Martha Anaya / Crónica de Política
Genaro García Luna capoteaba con soltura las recriminaciones de los diputados de oposición. Ni se exaltaba, ni provocaba. Disentía con así lo consideraba con alguna frase breve y exponía su posición.
Es más, había sido tan cuidadoso en términos políticos el secretario de Seguridad Pública Federal que todas sus estadísticas ocupaban cifras que incluían tan sólo la última década, es decir, tan sólo las gestiones panistas.
Nada, pues, que afectara al PRI.
Así avanzaba su comparecencia ante la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara de Diputados –sin grandes sobresaltos–, hasta que tocó el turno al representante del partido en el poder, al PAN.
Sí, fue nada menos que un diputado del blanquiazul, Bonifacio Herrera, quien rompió con la marcha aséptica del titular de la SSP. Tomó sus papelitos que ya llevaba escritos y comenzó su catilinaria.
Arrancó con aquello de que la respuesta del gobierno al crimen organizado “ha sido clara y contundente”; que ese esfuerzo bien ameritaba que todas las fuerzas políticas se unieran; sin embargo, apuntaría con el índice flamígero, “hay actores que contrariamente a su historia, ocultan su verdadero rostro”, demuestran su mezquindad y hacen declaraciones que “enturbian el clima político”.
Incluso, acusaría Herrera, llegan a “obstruir” la labor de aquellos que procuran hacer su tarea, e incluso intentan “hacer creer que la violencia es resultado de las acciones del gobierno federal”.
El panista no otorgaba tregua. Línea tras línea de su intervención llevaba un reproche a sus opositores, particularmente a los priistas. Los integrantes de la Comisión le miraban con extrañeza, algunos incluso sonreían ante tal reacción. García Luna escuchaba con expresión de jugador de póker.
Pero Bonifacio Herrera tenía para dar y regalar. Ahora seguía contra los gobernadores: Del 100% de los recursos destinados a la seguridad, expondría, el 33% llega a los estados, pero ahí –alegaría—o “no se ejercen” o son “incompetentes” para ejercerlos y para ajustarse a las normas que se requieren.
Se acusa al gobierno –concluiría el del PAN—de incapacidad u omisión, pero la verdad es que “se dejó crecer al monstruo y ahora se quiere culpar al gobierno” de lo que acontece. Inclusive llegar a hacer declaraciones “absurdas” como que los narcos “sólo van de paso por su entidad”.
Finalmente preguntaría a García Luna qué requería su secretaría para seguir enfrentando al crimen, que reformas legislativas necesitaba, qué temas pendientes había.
García Luna apenas si contestó. No pasó de un párrafo su respuesta, dos-tres frases a lo más: “El esquema de mando policía…”
La situación era de lo más desagradable para los funcionarios de la SSP federal. Ni siquiera cuando el también panista José Luis Ovando –presidente de la Comisión—interrumpió la respuesta de García Luna al petista Jaime Cárdenas “por cuestiones de tiempo y respeto a los demás legisladores”, hubo tanta incomodidad.
Pero así fue. Son tantos los resabios y los enojos que traen los panistas con sus opositores que ellos mismos terminaron saboteando a García Luna en su comparecencia.
Genaro García Luna capoteaba con soltura las recriminaciones de los diputados de oposición. Ni se exaltaba, ni provocaba. Disentía con así lo consideraba con alguna frase breve y exponía su posición.
Es más, había sido tan cuidadoso en términos políticos el secretario de Seguridad Pública Federal que todas sus estadísticas ocupaban cifras que incluían tan sólo la última década, es decir, tan sólo las gestiones panistas.
Nada, pues, que afectara al PRI.
Así avanzaba su comparecencia ante la Comisión de Seguridad Pública de la Cámara de Diputados –sin grandes sobresaltos–, hasta que tocó el turno al representante del partido en el poder, al PAN.
Sí, fue nada menos que un diputado del blanquiazul, Bonifacio Herrera, quien rompió con la marcha aséptica del titular de la SSP. Tomó sus papelitos que ya llevaba escritos y comenzó su catilinaria.
Arrancó con aquello de que la respuesta del gobierno al crimen organizado “ha sido clara y contundente”; que ese esfuerzo bien ameritaba que todas las fuerzas políticas se unieran; sin embargo, apuntaría con el índice flamígero, “hay actores que contrariamente a su historia, ocultan su verdadero rostro”, demuestran su mezquindad y hacen declaraciones que “enturbian el clima político”.
Incluso, acusaría Herrera, llegan a “obstruir” la labor de aquellos que procuran hacer su tarea, e incluso intentan “hacer creer que la violencia es resultado de las acciones del gobierno federal”.
El panista no otorgaba tregua. Línea tras línea de su intervención llevaba un reproche a sus opositores, particularmente a los priistas. Los integrantes de la Comisión le miraban con extrañeza, algunos incluso sonreían ante tal reacción. García Luna escuchaba con expresión de jugador de póker.
Pero Bonifacio Herrera tenía para dar y regalar. Ahora seguía contra los gobernadores: Del 100% de los recursos destinados a la seguridad, expondría, el 33% llega a los estados, pero ahí –alegaría—o “no se ejercen” o son “incompetentes” para ejercerlos y para ajustarse a las normas que se requieren.
Se acusa al gobierno –concluiría el del PAN—de incapacidad u omisión, pero la verdad es que “se dejó crecer al monstruo y ahora se quiere culpar al gobierno” de lo que acontece. Inclusive llegar a hacer declaraciones “absurdas” como que los narcos “sólo van de paso por su entidad”.
Finalmente preguntaría a García Luna qué requería su secretaría para seguir enfrentando al crimen, que reformas legislativas necesitaba, qué temas pendientes había.
García Luna apenas si contestó. No pasó de un párrafo su respuesta, dos-tres frases a lo más: “El esquema de mando policía…”
La situación era de lo más desagradable para los funcionarios de la SSP federal. Ni siquiera cuando el también panista José Luis Ovando –presidente de la Comisión—interrumpió la respuesta de García Luna al petista Jaime Cárdenas “por cuestiones de tiempo y respeto a los demás legisladores”, hubo tanta incomodidad.
Pero así fue. Son tantos los resabios y los enojos que traen los panistas con sus opositores que ellos mismos terminaron saboteando a García Luna en su comparecencia.
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