Jenaro Villamil
El domingo 7 de noviembre se realizó la “gran final” de Iniciativa México con un enorme despliegue mediático que recordó el estilo y la propuesta del Teletón, surgido hace 13 años, como un mecanismo para disfrazar de filantropía lo que en realidad es un ejercicio de exención fiscal para los grandes donantes.
Iniciativa México es algo mucho más ambicioso que el Teletón. No sólo se trató de premiar a los seis finalistas de una lista de poco más de 47 mil inscritos y convocar a la audiencia a que “votara” por las organizaciones a partir de las cápsulas televisivas desplegadas a modo, para que funcionaran como “el espectáculo de los nuevos héroes mexicanos”, según Emilio Azcárraga Jean.
Por lo pronto, Iniciativa México le aportó a las dos televisoras, pero, en especial, a Televisa una red de comunicación y de enlace con casi 50 mil organizaciones no gubernamentales que se pueden convertir también en un potencial político para un escenario electoral que reclame a “ciudadanos independientes” como candidatos o figuras emblemáticas que reciban el apoyo de la pantalla comercial.
Tal como han expresado algunos observadores desde adentro de la propia Iniciativa México, se trata de la gestación de un “partido de las televisoras” o de un neocorporativismo que ya no pasa por las clientelas partidistas y gubernamentales, sino por el palomeo del poder mediático.
Las “buenas iniciativas” impulsadas tuvieron el buen tacto de no afectar ninguno de los intereses del poder mediático. Ninguno de los rubros del concurso se relacionó, por ejemplo, con la iniciativa de crear nuevos medios de comunicación alternos a los ya existentes. Ni radios comunitarias, ni medios cibernéticos, mucho menos productores independientes de contenidos audiovisuales forman parte de los mexicanos que son “agentes del cambio”.
La sospecha de una ambición política más amplia, no evidente, está presente desde que el 7 de junio se realizó un gran despliegue mediático para promover a la Iniciativa México. Con humildad, en un tono característico de un candidato, Azcárraga Jean remató así su discurso durante la presentación de la iniciativa:
“Ojalá, dentro de 100 años, alguien se acuerde un buen día, que en 2010, los mexicanos supimos poner de lado nuestras diferencias para reconocer lo mejor de nosotros mismos y para conseguir la transformación que el país aguarda.”
Por supuesto, los que tienen diferencias con Televisa no entran dentro de ese gran acuerdo. Aquellos medios que no participan en su agenda, pueden ser objeto de ataques inusitados en pantalla, como sucedió entre el 6 y 9 de septiembre en contra del Grupo Reforma, editor de los periódicos Metro y Reforma.
Tampoco se integraron a la campaña teledirigida periódicos como La Jornada, Diario de Yucatán y mucho menos revistas como Proceso que anticipó en su portada de aquella ocasión que Iniciativa México se trataba de darle una nueva careta a la oligarquía encapsulada en torno a las televisoras.
En la final del evento, el lugar protagónico ya no lo ocupó la organización Ashoka, que tendría el “voto de calidad” frente a los intereses mediáticos, ya que cuenta con una amplia experiencia en 70 países promoviendo a los “emprendedores sociales”.
El sitio de aval moral fue para el rector de la UNAM, José Narro Robles, quien, quizá de manera involuntaria, puso el empeño del buen nombre y de la autonomía de la principal universidad pública del país para avalar esta especie de Big Brother de las organizaciones ciudadanas. Siendo suspicaces, tal vez Iniciativa México sea la plataforma para impulsar a “candidatos ciudadanos” como el exrector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, siempre y cuando garantice la continuidad de los intereses del duopolio televisivo.
Por lo pronto, tras la Iniciativa México ya surgió otra “campaña paraguas” con una mayor carga ideológica: Todo es Mejor en Familia. Según Televisa, se trata de ser “un fuerte promotor de la unión familiar” y dar “consejos prácticas para reforzar valores”.
Todo es Mejor en Familia no promueve la multiplicidad y diversidad de las familias, incluídas aquellas formadas por parejas del mismo sexo; mucho menos aquellas encabezadas por sólo uno de los padres. Se trata de enlazarse con las familias tradicionales (padre, madre, hijos, abuelas, etcétera).
Como en el caso del Teletón, de la Iniciativa México y de otros eventos de “valores”, lo único que brilla por su ausencia es la transparencia en el manejo de los fondos que alientan estas empresas mediáticas.
El domingo 7 de noviembre se realizó la “gran final” de Iniciativa México con un enorme despliegue mediático que recordó el estilo y la propuesta del Teletón, surgido hace 13 años, como un mecanismo para disfrazar de filantropía lo que en realidad es un ejercicio de exención fiscal para los grandes donantes.
Iniciativa México es algo mucho más ambicioso que el Teletón. No sólo se trató de premiar a los seis finalistas de una lista de poco más de 47 mil inscritos y convocar a la audiencia a que “votara” por las organizaciones a partir de las cápsulas televisivas desplegadas a modo, para que funcionaran como “el espectáculo de los nuevos héroes mexicanos”, según Emilio Azcárraga Jean.
Por lo pronto, Iniciativa México le aportó a las dos televisoras, pero, en especial, a Televisa una red de comunicación y de enlace con casi 50 mil organizaciones no gubernamentales que se pueden convertir también en un potencial político para un escenario electoral que reclame a “ciudadanos independientes” como candidatos o figuras emblemáticas que reciban el apoyo de la pantalla comercial.
Tal como han expresado algunos observadores desde adentro de la propia Iniciativa México, se trata de la gestación de un “partido de las televisoras” o de un neocorporativismo que ya no pasa por las clientelas partidistas y gubernamentales, sino por el palomeo del poder mediático.
Las “buenas iniciativas” impulsadas tuvieron el buen tacto de no afectar ninguno de los intereses del poder mediático. Ninguno de los rubros del concurso se relacionó, por ejemplo, con la iniciativa de crear nuevos medios de comunicación alternos a los ya existentes. Ni radios comunitarias, ni medios cibernéticos, mucho menos productores independientes de contenidos audiovisuales forman parte de los mexicanos que son “agentes del cambio”.
La sospecha de una ambición política más amplia, no evidente, está presente desde que el 7 de junio se realizó un gran despliegue mediático para promover a la Iniciativa México. Con humildad, en un tono característico de un candidato, Azcárraga Jean remató así su discurso durante la presentación de la iniciativa:
“Ojalá, dentro de 100 años, alguien se acuerde un buen día, que en 2010, los mexicanos supimos poner de lado nuestras diferencias para reconocer lo mejor de nosotros mismos y para conseguir la transformación que el país aguarda.”
Por supuesto, los que tienen diferencias con Televisa no entran dentro de ese gran acuerdo. Aquellos medios que no participan en su agenda, pueden ser objeto de ataques inusitados en pantalla, como sucedió entre el 6 y 9 de septiembre en contra del Grupo Reforma, editor de los periódicos Metro y Reforma.
Tampoco se integraron a la campaña teledirigida periódicos como La Jornada, Diario de Yucatán y mucho menos revistas como Proceso que anticipó en su portada de aquella ocasión que Iniciativa México se trataba de darle una nueva careta a la oligarquía encapsulada en torno a las televisoras.
En la final del evento, el lugar protagónico ya no lo ocupó la organización Ashoka, que tendría el “voto de calidad” frente a los intereses mediáticos, ya que cuenta con una amplia experiencia en 70 países promoviendo a los “emprendedores sociales”.
El sitio de aval moral fue para el rector de la UNAM, José Narro Robles, quien, quizá de manera involuntaria, puso el empeño del buen nombre y de la autonomía de la principal universidad pública del país para avalar esta especie de Big Brother de las organizaciones ciudadanas. Siendo suspicaces, tal vez Iniciativa México sea la plataforma para impulsar a “candidatos ciudadanos” como el exrector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, siempre y cuando garantice la continuidad de los intereses del duopolio televisivo.
Por lo pronto, tras la Iniciativa México ya surgió otra “campaña paraguas” con una mayor carga ideológica: Todo es Mejor en Familia. Según Televisa, se trata de ser “un fuerte promotor de la unión familiar” y dar “consejos prácticas para reforzar valores”.
Todo es Mejor en Familia no promueve la multiplicidad y diversidad de las familias, incluídas aquellas formadas por parejas del mismo sexo; mucho menos aquellas encabezadas por sólo uno de los padres. Se trata de enlazarse con las familias tradicionales (padre, madre, hijos, abuelas, etcétera).
Como en el caso del Teletón, de la Iniciativa México y de otros eventos de “valores”, lo único que brilla por su ausencia es la transparencia en el manejo de los fondos que alientan estas empresas mediáticas.
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