Por Rosaura Barahona / El Norte
Mi último artículo terminaba diciendo: "Mientras no nos involucremos todos en algo en beneficio de nuestra comunidad seguiremos recordando y presenciando fraudes y ocultamientos".
. . .
Tema extenso y esencial en donde nosotros somos elementos claves para mejorar las cosas; pero pasemos al tema de hoy: la impunidad esperada.
Se trata de los Legionarios. El domingo se publicó una nota sobre la renuncia de Santiago Oriol a los Legionarios de Cristo, la congregación fundada por un vivales llamado Marcial Maciel.
La renuncia de Oriol (tiene tres hermanos sacerdotes, una hermana superiora del Reino de Cristo y otra carmelita descalza) no es la de cualquier legionario porque su papá, Ignacio María Oriol, un banquero de mucho dinero, abrió las puertas de España al gran timador, Maciel, quien gracias a eso se vinculó con familias españolas millonarias.
El texto en donde Santiago Oriol explica las razones de su renuncia fue leído por su hermano Alfonso: "Primero, porque no puede creer en la Legión; segundo, porque ya no confía en ella; tercero, porque no está de acuerdo en la manera de vivir la caridad en la congregación, donde no se trata a todos por igual, como antes siempre se les había tratado, y cuarto, porque se opone al entramado financiero creado con base en teorías economistas, y porque su incapacidad de adaptación llegó al máximo". El Padre Santiago afirmó: "Yo no dejé mi vida y mi pellejo durante estos 20 años en el Colegio Everest para ingresar en una empresa, sino para entrar en una obra de Dios".
Una ex empleada de la Legión dice que la renuncia de Oriol, director del colegio durante los últimos 20 años y también superior de la congregación, es muy significativa porque conoció de primera mano los manejos financieros del grupo que administra la fortuna de los Legionarios, calculada por los expertos en 25 mil millones de euros. "La decisión del Padre Santiago, dice, es una bocanada de aire ante el tufo que se respira por la podredumbre en la cúpula de la Legión".
Por supuesto, los Legionarios minimizaron la salida de Oriol y escribieron una carta a los padres del Everest en donde lamentan su partida y aseguran que todo marcha con normalidad.
Cuando se empezó a hablar de la condena de Benedicto XVI hacia la Legión y de cómo se revisaría todo a fondo, yo dije que serían arreglos cosméticos. Benedicto no es tonto y jamás osaría perder las carretadas de dinero que llegan al Vaticano desde la Legión.
Por eso no sorprende su impunidad: continuarán viviendo en un lujo ofensivo y anticristiano, seguirán ocultando los crímenes de algunos de sus sacerdotes, servirán a los ricos, seguirán rechazando sacerdotes prietos o negros y sostendrán en sus puestos a los altos jerarcas, conocedores de la triple vida de Maciel y cómplices de sus crímenes.
O sea, tras la polvareda salen fortalecidos. Y, encima, ya empieza el movimiento reivindicador de Maciel: todas las acusaciones en su contra son falsas. El hombre sigue siendo un santo, pero en el cielo.
Que pregunten a sus víctimas.
Mi último artículo terminaba diciendo: "Mientras no nos involucremos todos en algo en beneficio de nuestra comunidad seguiremos recordando y presenciando fraudes y ocultamientos".
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Tema extenso y esencial en donde nosotros somos elementos claves para mejorar las cosas; pero pasemos al tema de hoy: la impunidad esperada.
Se trata de los Legionarios. El domingo se publicó una nota sobre la renuncia de Santiago Oriol a los Legionarios de Cristo, la congregación fundada por un vivales llamado Marcial Maciel.
La renuncia de Oriol (tiene tres hermanos sacerdotes, una hermana superiora del Reino de Cristo y otra carmelita descalza) no es la de cualquier legionario porque su papá, Ignacio María Oriol, un banquero de mucho dinero, abrió las puertas de España al gran timador, Maciel, quien gracias a eso se vinculó con familias españolas millonarias.
El texto en donde Santiago Oriol explica las razones de su renuncia fue leído por su hermano Alfonso: "Primero, porque no puede creer en la Legión; segundo, porque ya no confía en ella; tercero, porque no está de acuerdo en la manera de vivir la caridad en la congregación, donde no se trata a todos por igual, como antes siempre se les había tratado, y cuarto, porque se opone al entramado financiero creado con base en teorías economistas, y porque su incapacidad de adaptación llegó al máximo". El Padre Santiago afirmó: "Yo no dejé mi vida y mi pellejo durante estos 20 años en el Colegio Everest para ingresar en una empresa, sino para entrar en una obra de Dios".
Una ex empleada de la Legión dice que la renuncia de Oriol, director del colegio durante los últimos 20 años y también superior de la congregación, es muy significativa porque conoció de primera mano los manejos financieros del grupo que administra la fortuna de los Legionarios, calculada por los expertos en 25 mil millones de euros. "La decisión del Padre Santiago, dice, es una bocanada de aire ante el tufo que se respira por la podredumbre en la cúpula de la Legión".
Por supuesto, los Legionarios minimizaron la salida de Oriol y escribieron una carta a los padres del Everest en donde lamentan su partida y aseguran que todo marcha con normalidad.
Cuando se empezó a hablar de la condena de Benedicto XVI hacia la Legión y de cómo se revisaría todo a fondo, yo dije que serían arreglos cosméticos. Benedicto no es tonto y jamás osaría perder las carretadas de dinero que llegan al Vaticano desde la Legión.
Por eso no sorprende su impunidad: continuarán viviendo en un lujo ofensivo y anticristiano, seguirán ocultando los crímenes de algunos de sus sacerdotes, servirán a los ricos, seguirán rechazando sacerdotes prietos o negros y sostendrán en sus puestos a los altos jerarcas, conocedores de la triple vida de Maciel y cómplices de sus crímenes.
O sea, tras la polvareda salen fortalecidos. Y, encima, ya empieza el movimiento reivindicador de Maciel: todas las acusaciones en su contra son falsas. El hombre sigue siendo un santo, pero en el cielo.
Que pregunten a sus víctimas.
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