1884 — 1954 / HECHOS, NO PALABRAS . . .
“El reposo simboliza la muerte: los pueblos que no tienen ideales, ni luchan por hacerlos triunfar, es porque se han degradado en la molicie o en la esclavitud.
Las agrupaciones políticas que no luchan por sostener principios, sino para asegurar la torta, viviendo de los empleos públicos, son peligrosas, porque prostituyen el voto, degradando al ciudadano.
Los hijos del pueblo, las clases desheredadas, deben tomar participación en la cosa pública, para destruir esas maquinaciones de los vividores políticos, así como se destruye a los microbios que enferman al organismo humano.
Si todos los hombres honrados se unan para buscar los mejores medios de engrandecimiento para su nación, es seguro que lograrán mejor sus fines, que cuando los perversos se congregan para hacer mal. Combatir por una causa justa, es más fácil que lo que a primera vista parece. Los pueblos aman el bien por instinto, porque así gozan de bienestar y caminan presto al progreso y a la perfectibilidad, estado que es más grato a la criatura humana que el vicio y la degradación.
Los Clubs Políticos que se instalan periódicamente en la República Mexicana, debían tener por mira educar al pueblo en la práctica del sufragio, haciendo del votante mexicano, un ciudadano honrado, con el fin de que siempre tenga autoridades dignas en el poder, empeñadas en el engrandecimiento de los pueblos, y no en hacer sucias combinaciones para enriquecerse y retener el mando por tiempo indefinido.
La lucha de principios y de programas políticos, cuyos triunfos se deciden en las urnas electorales, es benéfica para el pueblo, porque, lejos de envilecerlo, como entidad política; hace que recobre el uso de su soberanía usurpada, y que sea el responsable de su propia existencia, el factor principal de su progreso.
Las luchas políticas son el crisol donde se purifican las virtudes cívicas del ciudadano.
Cuando dos partidos se disputan el poder, el despotismo tiene que cubrirse con la máscara de la dignidad, y, de hecho, se debilita. El abuso se disfraza con el ropaje de la justicia para no ser descubierto.
No así en los pueblos o naciones donde la astucia y la tiranía, de común acuerdo, destruyen los partidos políticos para distribuirse el poder y la riqueza. Allí, el despotismo no necesita careta y el abuso se manifiesta en su más repugnante desnudez. En esos pueblos, el espíritu de asociación no existe, los Clubs Políticos se destruyen a balazos, la prensa de oposición vive en los calabozos de las prisiones o dispersa en el extranjero, arrastrando una existencia precaria.
Todo es paz, quietud, silencio, en esos pueblos que ven con aversión la lucha y aman el reposo.
Mas ese silencio, esa paz que humilla, ese reposo que envilece, deben substituirse por la lucha legal, no por el motín que produce trastornos y perturba hondamente a las sociedades, sino por esa emulación honrada, ese combate digno en que todos procuran sobrepujar en patriotismo, poniendo de relieve grandes virtudes cívicas.
Sí, esa lucha de civismo dentro de la ley, debe provocarse constantemente en los pueblos, porque es la vida de la democracia, la muerte del despotismo y en antídoto del abuso.
En medio de la paz que imponen los tiranos, se producen los más grandes crímenes.
¡Luchemos porque surja el civismo en la República!
¡Luchemos para que nuestra democracia viva, y los derechos del hombre sean respetados! Demos la mano al paralítico, a quien llamamos soberano, y digámosle con voz potente, con voz de altivos ciudadanos, como Jesucristo a Lázaro ¡Surge, oh, pueblo! Levántate en el terreno de la Ley y sé fuerte, para que tu soberana voluntad se cumpla. Sufres porque quieres; los que sueñan ser grandes, se burlan de ti, porque menosprecias tus derechos, porque vives desunido y resignado.
Nunca olvides que los votos se cuentan por números, y que la mayoría siempre gana.
Tú eres, ¡oh, pueblo! El mayor número en todas las democracias. Manifiesta tu fuerza dentro del derecho que reconoce la Ley.
¡Lucha siempre en las urnas electorales, para que no te burlen ni escarnezcan los tiranos; para sofocar sus ambiciones bastardas y para matar las revueltas del futuro!”
N. del E.—Diputado constituyente por su natal Michoacán, la obra social y política más destacada del Gral. Múgica se encuentra en los artículos 3o., 27 y 123 de la Constitución de 1917. Su influencia fue decisiva para que el Gral. Cárdenas llevara a cabo la expropiación petrolera en 1938.
“El reposo simboliza la muerte: los pueblos que no tienen ideales, ni luchan por hacerlos triunfar, es porque se han degradado en la molicie o en la esclavitud.
Las agrupaciones políticas que no luchan por sostener principios, sino para asegurar la torta, viviendo de los empleos públicos, son peligrosas, porque prostituyen el voto, degradando al ciudadano.
Los hijos del pueblo, las clases desheredadas, deben tomar participación en la cosa pública, para destruir esas maquinaciones de los vividores políticos, así como se destruye a los microbios que enferman al organismo humano.
Si todos los hombres honrados se unan para buscar los mejores medios de engrandecimiento para su nación, es seguro que lograrán mejor sus fines, que cuando los perversos se congregan para hacer mal. Combatir por una causa justa, es más fácil que lo que a primera vista parece. Los pueblos aman el bien por instinto, porque así gozan de bienestar y caminan presto al progreso y a la perfectibilidad, estado que es más grato a la criatura humana que el vicio y la degradación.
Los Clubs Políticos que se instalan periódicamente en la República Mexicana, debían tener por mira educar al pueblo en la práctica del sufragio, haciendo del votante mexicano, un ciudadano honrado, con el fin de que siempre tenga autoridades dignas en el poder, empeñadas en el engrandecimiento de los pueblos, y no en hacer sucias combinaciones para enriquecerse y retener el mando por tiempo indefinido.
La lucha de principios y de programas políticos, cuyos triunfos se deciden en las urnas electorales, es benéfica para el pueblo, porque, lejos de envilecerlo, como entidad política; hace que recobre el uso de su soberanía usurpada, y que sea el responsable de su propia existencia, el factor principal de su progreso.
Las luchas políticas son el crisol donde se purifican las virtudes cívicas del ciudadano.
Cuando dos partidos se disputan el poder, el despotismo tiene que cubrirse con la máscara de la dignidad, y, de hecho, se debilita. El abuso se disfraza con el ropaje de la justicia para no ser descubierto.
No así en los pueblos o naciones donde la astucia y la tiranía, de común acuerdo, destruyen los partidos políticos para distribuirse el poder y la riqueza. Allí, el despotismo no necesita careta y el abuso se manifiesta en su más repugnante desnudez. En esos pueblos, el espíritu de asociación no existe, los Clubs Políticos se destruyen a balazos, la prensa de oposición vive en los calabozos de las prisiones o dispersa en el extranjero, arrastrando una existencia precaria.
Todo es paz, quietud, silencio, en esos pueblos que ven con aversión la lucha y aman el reposo.
Mas ese silencio, esa paz que humilla, ese reposo que envilece, deben substituirse por la lucha legal, no por el motín que produce trastornos y perturba hondamente a las sociedades, sino por esa emulación honrada, ese combate digno en que todos procuran sobrepujar en patriotismo, poniendo de relieve grandes virtudes cívicas.
Sí, esa lucha de civismo dentro de la ley, debe provocarse constantemente en los pueblos, porque es la vida de la democracia, la muerte del despotismo y en antídoto del abuso.
En medio de la paz que imponen los tiranos, se producen los más grandes crímenes.
¡Luchemos porque surja el civismo en la República!
¡Luchemos para que nuestra democracia viva, y los derechos del hombre sean respetados! Demos la mano al paralítico, a quien llamamos soberano, y digámosle con voz potente, con voz de altivos ciudadanos, como Jesucristo a Lázaro ¡Surge, oh, pueblo! Levántate en el terreno de la Ley y sé fuerte, para que tu soberana voluntad se cumpla. Sufres porque quieres; los que sueñan ser grandes, se burlan de ti, porque menosprecias tus derechos, porque vives desunido y resignado.
Nunca olvides que los votos se cuentan por números, y que la mayoría siempre gana.
Tú eres, ¡oh, pueblo! El mayor número en todas las democracias. Manifiesta tu fuerza dentro del derecho que reconoce la Ley.
¡Lucha siempre en las urnas electorales, para que no te burlen ni escarnezcan los tiranos; para sofocar sus ambiciones bastardas y para matar las revueltas del futuro!”
N. del E.—Diputado constituyente por su natal Michoacán, la obra social y política más destacada del Gral. Múgica se encuentra en los artículos 3o., 27 y 123 de la Constitución de 1917. Su influencia fue decisiva para que el Gral. Cárdenas llevara a cabo la expropiación petrolera en 1938.
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