Ezequiel Flores Contreras
La masacre de los 20 michoacanos levantados en Acapulco el pasado 30 de septiembre no solo desató una ola de violencia sin precedentes en este puerto y evidenció la indolencia gubernamental, sino que provocó una fractura en la estructura de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, que marcó la detención de su suegro, Carlos Montemayor González, El Charro o El Compadre, quien asumió la jefatura de la organización tras la aprehensión del narco estadunidense.
Este hecho generó una serie de operaciones de agentes federales y militares en búsqueda de los michoacanos, y provocó una confrontación verbal entre los gobernadores de Michoacán, Leonel Godoy, y de Guerrero, Zeferino Torreblanca. El primero señaló que eran paseantes; el segundo, cuestionó la condición de turistas de las víctimas y vinculó este hecho con el crimen organizado.
En este contexto, una serie de crímenes, videos y narcomensajes registrados entre 19 de octubre y el 7 de noviembre en Acapulco, exhibieron el nivel de infiltración de la organización de La Barbie en las estructuras políticas y policíacas de ese puerto, y evidenciaron la ruptura de su grupo en su principal bastión del Pacífico mexicano.
En un primer video, “subido” en internet el 19 de octubre, se ve a un policía interrogado por tres hombres armados: éste señala que otros uniformados y comandantes de su corporación trabajan para Édgar Valdez, y los responsabilizaba de la desaparición de los 20 michoacanos.
El 3 de noviembre circuló otro video, en el que dos hombres afirmaban que Carlos Montemayor, El Charro, y sus brazos ejecutores identificados como “Tilde” y “Sóstenes” --ambos originarios de la región de Tierra Caliente-- habrían ordenado el asesinato de los michoacanos “en venganza por que La Familia les arrebató la plaza de Ciudad Altamirano“ (Proceso 1775).
Un día antes, el 2 de noviembre, mediante una delación de presuntos narcotraficantes, autoridades ministeriales descubrieron una narcofosa en el poblado de Tunzingo, zona rural de Acapulco, donde al siguiente día fueron exhumados 18 cuerpos que correspondían al grupo de 20 los michoacanos. A la fecha, dos de ellos siguen desaparecidos.
Cuatro días después, el 7 de noviembre, se difundió otro video en la red social Youtube --que se adjudicó Carlos Montemayor, El Charro--, donde se deslindó de la desaparición y muerte de los michoacanos, y atribuyó la barbarie a un facción de operadores de Valdez Villarreal en este puerto que decidieron conformar el grupo denominado Cartel Independiente de Acapulco (Cida).
En un mensaje escrito formado por diapositivas, Montemayor señaló que la múltiple ejecución fue ordenada por los líderes del Cida, identificados como Carlos Antonio Barragán Hernández, El Melón; Benjamín Flores Reyes, El padrino; Moisés Montero, El Coreano; Víctor Hugo Galeana, El Gordo; Cristian Hernández, El Cris; y Heber Sosa Carvajal, El Cremas.
Refirió que los integrantes del Cida actuaron en complicidad con agentes de Tránsito Municipal y acusó al alcalde priista de Acapulco, José Luís Ávila; a dos funcionarios municipales más y al empresario porteño Joaquín Alonso Piedra, como operadores políticos y financieros de este grupo disidente de la estructura de La Barbie.
En el afán de deslindarse de la masacre de los michoacanos, el conflicto interno de la estructura de Valdez Villarreal desató una de las más cruentas jornadas de violencia que se han registrado en Acapulco, que afectó dramáticamente la imagen turística de este destino de playa.
En un periodo de 15 días fueron masacradas más de 60 personas, civiles, policías y operadores vinculados presuntamente a los grupos de El Charro y el Cida, principalmente.
Las ejecuciones y balaceras a todas horas llenaron las calles de terror y sangre; la zozobra y psicosis envolvieron a la ciudadanía porteña.
Esta pugna intestina, también alcanzó a operadores políticos de las campañas de los candidatos a la gubernatura: Manuel Añorve Baños, de la coalición “Tiempos mejores para Guerrero”, conformada por el PRI, Partido Verde y Nueva Alianza (Panal), así como de Ángel Heladio Aguirre Rivero, de la alianza “Guerrero nos une” (PRD, PT y Convergencia).
El 21 de octubre, fueron encontrados ejecutados y tirados en un basurero del poblado cuatro hombres, entre ellos Antonio Valdez Andrade, dirigente de comerciantes ambulantes y coordinador de campaña de Manuel Añorve. En el lugar, los sicarios dejaron un mensaje firmado por El H y Los Zetas donde vincula a las víctimas con La Barbie.
Posteriormente, el 12 de noviembre, fue ejecutado el dirigente transportista y promotor de la candidatura de Aguirre Rivero, Evaristo Carvajal Vega; encima del cadáver los victimarios dejaron un mensaje que lo vinculaba con el grupo de Carlos Montemayor, El Charro.
Luego de dejar Acapulco colapsado y sumido en el terror, el martes 23, agentes federales detuvieron al suegro de La Barbie, Carlos Montemayor González, y a dos de sus guardaespaldas en la exclusiva zona de Santa Fe, en la Ciudad de México.
En sus declaraciones ministeriales, El Charro reiteró que el cártel Independiente de Acapulco, ejecutó a los 20 michoacanos levantados el pasado 30 de septiembre, al confundirlos con integrantes de La Familia Michoacana que llegaban a ocupar la plaza; y calificó los hechos como un error.
Reveló que la escisión se produjo justo después de que Valdez Villarreal fuera detenido.
La masacre de los 20 michoacanos levantados en Acapulco el pasado 30 de septiembre no solo desató una ola de violencia sin precedentes en este puerto y evidenció la indolencia gubernamental, sino que provocó una fractura en la estructura de Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, que marcó la detención de su suegro, Carlos Montemayor González, El Charro o El Compadre, quien asumió la jefatura de la organización tras la aprehensión del narco estadunidense.
Este hecho generó una serie de operaciones de agentes federales y militares en búsqueda de los michoacanos, y provocó una confrontación verbal entre los gobernadores de Michoacán, Leonel Godoy, y de Guerrero, Zeferino Torreblanca. El primero señaló que eran paseantes; el segundo, cuestionó la condición de turistas de las víctimas y vinculó este hecho con el crimen organizado.
En este contexto, una serie de crímenes, videos y narcomensajes registrados entre 19 de octubre y el 7 de noviembre en Acapulco, exhibieron el nivel de infiltración de la organización de La Barbie en las estructuras políticas y policíacas de ese puerto, y evidenciaron la ruptura de su grupo en su principal bastión del Pacífico mexicano.
En un primer video, “subido” en internet el 19 de octubre, se ve a un policía interrogado por tres hombres armados: éste señala que otros uniformados y comandantes de su corporación trabajan para Édgar Valdez, y los responsabilizaba de la desaparición de los 20 michoacanos.
El 3 de noviembre circuló otro video, en el que dos hombres afirmaban que Carlos Montemayor, El Charro, y sus brazos ejecutores identificados como “Tilde” y “Sóstenes” --ambos originarios de la región de Tierra Caliente-- habrían ordenado el asesinato de los michoacanos “en venganza por que La Familia les arrebató la plaza de Ciudad Altamirano“ (Proceso 1775).
Un día antes, el 2 de noviembre, mediante una delación de presuntos narcotraficantes, autoridades ministeriales descubrieron una narcofosa en el poblado de Tunzingo, zona rural de Acapulco, donde al siguiente día fueron exhumados 18 cuerpos que correspondían al grupo de 20 los michoacanos. A la fecha, dos de ellos siguen desaparecidos.
Cuatro días después, el 7 de noviembre, se difundió otro video en la red social Youtube --que se adjudicó Carlos Montemayor, El Charro--, donde se deslindó de la desaparición y muerte de los michoacanos, y atribuyó la barbarie a un facción de operadores de Valdez Villarreal en este puerto que decidieron conformar el grupo denominado Cartel Independiente de Acapulco (Cida).
En un mensaje escrito formado por diapositivas, Montemayor señaló que la múltiple ejecución fue ordenada por los líderes del Cida, identificados como Carlos Antonio Barragán Hernández, El Melón; Benjamín Flores Reyes, El padrino; Moisés Montero, El Coreano; Víctor Hugo Galeana, El Gordo; Cristian Hernández, El Cris; y Heber Sosa Carvajal, El Cremas.
Refirió que los integrantes del Cida actuaron en complicidad con agentes de Tránsito Municipal y acusó al alcalde priista de Acapulco, José Luís Ávila; a dos funcionarios municipales más y al empresario porteño Joaquín Alonso Piedra, como operadores políticos y financieros de este grupo disidente de la estructura de La Barbie.
En el afán de deslindarse de la masacre de los michoacanos, el conflicto interno de la estructura de Valdez Villarreal desató una de las más cruentas jornadas de violencia que se han registrado en Acapulco, que afectó dramáticamente la imagen turística de este destino de playa.
En un periodo de 15 días fueron masacradas más de 60 personas, civiles, policías y operadores vinculados presuntamente a los grupos de El Charro y el Cida, principalmente.
Las ejecuciones y balaceras a todas horas llenaron las calles de terror y sangre; la zozobra y psicosis envolvieron a la ciudadanía porteña.
Esta pugna intestina, también alcanzó a operadores políticos de las campañas de los candidatos a la gubernatura: Manuel Añorve Baños, de la coalición “Tiempos mejores para Guerrero”, conformada por el PRI, Partido Verde y Nueva Alianza (Panal), así como de Ángel Heladio Aguirre Rivero, de la alianza “Guerrero nos une” (PRD, PT y Convergencia).
El 21 de octubre, fueron encontrados ejecutados y tirados en un basurero del poblado cuatro hombres, entre ellos Antonio Valdez Andrade, dirigente de comerciantes ambulantes y coordinador de campaña de Manuel Añorve. En el lugar, los sicarios dejaron un mensaje firmado por El H y Los Zetas donde vincula a las víctimas con La Barbie.
Posteriormente, el 12 de noviembre, fue ejecutado el dirigente transportista y promotor de la candidatura de Aguirre Rivero, Evaristo Carvajal Vega; encima del cadáver los victimarios dejaron un mensaje que lo vinculaba con el grupo de Carlos Montemayor, El Charro.
Luego de dejar Acapulco colapsado y sumido en el terror, el martes 23, agentes federales detuvieron al suegro de La Barbie, Carlos Montemayor González, y a dos de sus guardaespaldas en la exclusiva zona de Santa Fe, en la Ciudad de México.
En sus declaraciones ministeriales, El Charro reiteró que el cártel Independiente de Acapulco, ejecutó a los 20 michoacanos levantados el pasado 30 de septiembre, al confundirlos con integrantes de La Familia Michoacana que llegaban a ocupar la plaza; y calificó los hechos como un error.
Reveló que la escisión se produjo justo después de que Valdez Villarreal fuera detenido.
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