La Legislatura Noroña

Francisco Rodríguez / Índice Político

LA CÁMARA DE DIPUTADOS de la esta LXI Legislatura pasará a la historia de este nuestro país como la de Gerardo Fernández Noroña.

Como reportero, comencé a “cubrir” los trabajos camerales en la L que, sin duda fue la de don Rodolfo González Guevara, la LI que lo fue de don Luis M. Farías, y así hasta la de Guillermo Jiménez Morales, que creo fue la LIV.

Destacó en aquella de 1997, en la que por vez primera el PRI era minoría, Porfirio Muñoz Ledo. Y esa fue su Legislatura.

La de hoy, no hay duda, es la de Fernández Noroña, quien ejerce a cabalidad su papel de legislador. Quien es estudioso. Y quien posee un sentido común que, paradójicamente, no es común ante sus pares.

Hace valer su fuero. No se arredra ante las pomposidad y grandilocuencia –demodés, por si fuera poco, de personajes atípicos como los comparecientes del Ejecutivo, ante quienes los demás legisladores son genuflexos, bien portados y, claro, bien trajeados, perfumados y peinaditos.

Es polémico, sin duda. Pero lo es, repito, por ejercer su papel a cabalidad. Y es por tal que tirios y troyanos le tienen en la mira. Sus pares le envidian la libertad que goza y disfruta, y hacen rabietas que lo colocan en la mira. Los medios, repletos de gente “decente” –Juan Molinar dixit–, se escandalizan por actuaciones que deberían ser comunes en aquellos que, por el equilibrio de poderes, pueden y deben asumir su papel de valladares ante los excesos del Ejecutivo, cual por ejemplo –uno entre miles– ha sido la “ganga” con la que, originalmente, Nextel y Televisa se hicieron de las frecuencias del espacio radioeléctrico licitadas por Cofetel y la SCT.

¿Qué ha dicho Noroña que no se repita ante humeantes tazas de café o en sobremesas? Exactamente lo mismo que piensa y dice libremente la mayoría. ¿Por qué coartarlo sólo a él, entonces?

Veo a Fernández Noroña y recuerdo aquellas palabras de Víctor Hugo, el poeta francés, destinadas a un pueblo sometido por invasores galos, de su propia patria: “Mexicanos, combatid, luchad, pisad fuerte, resistid, ¡sed terribles!”

En aquellos, como en estos tiempos, nuestra clásica pusilanimidad sobra. Están de más las buenas maneras y los comedimientos de la gente “decente”, cual apela el nocivo Molinar. Hay que enfrentar a quienes venden o de plano regalan al país, a quienes mantienen sometida y empobrecida a su población, a quienes nos han colocado a dos fuegos: el de la delincuencia y el de aquellos que dicen dizque combatir a la delincuencia.

O, dígame usted, es correcto que en estas circunstancias cruciales para el país que han destruido los panistas, Fernández Noroña haga como los demás. ¿Que sólo vaya a pestañear a su curul y comodinamente recoja mensualmente sus dietas? Tal es lo que los demás hacen en el Congreso. Eso es lo que mantiene al país en el desorden. Nada funciona. Ni la economía, ni la democracia, ni la honestidad. Menos aún la seguridad.

Fernández Noroña hace el esfuerzo de frenar los abusos de la pandilla que mal administra a la Nación. ¿Los demás qué hacen? Todos nosotros, ¿qué hacemos aparte de comentar lo mal que estamos, el que no se vea ya la salida, con los amigos?

Con liderazgos inventados, personajes con ascensos meramente burocáticos, sólo destaca ahí en San Lázaro Fernández Noroña. ¿A quién mueve y/o conmueve Francisco Rojas? ¿Qué otra dote, además de la de merolica, le observa usted a Josefina Vázquez, quien invariablemente necesita “un segundo de abordo”? Medroso y acorralado, ¿para qué sirve Alejandro Encinas? Son, insisto, liderazgos ficticios, burocrátucos. Que no destacan.

Y ese vacío lo ha llenado Fernández Noroña, quien si mueve y conmueve. Concita aplausos y enojos. Polariza. Esgrime verdades. Irrita.

De los 500 dizque representantes populares que regularmente se citan en San Lázaro, personalmente a mí sólo me representa Fernández Noroña.

Sin él, esta Legislatura sería –como muchas otras– simplemente ñoña.

Índice Flamígero: El periodismo “moderno”, ese que sostiene que usando “pendejos”, “pene” y, entre otro, vocablos como “jodido”, ejerce su libertad de expresión –cuando en realidad tales términos son comodines que emplean quienes carecen de un vocabulario que exprese, si las tienen, sus ideas– también ha hecho de Fernández Noroña su presa. No extraña que así lo hagan quienes pelean la cercanía con Andrés Manuel López Obrador. Así han sido siempre. Con Luis Donaldo Colosio, por ejemplo. A quien no dejaba ni a sol ni a sombra y, por decirlo suavecito, ya tenía hasta la madre.

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