Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder
Mañana festejan 48 meses de gobierno de Felipe Calderón. ¿Hay algo qué celebrar? ¿Somos más libres, nuestra economía crece, el empleo es suficiente, el sector salud no está en quiebra, las pensiones son justas y equitativas, sólo nos han costado 30 mil muertes y vacío de poder en muchos municipios de la república, hay una eficiente administración de justicia?
Amigos y lectores no coinciden con mi aserto de que Felipe Calderón es un presidente débil, no por él mismo, sino porque heredó una institución presidencial disminuida y sin correas de transmisión del poder y el orden; hoy, no puede ser presidente si no ejerce a través de las fuerzas armadas, de la policía federal y de decretos. El diálogo y la negociación parecen usos y costumbres de un pasado proscrito, por ser un pasado priista.
No puede ser presidente de México si no se impone a golpe de decretos para ceder la riqueza nacional a cambio de obtener apoyo para mantener a Acción Nacional en el poder, de 2012 a 2018. De allí que la Cámara de Diputados enviara un exhorto al gobierno de Felipe Calderón para que reponga la convocatoria de la licitación del espectro radioeléctrico en la banda que, al disolverse la alianza con Televisa, posee Nextel.
Al presentar el punto de acuerdo sobre la licitación 21, Javier Corral Jurado, panista y presidente de la Comisión de Gobernación, recordó a sus compañeros que el Senado de la República presentó antes que ellos una solicitud de revocar el título de concesión y abrir un nuevo proceso. El diputado fue puntual: “Sería muy delicado que ante el llamado de las dos cámaras del Congreso, el Ejecutivo federal ignorara un exhorto de esta naturaleza. Incluso, sería en esta legislatura el primer caso en el que diputados y senadores concurramos en un exhorto. No es menor y tendrá la fuerza de la votación, pero también será nuestra obligación darle seguimiento”.
Insistir en obsequiar riqueza por cacahuates, ¿hace de Felipe Calderón un presidente fuerte? Sostenerse en sus cuatro, no replantear la lucha contra los barones de la droga, ¿hace del presidente de México un líder intachable, respaldado por la razón, los resultados y la legalidad?
Releo con cierta regularidad a Leonardo Sciascia, escritor siciliano, diputado, periodista, hombre honrado y honesto, escribe: “El Estado no negoció por debilidad. En la medida en que se creyó fuerte (¿pero se creyó realmente fuerte?), era débil. Un Estado fuerte no tiene miedo a negociar. Poniatowski, ministro del Interior francés, de un Estado que es realmente un Estado, ha dicho que cuando están en juego vidas humanas inocentes, el Estado negocia. Es después cuando se debe saber aniquilar los focos de subversión, radicalmente…”
Abunda: “Ciertamente la liberación de los trece miembros que pedían las Brigadas Rojas (en la negociación por recuperar con vida a Aldo Moro) habría sido una cesión que la debilidad de este Estado no permitía. He dicho la debilidad, no la fuerza. Porque un Estado fuerte podría llegar incluso a ceder. Son los Estados impotentes los que se permiten los terribles rigores”.
Es cierto, sólo un Estado débil puede permitir, facilitar e incluso favorecer -debido a sus políticas públicas- el saqueo sistemático de su economía, de su ahorro, porque es incapaz de garantizar seguridad jurídica. Es la gran falta del Poder Judicial de la Federación.
De otra manera, “¿cómo entender que por cada dólar de inversión extranjera directa que ingresó al país entre enero y septiembre pasados, empresarios y particulares mexicanos transfirieran al exterior dos dólares para ser abonados a cuentas bancarias o realizar negocios, tal como lo informa el Banco de México? Desde el inicio de la administración de Felipe Calderón y hasta septiembre de este año, la transferencia de recursos al exterior, tanto a bancos como para emprender negocios, suma 55 mil 503 millones de dólares.
“Creció en 266 por ciento la exportación de capital que salió del país por los mismos conceptos entre enero de 2001 y septiembre de 2004, el periodo comparable del gobierno del entonces presidente Vicente Fox Quesada, que fue de 15 mil 141 millones de dólares. El mismo Banco de México apunta que equivale a poco más de la mitad de la reserva internacional de divisas al cierre de septiembre, cuando se ubicó en 108 mil 29 millones de dólares”.
Un presidente fuerte crea confianza, da certidumbre; por su sola presencia y debido a la instrumentación de sus políticas públicas, garantiza seguridad jurídica y evita que el ahorro de sus gobernados busque refugio o seguridad en otras naciones.
Un presidente fuerte está respaldado por una institución presidencial sólida y capaz de articular con los otros dos Poderes las políticas públicas a las que se comprometió al asumir su mandato constitucional. Pero mañana ampliaremos nuestro análisis.
Mañana festejan 48 meses de gobierno de Felipe Calderón. ¿Hay algo qué celebrar? ¿Somos más libres, nuestra economía crece, el empleo es suficiente, el sector salud no está en quiebra, las pensiones son justas y equitativas, sólo nos han costado 30 mil muertes y vacío de poder en muchos municipios de la república, hay una eficiente administración de justicia?
Amigos y lectores no coinciden con mi aserto de que Felipe Calderón es un presidente débil, no por él mismo, sino porque heredó una institución presidencial disminuida y sin correas de transmisión del poder y el orden; hoy, no puede ser presidente si no ejerce a través de las fuerzas armadas, de la policía federal y de decretos. El diálogo y la negociación parecen usos y costumbres de un pasado proscrito, por ser un pasado priista.
No puede ser presidente de México si no se impone a golpe de decretos para ceder la riqueza nacional a cambio de obtener apoyo para mantener a Acción Nacional en el poder, de 2012 a 2018. De allí que la Cámara de Diputados enviara un exhorto al gobierno de Felipe Calderón para que reponga la convocatoria de la licitación del espectro radioeléctrico en la banda que, al disolverse la alianza con Televisa, posee Nextel.
Al presentar el punto de acuerdo sobre la licitación 21, Javier Corral Jurado, panista y presidente de la Comisión de Gobernación, recordó a sus compañeros que el Senado de la República presentó antes que ellos una solicitud de revocar el título de concesión y abrir un nuevo proceso. El diputado fue puntual: “Sería muy delicado que ante el llamado de las dos cámaras del Congreso, el Ejecutivo federal ignorara un exhorto de esta naturaleza. Incluso, sería en esta legislatura el primer caso en el que diputados y senadores concurramos en un exhorto. No es menor y tendrá la fuerza de la votación, pero también será nuestra obligación darle seguimiento”.
Insistir en obsequiar riqueza por cacahuates, ¿hace de Felipe Calderón un presidente fuerte? Sostenerse en sus cuatro, no replantear la lucha contra los barones de la droga, ¿hace del presidente de México un líder intachable, respaldado por la razón, los resultados y la legalidad?
Releo con cierta regularidad a Leonardo Sciascia, escritor siciliano, diputado, periodista, hombre honrado y honesto, escribe: “El Estado no negoció por debilidad. En la medida en que se creyó fuerte (¿pero se creyó realmente fuerte?), era débil. Un Estado fuerte no tiene miedo a negociar. Poniatowski, ministro del Interior francés, de un Estado que es realmente un Estado, ha dicho que cuando están en juego vidas humanas inocentes, el Estado negocia. Es después cuando se debe saber aniquilar los focos de subversión, radicalmente…”
Abunda: “Ciertamente la liberación de los trece miembros que pedían las Brigadas Rojas (en la negociación por recuperar con vida a Aldo Moro) habría sido una cesión que la debilidad de este Estado no permitía. He dicho la debilidad, no la fuerza. Porque un Estado fuerte podría llegar incluso a ceder. Son los Estados impotentes los que se permiten los terribles rigores”.
Es cierto, sólo un Estado débil puede permitir, facilitar e incluso favorecer -debido a sus políticas públicas- el saqueo sistemático de su economía, de su ahorro, porque es incapaz de garantizar seguridad jurídica. Es la gran falta del Poder Judicial de la Federación.
De otra manera, “¿cómo entender que por cada dólar de inversión extranjera directa que ingresó al país entre enero y septiembre pasados, empresarios y particulares mexicanos transfirieran al exterior dos dólares para ser abonados a cuentas bancarias o realizar negocios, tal como lo informa el Banco de México? Desde el inicio de la administración de Felipe Calderón y hasta septiembre de este año, la transferencia de recursos al exterior, tanto a bancos como para emprender negocios, suma 55 mil 503 millones de dólares.
“Creció en 266 por ciento la exportación de capital que salió del país por los mismos conceptos entre enero de 2001 y septiembre de 2004, el periodo comparable del gobierno del entonces presidente Vicente Fox Quesada, que fue de 15 mil 141 millones de dólares. El mismo Banco de México apunta que equivale a poco más de la mitad de la reserva internacional de divisas al cierre de septiembre, cuando se ubicó en 108 mil 29 millones de dólares”.
Un presidente fuerte crea confianza, da certidumbre; por su sola presencia y debido a la instrumentación de sus políticas públicas, garantiza seguridad jurídica y evita que el ahorro de sus gobernados busque refugio o seguridad en otras naciones.
Un presidente fuerte está respaldado por una institución presidencial sólida y capaz de articular con los otros dos Poderes las políticas públicas a las que se comprometió al asumir su mandato constitucional. Pero mañana ampliaremos nuestro análisis.
Comentarios