Martha Anaya / Crónica de Política
Siete de la noche. Casa Lam. Es el homenaje a Manuel J. Clouthier a 21 años de su muerte, a 62 de su natalicio, a 22 de la histórica elección de 1988 en la que contendieron por la Presidencia de la República el “Maquío”, Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Ibarra y Carlos Salinas de Gortari.
Los pequeños salones están atiborrados. Ya se encuentran Manuel Clouthier hijo –quien hará la presentación de la trilogía “Palabra de Clouthier”, que reúne los textos escritos por su padre en El Universal–, Luis H. Álvarez, José González Morfin, Santiago Creel, Javier Corral, Francisco Ramírez Acuña, Humberto Aguilar Coronado, Jorge Medina Viedas, Jorge Zepeda Patterson, Maritza López.
La figura esa noche es, sin embargo, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Los periodistas le rodean, buscan su opinión sobre lo que acontece en el PRD, en torno a lo que piensa del “michoacanazo”; quieren saber si su hijo, Lázaro, va a la dirigencia del sol azteca; cómo ve a Marcelo Ebrard y a Andrés Manuel López Obrador, a cuál de los dos prefiere.
El ingeniero se deja querer. Sonríe y capotea las preguntas. La presentación de la trilogía está por comenzar y él, Cuauhtémoc, es uno de los que ocuparán el estrado y tomará la palabra.
“Sueño imposible”, la pieza favorita del “Maquío”, resuena en acordes de piano en los salones; es el tema musical de fondo al video con que inicia el homenaje. Aparece Clouthier en la pantalla en distintos momentos de su carrera política. Se le escuchar decir: “¡No es un cambio de amo lo que queremos, sino un cambio que nos permita dejar de ser perros!”
Su figura –alto y fornido— aparece en marchas, mítines, conferencias. Llama, grita, demanda, acusa, explica su lucha: “Me di cuenta de que el país se está yendo por la borda por dejarlo en manos de los ineptos…, y sobre todo, de corruptos.”
Clouthier hijo –actualmente diputado federal—toma el micrófono. ¿Por qué otro libro de él?, pregunta. Y él mismo responde: “Porque en la mayoría de la clase política falta generosidad…, porque es un momento que el PAN quiere olvidar”.
Es también, agrega, para que los jóvenes entiendan lo que ha costado este país “y que vean que ha habido retrocesos autoritarios”.
Su voz se quiebra cuando recuerda un artículo que escribió su padre en diciembre de 1982 –Clouthier hijo se acababa de recibir–, en el que “Maquío” le pedía perdón por el México que le estaba dejando… (una larga pausa entre sollozos) y en el que se comprometió a seguir luchando “para ver si a mis hermanos les dejaba algo mejor”.
“Democracia o autoritarismo, esa es la disyuntiva hoy”, remataría el primogénito.
Cuauhtémoc Cárdenas siguió en turno. Reelería algunos de los pasajes escritos por “Maquío” entre el 85 y el 88 (su etapa política) y una y otra vez se le escucharía agregar al de Michoacán: “esa posición es válida todavía”, lo mismo si se trataba del tema de la democracia que de la reforma fiscal, hasta esa que resumía en Clouthier una forma de vida:
“La única forma de vivir dignamente en México, es estar en la disidencia”. Esto, agregaría por enésima vez Cárdenas, “sigue siendo válido hoy en día”.
En primera fila, al lado de doña Leticia Carrillo viuda de Clouthier, Luis H Álvarez (artífice junto con Diego Fernández de Cevallos de la negociación con el PRI, que permitió a Carlos Salinas asumir como Presidente de la República) escucharía esta noche –22 años después—decir a Cárdenas una vez más: “Nunca estuve de acuerdo con la carta del PAN que permitió a Salinas ‘legitimarse en el gobierno’. El pasado no se borra. Salinas gobernó, pero no fue un Presidente legítimo.”
Don Luis guardó silencio.
Siete de la noche. Casa Lam. Es el homenaje a Manuel J. Clouthier a 21 años de su muerte, a 62 de su natalicio, a 22 de la histórica elección de 1988 en la que contendieron por la Presidencia de la República el “Maquío”, Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario Ibarra y Carlos Salinas de Gortari.
Los pequeños salones están atiborrados. Ya se encuentran Manuel Clouthier hijo –quien hará la presentación de la trilogía “Palabra de Clouthier”, que reúne los textos escritos por su padre en El Universal–, Luis H. Álvarez, José González Morfin, Santiago Creel, Javier Corral, Francisco Ramírez Acuña, Humberto Aguilar Coronado, Jorge Medina Viedas, Jorge Zepeda Patterson, Maritza López.
La figura esa noche es, sin embargo, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Los periodistas le rodean, buscan su opinión sobre lo que acontece en el PRD, en torno a lo que piensa del “michoacanazo”; quieren saber si su hijo, Lázaro, va a la dirigencia del sol azteca; cómo ve a Marcelo Ebrard y a Andrés Manuel López Obrador, a cuál de los dos prefiere.
El ingeniero se deja querer. Sonríe y capotea las preguntas. La presentación de la trilogía está por comenzar y él, Cuauhtémoc, es uno de los que ocuparán el estrado y tomará la palabra.
“Sueño imposible”, la pieza favorita del “Maquío”, resuena en acordes de piano en los salones; es el tema musical de fondo al video con que inicia el homenaje. Aparece Clouthier en la pantalla en distintos momentos de su carrera política. Se le escuchar decir: “¡No es un cambio de amo lo que queremos, sino un cambio que nos permita dejar de ser perros!”
Su figura –alto y fornido— aparece en marchas, mítines, conferencias. Llama, grita, demanda, acusa, explica su lucha: “Me di cuenta de que el país se está yendo por la borda por dejarlo en manos de los ineptos…, y sobre todo, de corruptos.”
Clouthier hijo –actualmente diputado federal—toma el micrófono. ¿Por qué otro libro de él?, pregunta. Y él mismo responde: “Porque en la mayoría de la clase política falta generosidad…, porque es un momento que el PAN quiere olvidar”.
Es también, agrega, para que los jóvenes entiendan lo que ha costado este país “y que vean que ha habido retrocesos autoritarios”.
Su voz se quiebra cuando recuerda un artículo que escribió su padre en diciembre de 1982 –Clouthier hijo se acababa de recibir–, en el que “Maquío” le pedía perdón por el México que le estaba dejando… (una larga pausa entre sollozos) y en el que se comprometió a seguir luchando “para ver si a mis hermanos les dejaba algo mejor”.
“Democracia o autoritarismo, esa es la disyuntiva hoy”, remataría el primogénito.
Cuauhtémoc Cárdenas siguió en turno. Reelería algunos de los pasajes escritos por “Maquío” entre el 85 y el 88 (su etapa política) y una y otra vez se le escucharía agregar al de Michoacán: “esa posición es válida todavía”, lo mismo si se trataba del tema de la democracia que de la reforma fiscal, hasta esa que resumía en Clouthier una forma de vida:
“La única forma de vivir dignamente en México, es estar en la disidencia”. Esto, agregaría por enésima vez Cárdenas, “sigue siendo válido hoy en día”.
En primera fila, al lado de doña Leticia Carrillo viuda de Clouthier, Luis H Álvarez (artífice junto con Diego Fernández de Cevallos de la negociación con el PRI, que permitió a Carlos Salinas asumir como Presidente de la República) escucharía esta noche –22 años después—decir a Cárdenas una vez más: “Nunca estuve de acuerdo con la carta del PAN que permitió a Salinas ‘legitimarse en el gobierno’. El pasado no se borra. Salinas gobernó, pero no fue un Presidente legítimo.”
Don Luis guardó silencio.
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