Francisco Rodríguez / Índice Político
EN CADA DISCURSO, en todas sus intervenciones públicas, Felipe Calderón terquea con dos ritornelos: una defensa a ultranza de su guerra en contra del narcotráfico –apenas rebautizada como lucha por la seguridad–, y un llamado a la unidad que, en realidad, implora unanimidad.
Su apología a la guerra que ya ha costado casi 30 mil víctimas mortales –y, paradójicamente, que esta actividad ilegal siga en expansión y en bonanza– sirve para toda ocasión. Igual pronuncia las mismas palabras en un evento con inversionistas extranjeros que en un festejo por el Día de las Madres.
Al parejo llega su llamado a la unidad.
En pocas palabras, el ocupante de Los Pinos desea que todos pensemos como lo hace él. Que, sin excepción, todos y cada uno de los habitantes del país no solamente aplaudamos su estrategia, así y muchos estemos conscientes de su falibilidad, también que lancemos vítores a su fracasada política económica, incluso a sus alianzas electoreras en contra del PRI.
O todos pensamos como Calderón o somos antipatriotas.
Buscar la unanimidad –incluso la uniformidad– por sobre la unidad es característica propia de las dictaduras o los regímenes autoritarios que ven en la pluralidad de pensamiento, en la crítica, la igualdad e incluso en la libertad a sus jinetes del Apocalipsis.
Unidad. Unidad. Unidad. Ayer mismo, durante una ceremonia para conmemorar que hace 189 años se firmó el Acta que nos hizo independientes de España, Calderón volvió a invocar la cada vez más desgastada palabreja. Lo ha hecho en varias ocasiones ejemplificando incluso con hechos históricos: desunidos, perdimos la mitad del territorio… unidos nos independizamos e hicimos una revolución que aún rinde frutos… etc.
¿Por qué es que los llamados de Calderón a la unidad “no prenden”?
¿Le hace falta enjundia al pronunciarlos?
¿Quizá lo que menos queremos es estar unidos?
Nada de eso. Calderón no obtiene respuesta a sus múltiples llamados a la unidad, por la incongruencia de quien los hace, por supuesto.
Porque su discurso dista leguas de lo que en realidad lleva a cabo desde sus cuarteles en Los Pinos.
Ya desde antes de 2006 su divisa ha sido el “divide y vencerás”.
Lo hizo al seno del partido que hoy lidera, y fue así como derrotó a Vicente Fox y a Santiago Creel, prospecto de Marta Sahagún, como candidato presidencial en el 2006.
Dividió durante su campaña electoral. Maniqueamente polarizó entre “buenos” y “malos”. Los primeros, obviamente, quienes le seguían a él. Los segundos, peligrosos para México, porque no crearían empleo, derrumbarían a la economía, harían crecer la inflación, expropiarían las viviendas de la conservadora –y desinformada– clase media…
El proceso de polarización persiste. Los últimos cuatro años han tenido como objetivo a priístas y perredistas del ala no controlada desde Los Pinos, pues son blancos de todo tipo de ataques, invectivas.
Los tricolores, por ejemplo, han sido calificados –el títere Germán Martínez dix it– de proteger actividades ilegales como el narcotráfico, lo que arreció en las vísperas de los comicios federales de 2009.
Peor aún, ese mismo año, más de una treintena de funcionarios públicos michoacanos, mayoritariamente de las filas del sol azteca, fueron aprehendidos y señalados como cómplices de La Familia, el grupo delincuencial que asuela a prácticamente todo el centro del territorio nacional. La mayoría están hoy libres. El oficialismo no pudo comprobar sus acusaciones.
Los priístas también “la brincaron”. Sabido es que el entonces procurador general de la República, Eduardo Medina-Mora, se negó a “politizar” las acciones de la dependencia y no hizo segunda a los deseos de Calderón de, cuando menos, aprehender a un ex gobernador priísta.
¿Unidad? Tales llamados no son sino una intolerable falta de pluralidad, parte de un terrible proceso de uniformización de la sociedad en los que la “diferencia” o la “diversidad” no tiene cabida, ¿no cree usted?
Índice Flamígero: Este es un llamado para que la ciudadana Gloria García Luna –hermana de you know who– pase a la Tesorería del gobierno del Estado de Morelos a pagar los adeudos pendientes. Y es que resulta que, como directora de Prevención Social de la administración que encabeza un tal señor Adame, esta dama tiene un sueldo nominal de 20 mil pesos mensuales, pero ha estado cobrando 39 mil. De acuerdo a la Auditoría del Congreso morelense, adeuda 318 mil pesos correspondientes a 2008, y 290 mil cobrados de más en 2009. ¿Le ayudará su brother a cubrir esta deuda con el erario estatal? Con eso de que el titular de la SSP “estira al máximo” sus percepciones.
EN CADA DISCURSO, en todas sus intervenciones públicas, Felipe Calderón terquea con dos ritornelos: una defensa a ultranza de su guerra en contra del narcotráfico –apenas rebautizada como lucha por la seguridad–, y un llamado a la unidad que, en realidad, implora unanimidad.
Su apología a la guerra que ya ha costado casi 30 mil víctimas mortales –y, paradójicamente, que esta actividad ilegal siga en expansión y en bonanza– sirve para toda ocasión. Igual pronuncia las mismas palabras en un evento con inversionistas extranjeros que en un festejo por el Día de las Madres.
Al parejo llega su llamado a la unidad.
En pocas palabras, el ocupante de Los Pinos desea que todos pensemos como lo hace él. Que, sin excepción, todos y cada uno de los habitantes del país no solamente aplaudamos su estrategia, así y muchos estemos conscientes de su falibilidad, también que lancemos vítores a su fracasada política económica, incluso a sus alianzas electoreras en contra del PRI.
O todos pensamos como Calderón o somos antipatriotas.
Buscar la unanimidad –incluso la uniformidad– por sobre la unidad es característica propia de las dictaduras o los regímenes autoritarios que ven en la pluralidad de pensamiento, en la crítica, la igualdad e incluso en la libertad a sus jinetes del Apocalipsis.
Unidad. Unidad. Unidad. Ayer mismo, durante una ceremonia para conmemorar que hace 189 años se firmó el Acta que nos hizo independientes de España, Calderón volvió a invocar la cada vez más desgastada palabreja. Lo ha hecho en varias ocasiones ejemplificando incluso con hechos históricos: desunidos, perdimos la mitad del territorio… unidos nos independizamos e hicimos una revolución que aún rinde frutos… etc.
¿Por qué es que los llamados de Calderón a la unidad “no prenden”?
¿Le hace falta enjundia al pronunciarlos?
¿Quizá lo que menos queremos es estar unidos?
Nada de eso. Calderón no obtiene respuesta a sus múltiples llamados a la unidad, por la incongruencia de quien los hace, por supuesto.
Porque su discurso dista leguas de lo que en realidad lleva a cabo desde sus cuarteles en Los Pinos.
Ya desde antes de 2006 su divisa ha sido el “divide y vencerás”.
Lo hizo al seno del partido que hoy lidera, y fue así como derrotó a Vicente Fox y a Santiago Creel, prospecto de Marta Sahagún, como candidato presidencial en el 2006.
Dividió durante su campaña electoral. Maniqueamente polarizó entre “buenos” y “malos”. Los primeros, obviamente, quienes le seguían a él. Los segundos, peligrosos para México, porque no crearían empleo, derrumbarían a la economía, harían crecer la inflación, expropiarían las viviendas de la conservadora –y desinformada– clase media…
El proceso de polarización persiste. Los últimos cuatro años han tenido como objetivo a priístas y perredistas del ala no controlada desde Los Pinos, pues son blancos de todo tipo de ataques, invectivas.
Los tricolores, por ejemplo, han sido calificados –el títere Germán Martínez dix it– de proteger actividades ilegales como el narcotráfico, lo que arreció en las vísperas de los comicios federales de 2009.
Peor aún, ese mismo año, más de una treintena de funcionarios públicos michoacanos, mayoritariamente de las filas del sol azteca, fueron aprehendidos y señalados como cómplices de La Familia, el grupo delincuencial que asuela a prácticamente todo el centro del territorio nacional. La mayoría están hoy libres. El oficialismo no pudo comprobar sus acusaciones.
Los priístas también “la brincaron”. Sabido es que el entonces procurador general de la República, Eduardo Medina-Mora, se negó a “politizar” las acciones de la dependencia y no hizo segunda a los deseos de Calderón de, cuando menos, aprehender a un ex gobernador priísta.
¿Unidad? Tales llamados no son sino una intolerable falta de pluralidad, parte de un terrible proceso de uniformización de la sociedad en los que la “diferencia” o la “diversidad” no tiene cabida, ¿no cree usted?
Índice Flamígero: Este es un llamado para que la ciudadana Gloria García Luna –hermana de you know who– pase a la Tesorería del gobierno del Estado de Morelos a pagar los adeudos pendientes. Y es que resulta que, como directora de Prevención Social de la administración que encabeza un tal señor Adame, esta dama tiene un sueldo nominal de 20 mil pesos mensuales, pero ha estado cobrando 39 mil. De acuerdo a la Auditoría del Congreso morelense, adeuda 318 mil pesos correspondientes a 2008, y 290 mil cobrados de más en 2009. ¿Le ayudará su brother a cubrir esta deuda con el erario estatal? Con eso de que el titular de la SSP “estira al máximo” sus percepciones.
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