Martha Anaya / Crónica de Política
Más allá de las efemérides de estos días, es un hecho que el país atraviesa por un momento muy complicado y peligroso. Distintas voces lo constatan, lo advierten, lo sufren. Porfirio Muñoz Ledo, uno de los hombres más lúcidos en el conocimiento del Estado, dice en su libro, La vía radical, que es hora de “Refundar la República”.
Los males que aquejan al país son mucho más profundos que un “proceso político desgraciado o un pésimo desempeño económico”, afirma. Resultan “de un extravío del rumbo patrio y precipitan la decadencia en todos los órdenes de la existencia colectiva”.
Para Muñoz Ledo, el tiempo de la transición se ha agotado, con resultados catastróficos: De promesa democrática se tornó en fase terminal y errática del ciclo neoliberal. Lo que ganamos en pluralismo lo pagamos en impotencia y a una época de concentración de poderes siguió otra de parcelación del despotismo y dispersión de los abusos: la metástasis de la corrupción.
Hemos asistido a una disolución en cadena de la moral pública que erosiona ya el concepto de identidad nacional, diluye el pasado y nos arrebata el futuro, expresa. “Tal es, decía el poeta, la dimensión de la muerte deparada”.
En alguna medida todos erramos, reconoce el antiguo profesor de ciencia política: “unos por conformismo, otros por engaño y muchos por inadvertencia”. Es hora de levantar el pensamiento e insertarlo en la historia a través de la acción.
Bien, pero cómo. Qué hay que hacer para salir de este “aberrante ciclo” en el que todos los actores directos del acontecer contemporáneo “cargamos nuestras propias e intransferibles irresponsabilidades”?
La “agenda mínima” para la reconstrucción del país, en opinión de Porfirio, es la siguiente:
-Primero debemos abordar la crisis Estado Nación, en su vertiente histórica e identitaria, para indagar el proyecto que podría otorgarnos viabilidad y las rutas posibles para la regeneración nacional.
-El segundo tema apunta a la instauración del Estado de derecho; los asuntos asociados a la insolente impunidad, la seguridad, la justicia y el respeto a los derechos humanos, sin lo cual no hay democracia verdadera.
-El tercero, al proceso de liberación política que lo haría asequible: la revisión del régimen de gobierno, de sus sistemas representativo y participativo, el federalismo, las autonomías, las elecciones, los partidos políticos y la comunicación. En ambos: la República como objetivo y como método.
-Cuarto, la cuestión crucial de la soberanía en tanto condición para el desarrollo: la integración y supeditación del país, su independencia económica, la migración en la globalidad y la política exterior de la Nación.
-Quinto: la estrategia económica que requiere un Estado de Bienestar que garantice los derechos sociales en condiciones de igualdad y sustentabilidad.
-Sexto, cultura y el conocimiento: el esfuerzo portentoso que por medio de la ciencia, la educación y la tecnología habrá de realizar el país para colocarse a la altura de su tiempo y de su gente.
Tal es la “agenda mínima” que propone Porfirio Muñoz Ledo para salir de la situación en la que nos encontramos. La leo y la releo. Me cuesta trabajo, pero quisiera creer que al menos algo de esta agenda –que debería ir más allá de intereses partidarios— se abordará pronto, porque el reloj sigue marcando las horas.
Más allá de las efemérides de estos días, es un hecho que el país atraviesa por un momento muy complicado y peligroso. Distintas voces lo constatan, lo advierten, lo sufren. Porfirio Muñoz Ledo, uno de los hombres más lúcidos en el conocimiento del Estado, dice en su libro, La vía radical, que es hora de “Refundar la República”.
Los males que aquejan al país son mucho más profundos que un “proceso político desgraciado o un pésimo desempeño económico”, afirma. Resultan “de un extravío del rumbo patrio y precipitan la decadencia en todos los órdenes de la existencia colectiva”.
Para Muñoz Ledo, el tiempo de la transición se ha agotado, con resultados catastróficos: De promesa democrática se tornó en fase terminal y errática del ciclo neoliberal. Lo que ganamos en pluralismo lo pagamos en impotencia y a una época de concentración de poderes siguió otra de parcelación del despotismo y dispersión de los abusos: la metástasis de la corrupción.
Hemos asistido a una disolución en cadena de la moral pública que erosiona ya el concepto de identidad nacional, diluye el pasado y nos arrebata el futuro, expresa. “Tal es, decía el poeta, la dimensión de la muerte deparada”.
En alguna medida todos erramos, reconoce el antiguo profesor de ciencia política: “unos por conformismo, otros por engaño y muchos por inadvertencia”. Es hora de levantar el pensamiento e insertarlo en la historia a través de la acción.
Bien, pero cómo. Qué hay que hacer para salir de este “aberrante ciclo” en el que todos los actores directos del acontecer contemporáneo “cargamos nuestras propias e intransferibles irresponsabilidades”?
La “agenda mínima” para la reconstrucción del país, en opinión de Porfirio, es la siguiente:
-Primero debemos abordar la crisis Estado Nación, en su vertiente histórica e identitaria, para indagar el proyecto que podría otorgarnos viabilidad y las rutas posibles para la regeneración nacional.
-El segundo tema apunta a la instauración del Estado de derecho; los asuntos asociados a la insolente impunidad, la seguridad, la justicia y el respeto a los derechos humanos, sin lo cual no hay democracia verdadera.
-El tercero, al proceso de liberación política que lo haría asequible: la revisión del régimen de gobierno, de sus sistemas representativo y participativo, el federalismo, las autonomías, las elecciones, los partidos políticos y la comunicación. En ambos: la República como objetivo y como método.
-Cuarto, la cuestión crucial de la soberanía en tanto condición para el desarrollo: la integración y supeditación del país, su independencia económica, la migración en la globalidad y la política exterior de la Nación.
-Quinto: la estrategia económica que requiere un Estado de Bienestar que garantice los derechos sociales en condiciones de igualdad y sustentabilidad.
-Sexto, cultura y el conocimiento: el esfuerzo portentoso que por medio de la ciencia, la educación y la tecnología habrá de realizar el país para colocarse a la altura de su tiempo y de su gente.
Tal es la “agenda mínima” que propone Porfirio Muñoz Ledo para salir de la situación en la que nos encontramos. La leo y la releo. Me cuesta trabajo, pero quisiera creer que al menos algo de esta agenda –que debería ir más allá de intereses partidarios— se abordará pronto, porque el reloj sigue marcando las horas.
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