El fraude electoral de 1910

Chantal López y Omar Cortés / Antorcha Biblioteca Virtual

Desgraciadamente todas las ilusiones y esperanzas que las descaradas mentiras del señor general Porfirio Díaz habían generado entre amplísimos sectores de la población mexicana, se convertirían en humo conforme la campaña electoral fue desarrollándose.

En efecto, y sin importar el cada vez mayor impacto que el recorrido de Francisco I. Madero por la República mexicana en su campaña electoral bajo la bandera del Partido Nacional Antirreeleccionista, iba generando, con la realización de impactantes y masivos mítines, el aparato represor porfirista, bastante ducho en cuanto a su labor, no tardaría mucho en bloquear la actividad de los antirreeleccionistas, poniéndoles cuanta traba estaba a su mano para evitar el normal desarrollo de su campaña.

El asunto llegaría a niveles sorprendentes cuando el regimen porfirista toma la decisión de sacar del juego electoral a la molesta fórmula de Madero-Vazquez Gomez, y acabar de golpe y porrazo con la esperanza que para muchos representaba la sola existencia del Partido Nacional Antirreeleccionista.

Así, mediante una argucia jurídica avalada por el sometimiento del Poder Judicial, se entabla un juicio contra el señor Francisco I. Madero, promoviéndose su encarcelamiento. Esto, que no tenía otra finalidad que la de quitar la figura de Madero para evitar su presencia durante la contienda electoral, trajo consecuencias que quizá ni los paniaguados del porfirismo previeron.

En efecto, el señor Madero logra evadirse de su encarcelamiento, marchándose a los Estados Unidos de Norteamérica y radicándose en la ciudad de San Antonio, Texas, en donde, rápidamente, da un giro a su actividad político-civilista, metamorfoseando al organismo antirreeleccionista en un órgano político militar dispuesto ya a hacerse del poder mediante el desarrollo de una insurrección armada, expidiendo para tal efecto, el ahora celebérrimo Plan de San Luis, en donde se fija la fecha del 20 de noviembre de ese año de 1910 para que desde las seis de la tarde en adelante, todos los ciudadanos de la República tomarán las armas para arrojar del poder a las autoridades que actualmente gobiernan, precisándose en seguida que los pueblos que estén retirados de las vías de comunicación, lo harán desde la víspera.

El preámbulo del llamado a la insurrección se presentará en la ciudad de Puebla, donde la familia Aquiles Serdán, implicada en el complot guerrerista del maderismo, tendría la mala fortuna de ser descubierta, generándose así una balacera en pleno centro de la angelópolis, con el trágico resultado de la muerte del señor Aquiles Serdán.

La noticia de lo acontecido se esparcería a los cuatro vientos, enturbiando seriamente el ambiente politico de la República mexicana y vaticinando un tétrico y negro futuro a la población en general.

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