Sedena: contraguerrilla

Francisco Rodríguez / Índice Político

LOS MOVIMIENTOS ARMADOS clandestinos no reportan actividad sobresaliente alguna. En la página del Centro de Documentación que, sobre los mismos, mantiene el especialista Jorge Lofredo, aparecen cada vez menos comunicados. De no ser por sus publicaciones institucionales –Verde Olivo, de las FARP, y El Insurgente, del EPR– y de sus oportunos deslindes de la abducción de Diego Fernández de Cevallos, poco o prácticamente nada es que se sabe de las guerrillas.

Son éstos los grupos que en los pasados dos o tres años auguraban la repetición de los sucesos de la primera década secular: 1810, 1910, 2010. Y a escasos dos meses y medio de que el año culmine, no se sabe que siquiera haya aprestos de un movimiento emancipador o revolucionario.

Calma –¿chicha?— en las guerrillas, podría reportarse. Una suerte de “sin novedad”, cual se cita en términos marciales.

No obstante lo anterior, la Secretaría de la Defensa Nacional ha solicitado a la Cámara de Diputados una ampliación presupuestal, para incrementar en veinte unidades –batallones de Alta Fuerza, de 680 elementos cada uno–, especializados en combates especiales contraguerrilla urbana.

Se trata, pues, de aumentar en aproximadamente 13 mil elementos al Ejército Nacional Mexicano.

¿Qué sabe o qué teme la Secretaría de la Defensa Nacional y, con esta dependencia, quien –por el fallo de un Tribunal– ocupa desde 2006 el cargo de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas?

Conocido es que la Sección Segunda del Estado Mayor de la Sedena –cual se abrevia el nombre de la dependencia hoy a cargo del general Guillermo Galván–, es de entre las muchas agencias de inteligencia de la Administración una de las mejor habilitadas y, en consecuencia, la que mayor certeza brinda en sus análisis prospectivos. Otros sostienen que tales méritos los comparte con la instancia correspondiente de la Secretaría de la Marina Armada de México.

Como sea, el caso es que por ahí algo saben o, cuando menos, algo intuyen en relación a la seguridad del establishment o statu quo. ¿Guerrilla? Además ¿urbana?

O si no lo saben per se, a lo mejor su demanda de ampliación presupuestal está basada en los recientes dichos de la señora Hillary Clinton, en el sentido –primero– de que en nuestro país hay “insurgentes” dentro de las filas de la delincuencia organizada y/o –segundo– “narco-terroristas”.

La Defensa Nacional, cierto, desde 2007 ha agotado sus presupuestos en la guerra contra el narcotráfico en la que los metió Felipe Calderón, aún y cuando no contaban con facultades para actuar en tareas policiacas. No obstante ello, los recursos que se la propia Federación asigna a sus labores son cada vez más reducidas.

Un ejemplo reciente. En el 2009 se dio a conocer que el “castigo” económico a diversas áreas operativas y administrativas de la Sedena, siendo las más afectadas la Dirección General de Administración, a la que se redujo su presupuesto a la mitad; la Dirección General de Ingenieros Militares, en un 41.6 por ciento, y la Comandancia de la Fuerza Aérea Mexicana, con el 7.4 por ciento.
Algunos programas también presentaron recortes importantes. El más destacado fue el de acciones de vigilancia en el territorio nacional, cuyo presupuesto disminuyó en 7.4 por ciento, a pesar del despliegue del Ejército por la llamada guerra contra el narcotráfico.

Tal contrastó con “el buen trato” que se dio a la Secretaría de (in)Seguridad Pública, a cargo de Genaro García Luna. Ahí sí que se incrementaron las partidas presupuestales…

No obstante, la carga, el peso del combate a la delincuencia recae en las Fuerzas Armadas.

Se dice, en fin, que la ampliación presupuestal solicitada por la Sedena es para estos nuevos batallones a los que se denomina Gafes, esto es, Grupos Aeromóviles de Fuerzas Especiales. Oficialmente se dice que “para combatir a los narcotraficantes” en áreas metropolitanas como las de Monterrey, Juárez, La Laguna.

Pero la duda cabe, ¿son también contraguerrilleras?

¿Qué saben o qué intuyen los altos mandos militares?

Índice Flamígero: Para el psicoanálisis, dice el doctor José Antonio Lara Peinado, “el dinero tiene que ver con las heces fecales. Hay una etapa en la que el niño aprende a controlar esfínteres. Y esa etapa determinará, también, cuál será su relación con el dinero. Las discusiones en torno al presupuesto, y la manera en que lo quieren distribuir, nos permite dar cuenta de la estructura sádica que estos sujetos tienen: la reducción de recursos a las universidades públicas, las reformas al IMSS que harían que el patrón dejara de pagar sus cuotas, los altos sueldos que se asignan, etc. Tal nos permite vislumbrar que los actuales políticos tuvieron padres sádicos que seguramente les obligaron a controlar de manera patológica absolutamente todo. Padres que despreciaban al pueblo y que, seguramente, frente a sus hijos humillaban a personas relacionadas con la limpieza del hogar. Estos políticos controladores, enfermos de un dinero que no es de ellos, fueron también niños enfermos, que al llegar a la política desataron su estructura sádico-anal como una forma de venganza contra el pueblo de México que sí tiene figura materna. Sujetos que no la tuvieron, lastimaran a quien les enseñe que sí la tiene. Y una forma sádica de hacerlo es con el dinero.”

Comentarios