¿Es Calderón un presidente fuerte? II y última

Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder

¿Cuál es el pasado a que se refiere el presidente de México, considerándolo una tragedia si regresásemos a él? El PRI pifió, pero ese partido, entre otros logros, legó a este país el sistema de seguridad social que Acción Nacional no puede mantener vivo; legó un modelo educativo gratuito y obligatorio que asciende desde preescolar hasta posgrados, incluido un régimen de becas para estudios en el extranjero, que facilita una mejor preparación; mantuvo viva la doctrina Estrada hasta 1994, defendió los intereses de la patria y de América Latina y el Caribe hasta que la globalización barrió con todo y entronizó el outsourcing y los poderes fácticos en sustitución de los sindicatos y de un empresariado nacional que dejó de existir con el TLC.

¿A qué pasado se refiere el presidente de esta aterida y sangrada nación? Por lo pronto, el futuro es más aterrador que cualquier pasado, y quiere engañar a la sociedad asegurándole que está México a mitad del camino, de la transición. No es cierto. La verdad indica, según el envío de la agencia EFE, que a diferencia de Alejo Garza, asesinado al defender su rancho del crimen organizado en Tamaulipas, miles de hectáreas han sido abandonadas por el miedo de sus propietarios.

Un funcionario de la Procuraduría General de Justicia de Tamaulipas declaró a esa agencia española de noticias, que los cárteles de las drogas desde principios de año se apoderan de las propiedades para instalar sus centros de operación. Puso como ejemplo el caso de un rancho ubicado en el municipio fronterizo de Mier, donde recientemente murieron abatidos por las fuerzas federales una veintena de sicarios, y recordó la muerte de los 72 inmigrantes centroamericanos que fueron asesinados en una bodega ubicada en una finca cercana al municipio de San Fernando.

Un integrante de la unión de ganaderos de esa entidad, sostiene que “los ganaderos han dejado de ir a los ranchos y se dedican a otra cosa y por tanto la actividad ha venido para abajo. Están abandonando sus propiedades”, dijo a EFE Alejandro Gil, quien cree que las propiedades abandonadas podrían ser unas cinco mil.

Si es verídica la información, bien podemos asegurar que eso no ocurrió durante los 70 años del priato, cuyos defectos fueron otros, pero nunca desproteger a la población a esos niveles, mucho menos abdicar del mandato constitucional. Sus debilidades fueron otras.

Felipe Calderón Hinojosa olvidó que la aplicación de las políticas públicas está hecha por seres humanos, más débiles que fuertes, más proclives a engañar y a abusar en época de crisis que durante las vacas gordas, por lo que, como lo reconocen sus correligionarios, han sido incapaces de erradicar la corrupción y la impunidad, porque los panistas son tan corruptos como cualquier humano.

Leonardo Sciascia apunta: “El poder es violencia, bajo cualquier forma es violencia. Es necesario que sea ejercido, como también son necesarios los sepultureros, pero es preciso alejarse… Es difícil comprender por nosotros mismos que hay cosas que no van 'nunca' bien”. Es cierto, porque en gran medida el futuro de Felipe Calderón Hinojosa como presidente de México, así como el de su 'proyecto' para este país, si es que éste existe, depende en gran medida del Poder Judicial de la Federación, concretamente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, muy particularmente y a partir de enero, de Juan Silva Meza, pues en la consciencia de esos once ministros también está el futuro de la patria, en las controversias constitucionales que definirán las elecciones presidenciales de 2012, lo que de ninguna manera lo hace un presidente fuerte.

No creo que en los próximos 15 días la SCJN dé una resolución sobre la licitación 21, sobre El Encino, ni tampoco creo que complete el número de sus integrantes, pues en el nombre del mismo es que gravita la presión que se empeña en ejercer la institución presidencial sobre un poder autónomo, o ¿será que la incipiente democracia mexicana fue borrada por el PAN?

La realidad de la crisis mexicana pueden leerse a través de las cifras obsequiadas por el Infonavit, que da a conocer que en seis meses el número de casas financiadas con crédito de ese Instituto y que posteriormente fueron abandonadas, creció 16 por ciento. De acuerdo con especialistas, la inseguridad provocada por el crimen organizado es la causante de este fenómeno. Mientras que en marzo de este año se reportaron 41 mil 843 viviendas vacías, en septiembre la cifra subió a 48 mil 617, según datos del propio Instituto.

De allí que me asombre que el presidente Calderón haya dicho el domingo que México no merece quedar parado a mitad del cambio y mucho menos reencontrarse con el pasado y lo antiguo, que representa lo autoritario, irresponsable y que va aparejado a la pobreza y la corrupción.

Luego, pensando en que Acción Nacional tiene todavía 40 años de gobierno por delante, sostuvo: “Sí es posible erradicar la pobreza extrema y lograr la cobertura universal en salud. Estamos a punto de lograr que la economía se coloque a mitad del siglo entre las mayores del mundo, porque México no se merece quedar varado a la mitad del camino del cambio democrático que hemos emprendido y mucho menos la tragedia de regresar a lo antiguo, lo autoritario y lo irresponsable”; es decir, todavía va pa’largo, pero olvidan que el hambre es mala consejera.

En cuanto empezó la danza de las cifras con las muertes causadas por la violencia, la lucha contra el narcotráfico y los daños colaterales, regresé a una seria relectura de Sándor Márai, donde encontré lo siguiente: “Para nosotros, matar es una cuestión jurídica y moral, o una cuestión médica, o un acto permitido o prohibido, un fenómeno limitado dentro de un sistema definido tanto desde un punto de vista jurídico como moral. Nosotros también matamos, pero lo hacemos de una forma más complicada: matamos según prescribe y permite la ley. Matamos en nombre de elevados ideales y en defensa de preciados bienes, matamos para salvaguardar el orden de la convivencia humana. No se puede matar de otra manera”.

No me lo creo, porque como sostiene Philip Keer, morir no es una experiencia de vida; asesinar, matar, sí lo es.

Esta es la diferencia entre el viejo y el nuevo orden, entre el viejo y el nuevo régimen. Entre la dictadura perfecta del PRI y el autoritarismo sin adjetivos del PAN.

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