2012: ¡Batalla campal!

Ricardo Rocha / Detrás de la Noticia

Anteriormente, en la lucha libre no había reglas ni réferi

Así, con signos de admiración, se anunciaban en mis años infantiles esos agarrones trepidantes de aquella religión llamada lucha libre. Diez ó 12 auténticos gladiadores encerrados en el mismo ring en el que apenas y cabían. Hagan de cuenta que los estoy viendo en el sueño dorado de la Arena México: El Santo, Gori Guerrero, Blue Demon, Black Shadow, El Cavernario Galindo, “Tarzán” López, La Tonina Jackson, Enrique Llanes y hasta El Médico Asesino con todo y su Enfermero. Una pléyade de ídolos de capas espectaculares, máscaras inolvidables y rostros feroces por los cuales valían la pena los apretujones para tener el privilegio celestial de rozar sus vestimentas o cruzar una mirada con cualquiera de ellos.

Si usted no es muy versado en el arte del pancracio, que dirían los clásicos, déjeme y le cuento: la batalla campal era una variante caótica, anárquica y salvaje: consistía en que los luchadores se empezaban a golpear todos contra todos; a veces entre dos o tres agarraban a uno, lo tundían bien y bonito y lo aventaban por arriba de la tercera cuerda entre los alaridos del público; luego se volteaban y se atizaban entre ellos; así, hasta que iban quedando seis, cuatro y finalmente dos que, ya exhaustos, apenas alcanzaban para alguna patada voladora o si acaso algún tope suicida que les diera el tan anhelado triunfo final.

Por cierto, se me estaba olvidando un pequeño detalle: en las campales no había reglas ni réferi. Todo se valía, incluidos los golpes bajos y los piquetes de ojos. Incluso las alianzas se rompían al calor del combate. Así que de pronto no era raro ver enfrentados a los nobilísimos maestros Tarzán contra Llanes. O dándose con todo entre ellos a los fraternos de la inmortal Pareja Atómica, El Santo y Gori. Y hasta al Enfermero jugándole las contras a su jefe, El Médico.

Algo así empezamos a vivir en esta campal adelantada que ya es el 2012. Nomás póngales usted máscara y nombre a nuestros políticos y decida quiénes son los técnicos y quiénes los rudos. Quiénes los buenos y quiénes los malos.

Por lo pronto, a la izquierda del cuadrilátero la madrina entre Andrés Manuel, Ebrard y “Los Chuchos” ya chorrea mole en el enlonado… ¡Nomás de uno por uno!, dicen que grita el celebérrimo “Peje”. Mientras que en la extrema derecha, “Cesarito”, “Mascarito Santiago” y hasta la “Vaca Tomasa” también le echan montón al bronquísimo rudo Espino para que no se coma a los niños Ernestito y Alonsito.

En el mero centro, “Batman Beltrones” y el “Niño Maravilla” se dan la mano y prometen un duelo de poder, pero sin marrullerías. Puro llaveo y fuerza. Una lucha clásica y al viejo estilo. Claro, siempre y cuando a alguno de ellos no se le pase la mano y haga enfurecer al otro.

Para acabarla de amolar, el gerente temporal de la AAA quiere ser juez y parte atacando ferozmente a unos y defendiendo ignominiosamente a otros. Quiere que uno de ellos gane “haiga sido como haiga sido”. Y cuando le hablan de que puede triunfar alguno otro, amenaza con tres palabras: está por verse.

¿A poco no, una campal impredecible?

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