La Maestra se carcajea

Martha Anaya / Crónica de Política

La obsesión de Elba Esther Gordillo algunos la reducen a una sola palabra: poder.

Y lo tiene. Muchísimo. Al grado de poder definir una elección presidencial, como se vio en 2006.

Pero esa atracción por el poder se ha manifestado en el último decenio en dos deseos hasta ahora incumplidos para La Maestra: ser secretaria de Educación y ser presidenta del PRI.

Del primero, la titularidad de la SEP, bien podría ocurrir que algún día se encarame a esa posición. Por ahora, tiene poder de veto, tiene a su yerno en la subsecretaría, mueve los hilos de la secretaría a como le viene en gana, y se da el lujo de regañar a los secretarios en turno.

Respecto a la dirigencia del PRI, no la tiene tan fácil. Fue expulsada del partido tras la elección del 2006. Y si bien no es imposible que retornara a las filas priistas –ya han hablado del tema algunos gobernadores priistas apoyados por ella–, hoy en día su posición fuera del PRI, con el sindicato de maestros a su servicio y con el Partido Nueva Alianza bajo su égida, se puede dar otros lujos.

¿Cuáles? Pues ya no sólo apuntalar gobernadores, y candidatos a gubernaturas –sin importar filiación política–, sino situar en el tablero por la dirigencia del PRI, esa que ella no logró en su momento, a uno de sus protegidos: el actual gobernador de Coahuila, Humberto Moreira.

Esta jugada, tejida tranquilamente por Elba Esther a lo largo del último año, no sólo la ha hecho reír y disfrutar, sino carcajearse ante los rostros de quienes han sido sus acérrimos enemigos: Beatriz Paredes y Manlio Fabio Beltrones.

La Maestra sabe que si logra llevar a Moreira a la presidencia del PRI, no sólo significaría su retorno moral al partido en que militó durante más de 30 años, sino implicaría un portazo a las aspiraciones presidenciales de Beatriz y Manlio. Les habría ganado la jugada por donde menos la esperaban.

Esa es Elba Esther Gordillo. Su olfato político no está a discusión. Su maquiavelismo tampoco. Y sus rencores mucho menos. Ella no olvida.

¿Recordamos algo de ella en esta última década? Aquí va a vuelo de pájaro:

Desde que el PRI perdió la Presidencia de la República Elba Esther Gordillo entró de lleno a la lucha del poder al interior del partido. Desafiante, soltó a sus bocabajeados correligionarios a mediados del 2001: “O cambian, o me voy…” y anunció la creación de una nueva organización fuera del partido.

Quería ser Presidenta del tricolor. Lo reiteró una vez más. No pocos priistas acusaron los anhelos de La Maestra con terror. Ya era amiga del recién electo Presidente de la República Vicente Fox.

Un año más tarde, 2002, Roberto Madrazo la llevó como compañera de fórmula en su lucha por la dirigencia del PRI frente a Beatriz Paredes. La elección interna otorgó el triunfo a Madrazo y Elba bajo el calificativo de “cochinero” por parte de sus contrincantes.

Secretaria general del PRI y cabeza del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), se convirtió además en la coordinadora de la bancada priista San Lázaro, de la que fue defenestrada en diciembre del 2004 por negociar con Fox –supuestamente a espaldas de los priistas—un aumento al IVA.

Se recluyó en San Diego. Estuvo al borde de la muerte pero se recuperó y volvió a la política para formar con todas las de la ley el Panal. Formalmente, ella seguía militando en las filas del PRI. Algunos priistas piden su expulsión.

Se acerca el proceso de elección del candidato a la Presidencia de la República. Madrazo quiere competir –y dejar por ende la presidencia del PRI. Elba Esther sigue siendo la secretaria general del partido. Quiere la dirigencia del tricolor para ella. No la dejan pasar.

Viene la elección del 2006 y Elba Esther Gordillo, desdeñada por Andrés Manuel López Obrador, la juega con Felipe Calderón de última hora. Obtiene para sus allegados puestos en el gobierno. A ella no le dan la SEP.

Y ahora que se acerca el 2012, La Maestra vuelve a mover sus fichas. Lo increíble es que ha logrado hacerlo de nuevo –aún estando fuera del partido—dentro del PRI. Lo hace no sólo para cobrar venganza de viejos agravios (Paredes, Beltrones y Madrazo se la deben), sino porque hasta ahora el candidato puntero es del PRI y se llama Enrique Peña Nieto.

Aún no concluye la partida, ciertamente –tampoco ella protesta fidelidad eterna a Peña Nieto, se moverá según sus intereses y según las circunstancias–, pero por ahora, La Maestra no deja de carcajearse.

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