El proyecto calderonista de crear una Policía Única en México avanza a pasos acelerados, pero lo hace con base en cambios técnicos y operacionales, de pretendida coordinación entre corporaciones y control centralizado, y no a partir de un esquema de refundación institucional que reconstruya no solo la naturaleza de la policía, sino que también rehaga la relación de ésta con la ciudadanía.
Los cuerpos policiales en México se han desarrollado a lo largo de décadas en un esquema represivo, de control poblacional y manejo político en todos y cada uno de los rincones del país.
Lo han hecho siempre bajo el manto del control militar en la era priista (y aún antes) y en la transición inacabada a la democracia real del panismo. Lo han hecho también el esquema de gobierno de las izquierdas en municipios y estados de la República Mexicana.
El esquema de manejo y control poblacional represivo se ha dado en un binomio civil-militar que sigue vigente hasta hoy, y que se apuntala aún más con los cambios propuestos por Felipe Calderón con los que se dirige a la creación de la Policía Única o Unificada.
Esta figura acaba de ser aprobada en lo fundamental, en los hechos, en Aguascalientes en donde el gobernador Luis Armando Reynoso Femat convenció a los 11 alcaldes de los municipio de ese estado de firmar un acuerdo en el que le ceden el mando de sus agentes al Genera (retirado) Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, acérrimo enemigo de Joaquín Guzmán Loera y prepotente uniformado acostumbrado a mandar al carajo a los medios de comunicación que se le acercaban cuando encabezaba la Novena Zona Militar, en Culiacán, Sinaloa, en el 2007.
El general fue famoso no solo por su temeridad al insistir en la captura del Chapo Guzmán, sino también porque la gallardía se le acabó con la siembra de cadáveres de perros muertos, arreglos fúnebres y recados amenazándolo de muerte por parte de jefes del cartel del Sinaloa.
“O te alíneas o te alíneo. Gral. Eddy. O copela o cuello”, le escribían cada semana o cada tres días al militar hasta que mejor fue removido de la Novena Zona enviado un rato al extranjero hasta que las aguas se calmaran en Sinaloa.
Un año antes de que el general Eddy recibiera cadáveres de perros a las puertas de las instalaciones militares que encabezaba, fue arrojado el cuerpo sin vida de Enrique Parra, un informante del Ejército asesinado por trabajar para los guachos y en especial para el Comandante de la Novena Zona. Parra había proporcionado datos para dar con varias pistas aéreas clandestinas en el municipio de Bastantita.
El alto mando, encabezado entonces por el general Clemente Vega García, sacó de Sinaloa al general Rolando Eddy y lo mandó como agregado militar a Rusia. Regresó meses más tarde, ya con el General Galván al frente de la Sedena, y fue enviado de nuevo a Sinaloa.
Dragón perteneciente al arma de Caballería, el general Eddy es el primer militar que operará como Secretario de Seguridad Pública de un estado (Aguascalientes) controlando a los once cuerpos policiacos de la entidad a partir de una estructura más operativa y de modificaciones técnicas que de cambios institucionales, doctrinarios y de reorganización a fondo.
Con el general Eddy operan ya otros mandos en Coahuila, Durango, Zacatecas y Chihuahua pero lo hacen desde otra perspectiva, a partir de la creación de Fiscalías Generales que suplen a las secretarías de seguridad y a las procuradurías generales de los estados.
Los cambios en materia de seguridad pública en estructuras modificadas para seguir operando bajo coordinaciones militares y Estados Mayores creados por generales, avanzan sin grandes obstáculos y en medio de muchas preguntas; sin políticas de seguridad consensadas, sin contrapesos civiles, académicos, legislativos y gubernamentales de amplio espectro.
Los cambios en materia de seguridad van a contracorriente de lo que sucede en varios países con problemas de violencia y alta criminalidad, y en los que se ha priorizado la acción de policías locales para, en primer lugar, ganarse la confianza de la ciudadanía y así poder luchar de manera más cohesionada contra las bandas delictivas.
El combate al crimen organizado es materia de otro tipo de esquema que no deja de lado la permanencia de estructuras básicas (municipales) como escalón para fundamentar un cambio en materia institucional y no solo espectaculares mejoras técnicas y operativas amén de innovaciones tecnológicas y despliegues antinarco donde ello sea factible.
Hace tres años, un grupo de generales en retiro pertenecientes a la primera antigüedad del Colegio de Defensa Nacional se reunieron para elaborar un estudio urgente sobre la creciente situación de inseguridad que vivía México y sus complicaciones en el corto plazo, en particular en materia de combate al narcotráfico y al empleo del Ejército en labores policiacas.
Este es un fragmento de aquellas consideraciones entregadas en enero de 2007 al general Guillermo Galván Galván.
“En el caso del CISEN es evidente que no es una herramienta al servicio del interés nacional, sino sirve al interés particular, por ello lo recomendable es la creación de un organismo de planteamiento de alto nivel en materia de Seguridad y Defensa nacionales, un Instituto Nacional, en el que participen representantes de las tres Fuerzas Armadas para realizar la concentración de la inteligencia, la elaboración de la Agenda Nacional de Riesgos, y la planeación de objetivos y estrategias en materia de Seguridad Nacional.
“Debe recaer ésta grave responsabilidad en las Fuerzas Armadas quienes siempre han demostrado su profesionalismo, lealtad e institucionalidad ante las diversas circunstancias históricas y políticas del México moderno, y quienes cuentan con la preparación idónea, mística de servicio, y facultados constitucionalmente para realizar funciones que garanticen la Seguridad y Defensa Nacional.
“Y a propósito de Defensa Nacional, es necesario y urgente reconsiderar la proyección de las Fuerzas Armadas en este Siglo XXI, determinar hacia donde se debe encaminar al Ejército Mexicano, su modernización y sus funciones en el México del futuro. No se ha visto con claridad el propósito del Mando Supremo por dotar a las Fuerzas Armadas, con material acorde a la época y a su función de Defensa Nacional.
“En las actuales circunstancias, las Fuerzas Armadas poseen capacidad para garantizar el orden interno en conflictos cuya repercusión no abarque la totalidad del ámbito nacional en forma simultánea, consecuentemente son un factor importante en la estabilidad política y social de México. En caso de agresión externa, sus capacidades de presteza y respuesta se consideran sumamente limitadas.
“Actualmente realizan entre otras funciones, labor policíaca debido a la situación prevaleciente de la ineficiente actuación de la policía en México. Sin embargo, esto a corto plazo, pues en importante valorar que se puede exponer innecesariamente a la institución más valiosa y respetada en nuestro país por todos los mexicanos.
“El hecho de que continué en labores de combate al narcotráfico puede vulnerarlo ya que cada vez estas organizaciones criminales cuentan con armamento sofisticado y una red extensa de inteligencia así como también otros medios, que rebasan las capacidades del Ejército Mexicano.
“Por lo tanto, para substraer de las actividades policíacas (narcotráfico) a las Fuerzas Armadas, se considera urgente tanto la creación de una Policía Nacional como la instauración de la figura de Estado Mayor en la reestructuración de las instituciones gubernamentales que conforman al Consejo Nacional de Seguridad, aprovechando al personal militar altamente calificado en el desempeño de funciones que inciden en la Seguridad Nacional.
“El desequilibrio de los cuatro Campos del Poder Nacional (económico, político, social y militar) ha causado vulnerabilidad al Estado Mexicano para responder a los problemas que la Seguridad Nacional plantea, por ello es una demanda urgente la creación e implementación de una verdadera política de Seguridad Nacional así como de directivas y objetivos de Seguridad y Defensa Nacionales.
“No existe la certeza de su inclusión en la Agenda Nacional de Riesgos, ni siquiera si existe la Agenda Nacional de Riesgos.
“Las fuerzas Armadas han llegado a la madurez institucional pero han sido minimizadas y rezagadas en recursos materiales, en la toma de decisiones y asignación de objetivos que puedan incidir sobre la Seguridad Nacional.
“LEALTAD INSTITUCIONAL COMO PRINCIPIO, SEGURIDAD
NACIONAL COMO OBJETIVO".
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