Información basada en: José Martínez, "Las enseñanzas del Profesor", Océano (2000).
El Profesor Hank, se había refugiado en las tinieblas del ostracismo durante el sexenio de Miguel de la Madrid, resurgió como el conde Karol, el mítico personaje de las historias de vampiros, más rejuvenecido políticamente con la llegada de Carlos Salinas de Gortari a la presidencia y como uno de sus colaboradores más cercanos y próximos a las antesalas del poder; y hasta se dio el lujo de apadrinar la campaña de Ernesto Zedillo como candidato sustituto con un desplegado en el que se incluía la firma de 57 exsecretarios de Estado, la mayoría identificados como “dinosaurios” del jurásico priísta. Esa acción motivó que el PAN acusara a Hank ante la Procuraduría General de la República como delincuente electoral.
Hank llegó así, con Salinas, a la cúspide de su carrera como uno de los conspicuos integrantes de la nomenclatura del PRI-Sistema, en su modalidad de miembro del Consejo Político Nacional.
Las primeras señales del coqueteo con Salinas se dieron en diciembre de 1987, durante la gira proselitista de éste por el estado de México en su campaña presidencial.
Los reflectores de la prensa enfocaron al exregente y se dio a querer entre los reporteros, a los que declaró:
“Yo seguiré siendo político, pero no funcionario, como tampoco seré más empresario. Yo me retiré tanto de la política como de las actividades empresariales, las cuales ahora desarrollan mis hijos. Sin embargo, siempre estaré dispuesto a colaborar con el gobierno.”
Según Hank, en la transición De la Madrid-Salinas, el sistema se encontraba debilitado. La apreciación del Profesor se refería al resquebrajamiento del PRI que había desembocado en el surgimiento del Frente Democrático Nacional tras la irrupción de la Corriente Democrática que encabezaron Cárdenas y Muñoz Ledo y a la falta de sensibilidad política de De la Madrid, que dio prioridad a los ajustes de la economía y a los compromisos con el exterior, lo que provocó irritación social.
A partir de la postulación de Salinas, Hank empezó a manejar sus cartas como un experto croupier del juego político. La asunción de Carlos Salinas se dio sin que mediara la más mínima investigación por parte de los organismos de seguridad nacional—como lo revelaría Miguel de la Madrid a Jorge Castañeda en su libro La herencia:
Castañeda Gutman le preguntó:
—¿No investigó las relaciones políticas y de negocios de don Raúl, ni la posibilidad de que se hubieran hecho extensivas a sus hijos, Carlos y Raúl, ni la relación tan cercana, que resultó después evidente, entre los Salinas y el profesor Hank, incluso tal vez en materia de negocios?
—No, no lo investigué. Sabía, por ejemplo, que don Raúl había sido asesor de este señor [Roberto] González Barrera, el de Maseca, porque ahí si vi que una vez don Raúl llegó a la Secretaría de Hacienda acompañando y asesorando al señor González Barrera. Yo dije: Bueno, es natural que un secretario de Estado que sale del gobierno, pues tenga que hacer algo de trabajo. Que asesoraba a González Barrera, bueno: asesoraba a González Barrera, pero hasta ahí. De la posible relación de la familia Salinas con el profesor Hank, no tuve mayor información; el Profesor no participó en mi gobierno, aunque sostuvimos una relación cordial. *
Raúl Salinas Lozano fue secretario de Comercio en el gabinete del vasconcelista Adolfo López Mateos, mientras Hank despachaba en CONASUPO. La relación Hank-Salinas Lozano surgió en función de las responsabilidades que ambos compartían en las transacciones comerciales derivadas de su trabajo como funcionarios (el consuegro de Hank, Roberto González Barrera, el magnate y rey de la tortilla, se benefició de las triangulaciones que, desde la Secretaría de Comercio y CONASUPO, se instrumentaban).
En su época, Hank —que en su dualidad de político-empresario empezó a montar su fábrica de automotores— trató directamente con Salinas Lozano porque durante el gobierno de López Mateos se expidió la Ley de Integración de la Industria Automotriz, que, de alguna forma, afectaba a las empresas del Profesor. Las relaciones familiares, de amistad y de negocios de este grupo afloraron en el sexenio de Salinas. La complicidad se hizo pública cuando Salinas de Gortari dejó la presidencia y se abrió la caja de Pandora con los negocios de Raúl, el “hermano incómodo.”
Salinas le puso a Hank en bandeja de plata su gabinete. Le ofreció en principio la cartera de secretario de Turismo y después la de Agricultura. Más que un miembro del equipo salinista, Hank era una especie de padrino para los Salinas. Era el modelo a seguir. Raúl Salinas de Gortari siguió los mismos pasos en CONASUPO pero dejó gatos muertos regados por todas partes hasta que lo atraparon. Raúl resultó un mal alumno del Profesor.
Hubo otras perlas negras en la cátedra del Profesor, al que había que aprenderle mucho. Si Hank González fue un factorum de poder clave en el Sexenio de Salinas, como Secretario de Agricultura estaba cosechando los frutos de su época como peón en la política, o, de otra manera, los tours políticos de Hank, antes de ser secretario de Turismo, le habían aportado más que una enseñanza. En efecto, Hank siempre supo tener el don de la ubicuidad. Ser político y empresario a la vez, y, como Dios, estar en todas partes.
Así, durante los ocho años que Hank estuvo en CONASUPO desarrolló múltiples facetas; la de funcionario, la de empresario y la de político. Mientras despachaba como director de CONASUPO, ejercía ese triple papel, pues fungía al mismo tiempo como delegado del CEN del PRI en Tabasco, en los tiempos “democratizadores” de Carlos A. Madrazo. Todo bajo la sombra de Díaz Ordaz.
* En efecto, siendo presidente de la República, De la Madrid hizo la primera guardia de honor ante el féretro del joven de 28 años Cuauhtémoc Hank Rhon, quien junto con su amigo Pablo Morales perdió la vida el 5 de mayo de 1987 mientras buceaban cerca de la Isla de Cozumel.
El Profesor Hank, se había refugiado en las tinieblas del ostracismo durante el sexenio de Miguel de la Madrid, resurgió como el conde Karol, el mítico personaje de las historias de vampiros, más rejuvenecido políticamente con la llegada de Carlos Salinas de Gortari a la presidencia y como uno de sus colaboradores más cercanos y próximos a las antesalas del poder; y hasta se dio el lujo de apadrinar la campaña de Ernesto Zedillo como candidato sustituto con un desplegado en el que se incluía la firma de 57 exsecretarios de Estado, la mayoría identificados como “dinosaurios” del jurásico priísta. Esa acción motivó que el PAN acusara a Hank ante la Procuraduría General de la República como delincuente electoral.
Hank llegó así, con Salinas, a la cúspide de su carrera como uno de los conspicuos integrantes de la nomenclatura del PRI-Sistema, en su modalidad de miembro del Consejo Político Nacional.
Las primeras señales del coqueteo con Salinas se dieron en diciembre de 1987, durante la gira proselitista de éste por el estado de México en su campaña presidencial.
Los reflectores de la prensa enfocaron al exregente y se dio a querer entre los reporteros, a los que declaró:
“Yo seguiré siendo político, pero no funcionario, como tampoco seré más empresario. Yo me retiré tanto de la política como de las actividades empresariales, las cuales ahora desarrollan mis hijos. Sin embargo, siempre estaré dispuesto a colaborar con el gobierno.”
Según Hank, en la transición De la Madrid-Salinas, el sistema se encontraba debilitado. La apreciación del Profesor se refería al resquebrajamiento del PRI que había desembocado en el surgimiento del Frente Democrático Nacional tras la irrupción de la Corriente Democrática que encabezaron Cárdenas y Muñoz Ledo y a la falta de sensibilidad política de De la Madrid, que dio prioridad a los ajustes de la economía y a los compromisos con el exterior, lo que provocó irritación social.
A partir de la postulación de Salinas, Hank empezó a manejar sus cartas como un experto croupier del juego político. La asunción de Carlos Salinas se dio sin que mediara la más mínima investigación por parte de los organismos de seguridad nacional—como lo revelaría Miguel de la Madrid a Jorge Castañeda en su libro La herencia:
Castañeda Gutman le preguntó:
—¿No investigó las relaciones políticas y de negocios de don Raúl, ni la posibilidad de que se hubieran hecho extensivas a sus hijos, Carlos y Raúl, ni la relación tan cercana, que resultó después evidente, entre los Salinas y el profesor Hank, incluso tal vez en materia de negocios?
—No, no lo investigué. Sabía, por ejemplo, que don Raúl había sido asesor de este señor [Roberto] González Barrera, el de Maseca, porque ahí si vi que una vez don Raúl llegó a la Secretaría de Hacienda acompañando y asesorando al señor González Barrera. Yo dije: Bueno, es natural que un secretario de Estado que sale del gobierno, pues tenga que hacer algo de trabajo. Que asesoraba a González Barrera, bueno: asesoraba a González Barrera, pero hasta ahí. De la posible relación de la familia Salinas con el profesor Hank, no tuve mayor información; el Profesor no participó en mi gobierno, aunque sostuvimos una relación cordial. *
Raúl Salinas Lozano fue secretario de Comercio en el gabinete del vasconcelista Adolfo López Mateos, mientras Hank despachaba en CONASUPO. La relación Hank-Salinas Lozano surgió en función de las responsabilidades que ambos compartían en las transacciones comerciales derivadas de su trabajo como funcionarios (el consuegro de Hank, Roberto González Barrera, el magnate y rey de la tortilla, se benefició de las triangulaciones que, desde la Secretaría de Comercio y CONASUPO, se instrumentaban).
En su época, Hank —que en su dualidad de político-empresario empezó a montar su fábrica de automotores— trató directamente con Salinas Lozano porque durante el gobierno de López Mateos se expidió la Ley de Integración de la Industria Automotriz, que, de alguna forma, afectaba a las empresas del Profesor. Las relaciones familiares, de amistad y de negocios de este grupo afloraron en el sexenio de Salinas. La complicidad se hizo pública cuando Salinas de Gortari dejó la presidencia y se abrió la caja de Pandora con los negocios de Raúl, el “hermano incómodo.”
Salinas le puso a Hank en bandeja de plata su gabinete. Le ofreció en principio la cartera de secretario de Turismo y después la de Agricultura. Más que un miembro del equipo salinista, Hank era una especie de padrino para los Salinas. Era el modelo a seguir. Raúl Salinas de Gortari siguió los mismos pasos en CONASUPO pero dejó gatos muertos regados por todas partes hasta que lo atraparon. Raúl resultó un mal alumno del Profesor.
Hubo otras perlas negras en la cátedra del Profesor, al que había que aprenderle mucho. Si Hank González fue un factorum de poder clave en el Sexenio de Salinas, como Secretario de Agricultura estaba cosechando los frutos de su época como peón en la política, o, de otra manera, los tours políticos de Hank, antes de ser secretario de Turismo, le habían aportado más que una enseñanza. En efecto, Hank siempre supo tener el don de la ubicuidad. Ser político y empresario a la vez, y, como Dios, estar en todas partes.
Así, durante los ocho años que Hank estuvo en CONASUPO desarrolló múltiples facetas; la de funcionario, la de empresario y la de político. Mientras despachaba como director de CONASUPO, ejercía ese triple papel, pues fungía al mismo tiempo como delegado del CEN del PRI en Tabasco, en los tiempos “democratizadores” de Carlos A. Madrazo. Todo bajo la sombra de Díaz Ordaz.
* En efecto, siendo presidente de la República, De la Madrid hizo la primera guardia de honor ante el féretro del joven de 28 años Cuauhtémoc Hank Rhon, quien junto con su amigo Pablo Morales perdió la vida el 5 de mayo de 1987 mientras buceaban cerca de la Isla de Cozumel.
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