La sonrisa de La Barbie

Jorge Carrasco Araizaga

Edgar Valdez Villarreal, La Barbie, es uno de los hombres que más sabe cómo y quiénes desde la política, las fuerzas de seguridad –civiles y militares– y los negocios protegen y fomentan el narcotráfico en México.

Por eso se reía cuando los hombres del superpolicía Genaro García Luna lo presentaron a la prensa como uno de los “grandes golpes” del gobierno mexicano
contra el crimen organizado.

Sabía que en ese momento era parte del juego propagandístico del gobierno de Felipe Calderón y que tarde o temprano estaría de regreso a su país, Estados Unidos, en donde la corte federal del Distrito Este de Louisiana le sigue un proceso por tráfico de drogas.

El narcotraficante, de origen texano, acaba de ser encarcelado el sábado 20 en el penal federal de máxima seguridad del Altiplano, en el estado de México, al concluir su arraigo. El gobierno estadunidense ya solicitó su extradición y es altamente probable que allá se acoja al programa de testigos protegidos, como lo han hecho por años decenas de narcotraficantes colombianos y mexicanos.

En las horas posteriores a su detención, el 30 de agosto pasado, las versiones sobre su captura fueron no sólo contradictorias, sino poco creíbles. García Luna y sus funcionarios de la secretaría de Seguridad Pública y la Policía Federal no hallaban cómo explicar, siquiera con algo de verosimilitud, la manera en que “cayó” La Barbie.

Desde una infracción de tránsito hasta la más sofisticada y prolongada labor de inteligencia intentaron como argumentos de una detención inevitable, no sólo por la presión e información de los Estados Unidos, sino por la condición de aislamiento en que se encontraba en el mapa del narcotráfico mexicano.

La ejecución de Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, en diciembre pasado en Cuernavaca, a manos de infantes de la Armada de México, marcó también su derrumbe. En su conflicto con Héctor Beltrán Leyva, El H, por el control de la organización, La Barbie se fue quedando solo, sin la protección de otros cárteles.

Tal vez apostó al todo o nada porque ya tenía lo que ahora es su gran carta de negociación: la historia de protección política, militar y policial al narcotráfico
en México y la de los “empresarios” prestanombres encargados de lavar dinero.

Su paso por prácticamente todas las organizaciones importantes del narcotráfico en el país le proveyó de esa información que muy probablemente le dará a Estados Unidos a cambio de la reducción de su pena, además de que pagará algunos de los millones de dólares que durante años obtuvo, en especial del trasiego de droga y dinero entre Colombia y México.

Conoce, sobre todo, la protección que ha tenido el cartel de Sinaloa, en particular Joaquín El Chapo Guzmán en los gobiernos del PAN. En el gobierno de Vicente Fox, cuando el capo sinaloense se escapó de Puente Grande, Jalisco, los hermanos Beltrán Leyva y La Barbie formaban parte de esa organización.

Eran los encargados de las negociaciones con los narcotraficantes en Colombia, según declaraciones de testigos protegidos de ese país en Miami. También estaban a cargo de la compra de funcionarios de la Procuraduría General de la República, tanto en el sexenio de Vicente Fox como en el de Felipe Calderón.

Valdez Villareal pasó también por el cartel del Golfo, con Osiel Cárdenas Guillén, y de su entonces brazo armado, Los Zetas. Sabe muy bien la historia de la protección oficial que recibieron esas organizaciones en los estados del Golfo, empezando por Tamaulipas, siguiendo en Veracruz y bajando a Tabasco.

La expansión del cartel del Golfo le permitió, con el apoyo de los militares desertores que formaron Los Zetas, llegar a estados como Colima y Michoacán. La
Barbie vio de cerca el surgimiento de La Familia Michoacana, y la red de protección que tuvo desde que se hacía llamar La Empresa, cuando sus sicarios recibieron entrenamiento de Los Zetas.

Valdez Villarreal tiene mucha información de la protección que los gobiernos –federal y estatales– del PAN, el PRI y el PRD le han dado al narcotráfico. No sólo
en el sexenio pasado, sino en el actual.

Cuando el juez Octavo de Distrito de Procesos Penales Federales en el Distrito Federal resuelva la solicitud de extradición hecha por Estados Unidos, la Casa
Blanca y el Capitolio le seguirán dando a Calderón “todos los juguetes contra el narcotráfico”.

Pero la información sobre la corrupción y la protección oficial del narcotráfico en México durante las presidencias del PAN se guardará bajo reserva en Estados Unidos.

Los implicados del foxismo y el calderonismo estarán a salvo. La Barbie seguirá sonriendo.

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