Alarma sospechosa

Francisco Garfias

Eran las dos de la mañana del jueves 23 de septiembre pasado. La alarma símica comenzó a sonar en el Palacio Legislativo. Personal de Resguardo y Seguridad inició de inmediato la evacuación de las escasas oficinas que a esas horas de la madrugada aún permanecían ocupadas. Empleados y asesores elaboraban dictámenes, resoluciones, puntos de acuerdo.

En una de esas oficinas se encontraba oculto Julio César Godoy Toscano, hasta ese momento prófugo de la justicia. Era la que Alejandro Encinas, coordinador del grupo perredista, tiene en el piso conocido como basamento (sótano) El ruido de la alarma lo inquietó, pero no por el anuncio de un temblor.

El medio hermano del gobernador de Michoacán sospechaba que era una trampa. “En ese momento creímos que querían sacarlo y entregarlo”, nos dijo el diputado del PRD, José Narro Céspedes, responsable de haber introducido físicamente a Godoy al edificio de la Cámara. La alarma sonó por segunda vez a las 4 de la mañana, pero tampoco se movió. “Se quedó allí, a pesar de que dos veces la hicieron sonar”, puntualizó el zacatecano.

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El episodio se registró, a pesar de que Godoy entró al Palacio Legislativo cobijado por un acuerdo de alto nivel entre el Gobierno Federal y legisladores. Varias reuniones precedieron este acuerdo que concluyó con la toma de protesta del michoacano, a pesar de que tiene orden de aprehensión por supuestos vínculos con el narcotráfico.

En esos encuentros, celebrados por separado, participaron Francisco Blake, titular de la Segob; Arturo Chávez Chávez, de la PGR, Guadalupe Acosta Naranjo, diputado del PRD y, en algunas, Jesús Zambrano, vicepresidente de la mesa directiva de la Cámara baja. Josefina Vázquez Mota, coordinadora del grupo panista en la Cámara Baja y aspirante a la candidatura presidencial, también estuvo presente.

“Se tuvo contacto con algunos integrantes del gobierno federal. Tratábamos que esto se diera sin afectar la tranquilidad del Congreso o la del país. Ellos (los funcionarios) mostraron, al principio, cierta reticencia, pero estaban claros que había una orden del Juez que tenían que acatar”, puntualizó Narro. Se refería, obviamente, a la decisión del polémico juez Efraín Cázeres, de restituirle a Godoy sus derechos políticos, pero sin retirar la orden de aprehensión.

¿Cuál fue la actitud de Josefina? Preguntamos. “En todo momento manifestó su disposición para dejarlo pasar. Siempre expresó tolerancia. Buscó que los costos políticos fueran los menos posibles. Aparte que se mostró dispuesta a sujetarse a un mandato de la Ley,” manifestó el perredista. La conducta de Francisco Rojas, coordinador de la bancada del PRI también fue positiva. “En la Junta de Coordinación Política dijo que si la Ley señalaba que debería tomar protesta, el PRI lo acataría”.-

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El acuerdo de alto nivel explicaría la pasividad de la policía frente al ingreso de Godoy al Palacio Legislativo. Narro lo cuenta así:

“Al mediodía del martes, Julio Cesar estaba fuera de la Cámara. Salimos por él para subirlo a la camioneta. Allí estaba la Policía. Nunca nos revisaron. En el retén final, donde esta la flecha para ingresar al estacionamiento, los guardias de resguardo revisaron con espejos la parte baja del vehículo. No hubo problema. De allí pasamos a las oficinas de Encinas en Basamento. Allí se quedó Julio Cesar hasta el jueves. Eso fue lo que sucedió”, nos dijo.

A los que acusan a los diputados de proteger un prófugo de la justicia, Narro les pide que revisen los expedientes, que los lean con cuidado, y luego saquen conclusiones. “Los que opinan de este modo, carecen de información. No es opinión calificada”, asevera.

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Gustavo Madero promete ser un “político de la calle” y no “subirse al ladrillo”, si los consejeros del PAN lo hacen sucesor de César Nava. “La soberbia es una de las grandes enfermedades que padece el PAN. Es veneno puro”, puntualiza el aspirante a jefe nacional. ¿Estaría pensando en Germán Martínez cuando habló de “subirse al ladrillo”? Es pregunta.

El senador tampoco dejó indemne a Cesar Nava, actual presidente del partido Está convencido de que uno de los retos internos del PAN es cambiar el chip de la exclusión y colocar otro en el que todos tengan cabida. “Yo ya lo traigo integrado”, aseguró.

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