Bandas enganchan a adolescentes y a niños, y se convierten en ejército de reserva del crimen organizado
Carlos Coria Rivas con información de Lilián Hernández, Alma Gudiño, Andrés Guardiola, y Jorge Ortíz Heras
Cerca de 750 pandillas operan en la capital del estado y en Ciudad Juárez. Muchas de ellas están vinculadas con los cárteles de la droga y el crimen organizado, cuyos integrantes son reclutados inclusive desde los nueve años.
En la ciudad de Chihuahua, las policías municipales han desarticulado bandas de adolescentes, cuyas edades fluctúan entre nueve y 12 años, liderados por adultos, quienes con promesas o amenazas los controlan.
Entre diez y 20 niños de estas edades son detenidos cada día vagando por las calles, robando en viviendas o intoxicándose en la vía pública.
La estadística policiaca arrojó que en 2008 el número de muertes violentas de jóvenes y menores de edad sumó 68 casos, mientras que en 2009 la cifra superó 90 muertes. Este año podrían ser más de 200.
Los menores, por lo general, empiezan su carrera como vigías; de ahí pasan a ser ladrones de casas, pues por su estatura fácilmente pueden introducirse a las viviendas por pequeños resquicios o por boquetes hechos por los adultos.
Estos niños son muy apreciados por las pandillas, pues por su edad no son arrestados por la policía. Eso los hace armas ideales en el robo a viviendas o como halcones o estacas.
Los pandilleros reclutan a menores de familias desintegradas, pobres, que no van a la escuela, que vagan por las calles, sin valores morales firmes y fácilmente influenciables.
Entre las leyendas negras de pandilleros se dice que a estos menores, como prueba de mayoría de edad y para ser aceptados como integrantes activos de la banda, se les pide asesinar a una persona al azar en la vía pública.
Problema en ambas fronteras
Ciudad Juárez es el foco rojo en la frontera. Datos de la Presidencia Municipal indican que en Ciudad Juárez hay 600 pandillas, que reúnen desde diez y hasta 600 personas. La edad mínima detectada en sus integrantes ha sido de nueve años.
Por su crueldad y alta peligrosidad, dos de ellas mantienen en alerta a las autoridades: Los Aztecas y Los Mexicles, vinculadas respectivamente con los cárteles de la droga de Vicente Carrillo y de El Chapo Guzmán.
Treinta bandas son consideradas las más peligrosas: Barrio Azteca, Barrio Bella Vista Park, Florencia 13, 72 Insurgentes, Moras 13, Los 23, Tiburones, Los Mexicles, AA, Harppis, Kakis 90, Bufones, Barrio El Silencio, Los Quintero, Bambú 24, La 68, Fe 2 Chica, Barrio San Juan, Barrio la Brisa, La Quince, Los Olvidados, Oldies 23, Kakis 23, Calaveras, Cobras 23, Locos 23, Riveras, Barrio Azul, CTG y 68 Locos, entre otras.
Como resultado de la escasez de sicarios y operadores tradicionales, la batalla por el control de Juárez y el sur de Texas ha sido depositada en manos de al menos media docena de pandillas mexicano-americanas, y según el gobierno de Estados Unidos, 460 de ellas radicadas en El Paso, Texas.
Los Aztecas, con cinco mil elementos, y Los Mexicles, con tres mil miembros, tienen ramificaciones en Los Ángeles y San Diego, California, así como en El Paso, Texas.
Se dedican a asaltar, a la venta de drogas y de armas y hasta como sicarios de los cárteles.
Lo peligroso es que el resto de las pandillas quieren seguir ese camino, al ver el "éxito" de los grupos. Un ejemplo es la Killer 13, en la que asesinar a una persona es la prueba para escalar posiciones en la banda.
El presidente municipal, José Reyes Ferriz, informó recientemente que existen por lo menos 80 mil pandilleros, a los que definió como caldo de cultivo para la delincuencia organizada.
Cambian de residencia
En la ciudad de Chihuahua es distinta la situación. La Dirección de Seguridad Pública Municipal informó que son alrededor de 120 bandas pequeñas las que hay en los suburbios, pero recalcó que el traslado de reos de Los Aztecas y Los Mexicles a cárceles locales provocó que integrantes de estas bandas trasladaran su residencia a la capital para coordinar desde afuera de los reclusorios las órdenes de sus jefes.
"Nosotros tenemos registradas alrededor de 120 agrupaciones, no propiamente pandillas, pues se incluyen desde grupitos que suelen reunirse en esquinas durante las noches hasta patinetos, pero siempre con la constante de la frecuencia en sus reuniones y acciones", comentó una fuente de Seguridad Pública en el municipio de Chihuahua, quien prefirió omitir su nombre.
Aseveró que muchas de estas incipientes bandas se desintegran rápidamente al "casarse o sentar cabeza" sus principales líderes.
Explicó que, sin embargo, este no es el caso de pandillas juarenses con presencia en la capital, como Los Aztecas y Los Mexicles, "cuyos integrantes permanecen por años y tienen grados escalafonarios. De hecho son de los pocos involucrados en delincuencia de alto nivel".
Aseguró que estas dos pandillas "empezaron a operar en la ciudad de Chihuahua luego de los traslados de reos de Juárez a la capital", pero que el resto de pandillas de Chihuahua se mantienen alejadas de los cárteles y a ellos sólo los arrestan por pleitos callejeros o robos menores para conseguir sus dosis de droga.
"Son muy pocos, afortunadamente, los integrantes que delinquen. No es necesario ser pandillero para delinquir. A lo más que llegan es a defender su territorio. Esto da pie a pleitos y agresiones, donde generalmente suelen aparecer armas blancas y en contadas ocasiones armas de fuego, pues se trata básicamente de adolescentes", puntualizó.
En Juárez, durante más de una década se gestó un pandillerismo violento derivado de situaciones de desintegración familiar y falta de recursos.
Las pandillas, cuyos orígenes y raíces culturales provienen de los grupos hispanos de Estados Unidos, comenzaron a reclutar jóvenes y menores para engrosar sus filas, reconoció la Secretaría de Seguridad Pública local.
Carlos Coria Rivas con información de Lilián Hernández, Alma Gudiño, Andrés Guardiola, y Jorge Ortíz Heras
Cerca de 750 pandillas operan en la capital del estado y en Ciudad Juárez. Muchas de ellas están vinculadas con los cárteles de la droga y el crimen organizado, cuyos integrantes son reclutados inclusive desde los nueve años.
En la ciudad de Chihuahua, las policías municipales han desarticulado bandas de adolescentes, cuyas edades fluctúan entre nueve y 12 años, liderados por adultos, quienes con promesas o amenazas los controlan.
Entre diez y 20 niños de estas edades son detenidos cada día vagando por las calles, robando en viviendas o intoxicándose en la vía pública.
La estadística policiaca arrojó que en 2008 el número de muertes violentas de jóvenes y menores de edad sumó 68 casos, mientras que en 2009 la cifra superó 90 muertes. Este año podrían ser más de 200.
Los menores, por lo general, empiezan su carrera como vigías; de ahí pasan a ser ladrones de casas, pues por su estatura fácilmente pueden introducirse a las viviendas por pequeños resquicios o por boquetes hechos por los adultos.
Estos niños son muy apreciados por las pandillas, pues por su edad no son arrestados por la policía. Eso los hace armas ideales en el robo a viviendas o como halcones o estacas.
Los pandilleros reclutan a menores de familias desintegradas, pobres, que no van a la escuela, que vagan por las calles, sin valores morales firmes y fácilmente influenciables.
Entre las leyendas negras de pandilleros se dice que a estos menores, como prueba de mayoría de edad y para ser aceptados como integrantes activos de la banda, se les pide asesinar a una persona al azar en la vía pública.
Problema en ambas fronteras
Ciudad Juárez es el foco rojo en la frontera. Datos de la Presidencia Municipal indican que en Ciudad Juárez hay 600 pandillas, que reúnen desde diez y hasta 600 personas. La edad mínima detectada en sus integrantes ha sido de nueve años.
Por su crueldad y alta peligrosidad, dos de ellas mantienen en alerta a las autoridades: Los Aztecas y Los Mexicles, vinculadas respectivamente con los cárteles de la droga de Vicente Carrillo y de El Chapo Guzmán.
Treinta bandas son consideradas las más peligrosas: Barrio Azteca, Barrio Bella Vista Park, Florencia 13, 72 Insurgentes, Moras 13, Los 23, Tiburones, Los Mexicles, AA, Harppis, Kakis 90, Bufones, Barrio El Silencio, Los Quintero, Bambú 24, La 68, Fe 2 Chica, Barrio San Juan, Barrio la Brisa, La Quince, Los Olvidados, Oldies 23, Kakis 23, Calaveras, Cobras 23, Locos 23, Riveras, Barrio Azul, CTG y 68 Locos, entre otras.
Como resultado de la escasez de sicarios y operadores tradicionales, la batalla por el control de Juárez y el sur de Texas ha sido depositada en manos de al menos media docena de pandillas mexicano-americanas, y según el gobierno de Estados Unidos, 460 de ellas radicadas en El Paso, Texas.
Los Aztecas, con cinco mil elementos, y Los Mexicles, con tres mil miembros, tienen ramificaciones en Los Ángeles y San Diego, California, así como en El Paso, Texas.
Se dedican a asaltar, a la venta de drogas y de armas y hasta como sicarios de los cárteles.
Lo peligroso es que el resto de las pandillas quieren seguir ese camino, al ver el "éxito" de los grupos. Un ejemplo es la Killer 13, en la que asesinar a una persona es la prueba para escalar posiciones en la banda.
El presidente municipal, José Reyes Ferriz, informó recientemente que existen por lo menos 80 mil pandilleros, a los que definió como caldo de cultivo para la delincuencia organizada.
Cambian de residencia
En la ciudad de Chihuahua es distinta la situación. La Dirección de Seguridad Pública Municipal informó que son alrededor de 120 bandas pequeñas las que hay en los suburbios, pero recalcó que el traslado de reos de Los Aztecas y Los Mexicles a cárceles locales provocó que integrantes de estas bandas trasladaran su residencia a la capital para coordinar desde afuera de los reclusorios las órdenes de sus jefes.
"Nosotros tenemos registradas alrededor de 120 agrupaciones, no propiamente pandillas, pues se incluyen desde grupitos que suelen reunirse en esquinas durante las noches hasta patinetos, pero siempre con la constante de la frecuencia en sus reuniones y acciones", comentó una fuente de Seguridad Pública en el municipio de Chihuahua, quien prefirió omitir su nombre.
Aseveró que muchas de estas incipientes bandas se desintegran rápidamente al "casarse o sentar cabeza" sus principales líderes.
Explicó que, sin embargo, este no es el caso de pandillas juarenses con presencia en la capital, como Los Aztecas y Los Mexicles, "cuyos integrantes permanecen por años y tienen grados escalafonarios. De hecho son de los pocos involucrados en delincuencia de alto nivel".
Aseguró que estas dos pandillas "empezaron a operar en la ciudad de Chihuahua luego de los traslados de reos de Juárez a la capital", pero que el resto de pandillas de Chihuahua se mantienen alejadas de los cárteles y a ellos sólo los arrestan por pleitos callejeros o robos menores para conseguir sus dosis de droga.
"Son muy pocos, afortunadamente, los integrantes que delinquen. No es necesario ser pandillero para delinquir. A lo más que llegan es a defender su territorio. Esto da pie a pleitos y agresiones, donde generalmente suelen aparecer armas blancas y en contadas ocasiones armas de fuego, pues se trata básicamente de adolescentes", puntualizó.
En Juárez, durante más de una década se gestó un pandillerismo violento derivado de situaciones de desintegración familiar y falta de recursos.
Las pandillas, cuyos orígenes y raíces culturales provienen de los grupos hispanos de Estados Unidos, comenzaron a reclutar jóvenes y menores para engrosar sus filas, reconoció la Secretaría de Seguridad Pública local.
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