Alejandro Zapata Perogordo
Un año más, referente obligado para verificar como nos fue. Si en realidad avanzamos o simplemente continuamos inmersos y destinados a la mediocridad. Regularmente nos han acusado de ser un pueblo conformista, plagado de agachones, con muchos complejos y bajo la cultura impuesta de la corrupción alentada por la impunidad.
Sin embargo, a la luz de los hechos de este año, en buena medida se acredita lo contrario, echando por tierra esas aseveraciones. Hemos sido nosotros mismos quienes nos desacreditamos por sí solos y ello produce un ánimo adverso, dejándonos llevar por la percepción y no por la realidad. Es cierto que no somos una nación desarrollada, pero vamos en esa ruta, tampoco podríamos afirmar ser un país de leyes y certidumbre, aunque existen muchas personas que impulsan la concientización social para alcanzar esa meta.
Creo que ha sido un año clave para renovar las esperanzas, pues con los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, estuvimos inmersos en la reflexión colectiva, lo que nos ha permitido adentrarnos en los grandes problemas del país y aportar ideas para su solución.
Muchos de esos esfuerzos se vieron concretados en la realidad, como el de la señora Isabel Miranda de Wallace, que empujó la Ley Antisecuestro o las organizaciones ciudadanas cuya aportación en la Ley de Acciones Colectivas fue fundamental; asimismo, la colaboración de todos para el registro de celulares y la Ley de Datos Personales y qué decir de los juristas, académicos, investigadores y colegios de Abogados, sin cuya participación no hubiera sido posible la reforma constitucional en materia del Juicio de Amparo, que es un hito que transforma la vida jurídica de México, para garantizar y proteger las libertades y derechos de las personas.
En medio de una crisis mundial nuestro país se ha mantenido estable, las reservas internacionales son históricas (más de 110 mil millones de dólares) tasas de interés bajas y el crecimiento industrial arriba del 8 por ciento, generando este año alrededor de un millón de empleos. Además, se terminó con el añejo problema de Luz y Fuerza del Centro.
La participación solidaria de todos (autoridades y gobiernos) hizo posible superar la pandemia del H1N1, que causó conmoción mundial en el 2009. Ello fue toral en el fortalecimiento del seguro popular y la infraestructura hospitalaria. De cada cuatro casas habitación que existen en el país, una se ha construido en los últimos diez años, programa vigorizado este año.
Creo que un mensaje medular es el desafuero de un diputado federal, por la Cámara de Diputados, al presumir su participación con la delincuencia organizada, medida aplaudida por todos, reencauzando el sometimiento al imperio de ley.
El combate a la delincuencia organizada es el renglón más sentido. La lucha ha sido feroz, en tanto que la reacción de las bandas criminales es sanguinaria y encaminada a causar pánico e impotencia social. Pese a los logros oficiales, con los mayores decomisos de droga, armas y la detención de grandes capos, aún no se ha logrado eliminar la violencia que se recrudece y permea en muchas partes del país.
Vivimos en la pluralidad y los procesos electorales son competidos y respetados los resultados y hasta tiempo nos dimos para disfrutar los partidos mundialistas e identificarnos con el campeón.
Independientemente de los logros materiales que se puedan destacar, lo más importante y trascendente de este 2010, es el proceso de concientización ciudadana que hemos alcanzado, pues sin percatarnos ahora damos el debate social en todas partes, nos informamos de los problemas y participamos con nuestras opiniones, estamos haciendo uso de las libertades y construyendo el porvenir.
Un año más, referente obligado para verificar como nos fue. Si en realidad avanzamos o simplemente continuamos inmersos y destinados a la mediocridad. Regularmente nos han acusado de ser un pueblo conformista, plagado de agachones, con muchos complejos y bajo la cultura impuesta de la corrupción alentada por la impunidad.
Sin embargo, a la luz de los hechos de este año, en buena medida se acredita lo contrario, echando por tierra esas aseveraciones. Hemos sido nosotros mismos quienes nos desacreditamos por sí solos y ello produce un ánimo adverso, dejándonos llevar por la percepción y no por la realidad. Es cierto que no somos una nación desarrollada, pero vamos en esa ruta, tampoco podríamos afirmar ser un país de leyes y certidumbre, aunque existen muchas personas que impulsan la concientización social para alcanzar esa meta.
Creo que ha sido un año clave para renovar las esperanzas, pues con los festejos del Bicentenario de la Independencia y el Centenario de la Revolución, estuvimos inmersos en la reflexión colectiva, lo que nos ha permitido adentrarnos en los grandes problemas del país y aportar ideas para su solución.
Muchos de esos esfuerzos se vieron concretados en la realidad, como el de la señora Isabel Miranda de Wallace, que empujó la Ley Antisecuestro o las organizaciones ciudadanas cuya aportación en la Ley de Acciones Colectivas fue fundamental; asimismo, la colaboración de todos para el registro de celulares y la Ley de Datos Personales y qué decir de los juristas, académicos, investigadores y colegios de Abogados, sin cuya participación no hubiera sido posible la reforma constitucional en materia del Juicio de Amparo, que es un hito que transforma la vida jurídica de México, para garantizar y proteger las libertades y derechos de las personas.
En medio de una crisis mundial nuestro país se ha mantenido estable, las reservas internacionales son históricas (más de 110 mil millones de dólares) tasas de interés bajas y el crecimiento industrial arriba del 8 por ciento, generando este año alrededor de un millón de empleos. Además, se terminó con el añejo problema de Luz y Fuerza del Centro.
La participación solidaria de todos (autoridades y gobiernos) hizo posible superar la pandemia del H1N1, que causó conmoción mundial en el 2009. Ello fue toral en el fortalecimiento del seguro popular y la infraestructura hospitalaria. De cada cuatro casas habitación que existen en el país, una se ha construido en los últimos diez años, programa vigorizado este año.
Creo que un mensaje medular es el desafuero de un diputado federal, por la Cámara de Diputados, al presumir su participación con la delincuencia organizada, medida aplaudida por todos, reencauzando el sometimiento al imperio de ley.
El combate a la delincuencia organizada es el renglón más sentido. La lucha ha sido feroz, en tanto que la reacción de las bandas criminales es sanguinaria y encaminada a causar pánico e impotencia social. Pese a los logros oficiales, con los mayores decomisos de droga, armas y la detención de grandes capos, aún no se ha logrado eliminar la violencia que se recrudece y permea en muchas partes del país.
Vivimos en la pluralidad y los procesos electorales son competidos y respetados los resultados y hasta tiempo nos dimos para disfrutar los partidos mundialistas e identificarnos con el campeón.
Independientemente de los logros materiales que se puedan destacar, lo más importante y trascendente de este 2010, es el proceso de concientización ciudadana que hemos alcanzado, pues sin percatarnos ahora damos el debate social en todas partes, nos informamos de los problemas y participamos con nuestras opiniones, estamos haciendo uso de las libertades y construyendo el porvenir.
Comentarios
Use el internet para informase, no lea solo el reforma, ni vea televisa o tv azteca... Tenga exelente año 2011 -le invito a ampliar su criterio