Descontento militar

Francisco Rodríguez / Índice Político

UN VIEJO AMIGO, MILITAR para más señas, me ha hecho llegar copia de un correo electrónico que, me dice, es reenviado por elementos de las Fuerzas Armadas. Me hace, asimismo, una acotación: “¡Aguas con este mensaje que anda circulando por la red entre militares! Como decía Napoleon: los políticos hacen la guerra y el pueblo, de donde provienen nuestros marinos y soldados, pone los muertos”.

El contenido del mensaje es el siguiente:

“No puedes mandar a un soldado a la guerra sin fusil, dice el viejo adagio; ahora es lo que parece que le sucede a las Fuerzas Armadas Mexicanas: las sacaron de los cuarteles a pelear una guerra que ni a los políticos ni a la sociedad les interesa ganar, y mucho menos pelear, mientras no les afecte ni suceda a ellos. A los militares no les han dado el equipo adecuado ni la remuneración suficiente para todo lo que hacen, cobran la mitad de un policía federal y hacen el doble de trabajo que uno de ellos”.

Y aquí cabría agregar que Felipe Calderón y un millar de sus secuaces cobran un “bono de seguridad”, mientras nuestros militares padecen los estragos, cual describe a continuación el mensaje citado:

“Las tropas han sido sometidas a un desgaste físico y mental excesivo, porque operan como en situaciones de conflicto por periodos de hasta ocho meses por quince días de descanso. Imaginen a un ejército de montaña y desierto al que ponen a pelear en las calles, sin armas ni equipo adecuado, con vehículos con más de diez o veinte años, aptos para el desierto, pero lentos, grandes y difícilesde maniobrar en las urbes mexicanas, en calles angostas, sin protección blindada suficiente para las cada vez más letales armas del narco. Pues no lo imaginen mucho, porque lo tienen frente a ustedes.

“Los soldados no tienen la protección de la ley que los faculte para hacer un cateo o siquiera detener a un delincuente, a menos que sea en flagrancia, sin facultad además para investigar, pero exigiéndoles todo tipo de pruebas al momento de consignar para asegurarse que no los dejen libres por falta de elementos para procesar, lo que sucede en forma más cotidiana con nuestros Ministerios Públicos y Jueces; y, por sobre todo, el repudio de un gobierno y un pueblo, que no los quiere, no comprende su existencia aunque los necesite, ni les dan lo suficiente para garantizar su subsistencia en un entorno hostil. ¡Ah pero eso sí, les exigimos hasta la vida si fuese necesaria, como pasó con mi hijo!

“Yo me pregunto: ¿Qué hacen los políticos por el ejercito que le exigen más que las perlas de la Virgen? ¿Qué no saben que a estas alturas de ingobernabilidad, que el militar es el único sostén que tienen? En unos años, si se llega a legalizar la droga, los narcos que destazan y decapitan a inocentes y enemigos serán luchadores sociales que no darán ni perdón ni olvido a los que hoy los combaten con riesgo de sus propias vidas.”

Eso, vale anotar, si no se convierten en socialités, cual ahora son los Díez Morodo, las Aramburozavala, los Fernández o cualquier tequilero que se respete. Sigue el mensaje:

“Sepan señoras y señores que no estamos en posición de exigirles nada (a los soldados y marinos). Ellos sólo cumplen con su sagrado deber de velar por la seguridad de todos nosotros, aun cuando no se lo pidamos, y mucho menos se lo agradezcamos. Pero en realidad agradecidos deberíamos de estar por todo lo que hacen con lo poco que les damos. Nosotros no queremos perdonarlos ni olvidarlos, ¿Ellos si nos perdonarán a nosotros?

“La respuesta es sí, aún cuando no lo sepamos ni se los pidamos. Su Nación así lo pide. Son mexicanos, pero son tan extraordinarios, que parecieran de otra galaxia.

“Caballeros militares, se equivocaron de país, no de profesión. En un país como este, siempre estarán lo más lejos posible de ser héroes. Ahora también les llaman violadores de derechos humanos, y la gente piensa que su mal llamado fuero, los cobija. Si supieran que es soóo un catalogo más de leyes para juzgarlos ahora también dentro de sus funciones, aparte del castigo del fuero común y federal, por situaciones que aquí en la vida civil ni siquiera son delito, como la deserción.

“¡Qué ignorantes son los que los atacan! Quieren hacernos creer que son nazis o dictadores para vengarse con ustedes de lo que hicieron los militares latinoamericanos hace algunos años. Cuando los conozcan en serio, van a dar gracias al cielo porque Dios los mandó a la Tierra.

“Pero Dios se equivoca, por haberlos mandado a este infierno.

“Lamento mucho que los hayan mandado a la guerra sin fusil.”

Esa es la otra cara de la moneda. La que no siempre queremos ver. La del descontento militar.

Índice Flamígero: A propósito del 20 de noviembre: “En las revoluciones verdaderas, la táctica suele ser extremista, pero el objetivo tiene que ser prudente. De otra manera, el abuso provoca la reacción y empeora, a la larga, las cosas, en vez de corregirlas. Por eso, toda revolución que lo es de verdad, combate y destruye; pero sólo mientras está en las barricadas. Desde que se constituye en gobierno una revolución, tiene que volverse creadora y serena, constructiva y justa. La revolución prolongada deja de ser medida de higiene social, para convertirse en desorganización y en decadencia. La revolución permanente no es otra cosa que la confesión del fracaso de quien no supo usar la fuerza y no acertó a organizarla en programa, de acuerdo con la realidad y las circunstancias”: José Vasconcelos.

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