con ellos, subsanarlo con cosas materiales.

Ojala que este mensaje llegue a los que tienen ‘chamacos chiquitos’, pues ya los abuelos pagaron la transición…

NUNCA ES TARDE PARA CAMBIAR Y RECUERDEN
ES MEJOR TARDE QUE NUNCA,

NUESTROS HIJOS ALGUN DIA LO VAN A AGRADECER.

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