© BARRERA FUENTES, Florencio, El Apóstol Cautivo, Biblioteca de Estudios Históricos (1973).
“…Madero ofrecía a Ricardo Flores Magón la vicepresidencia de México. Para ese puesto, la convención Antireeleccionista de la capital mexicana había escogido al Dr. Vázquez Gómez… Ricardo sacudió la cabeza en señal de disgusto… Contrapusimos como sigue: “Que Madero, Villa, Orozco, Zapata y Ricardo Flores Magón constituyéramos una Junta Revolucionaria para gobernar México hasta que se consumara la Revolución.”
» COMPAÑEROS DIPUTADOS— Tengo el honor, como uno de los últimos, de los más indignos compañeros que fui de Ricardo Flores Magón, tengo el honor de dar a esta Cámara [de Diputados] la noticia de su muerte, ocurrida ayer en Los Ángeles. Yo no diré que quisiera ser orador para hablar de Flores Magón: “los hombres grandes, dice José Martí, no necesitan para ser elogiados, de grandes palabras. Para hablar de los hombres grandes se debe hablar, urge hablar con la frase clara y sencilla, como grande y sencilla fue la vida de esos hombres.” Nadie quizá más grande, entre los revolucionarios mexicanos, que Ricardo Flores Magón. Ricardo Flores Magón, modesto; Ricardo Flores Magón, que tuvo la fortuna, la dicha inmensa de jamás ser vencedor; Ricardo Flores Magón, que sólo conoció espinas y los dolores de la revolución, es un hombre delante del cual debemos inclinarnos todos los revolucionarios que hemos tenido, quizá, la desgracia de saborear algo de los manjares servidos en el banquete de la revolución. Para Ricardo Flores Magón no debe haber frases de dolor ni tribunas enlutadas; sería demasiado burgués, demasiado indigno de ese hombre grande, de ese hombre excelso, venir aquí y pedir cosas burguesas; yo quiero en este momento tener algo de la rebeldía de aquel numen de la rebeldía, de aquel hombre inquieto, para decir: “No necesitamos luto, ni llevamos luto en el alma compañeros, los camaradas de Ricardo Flores Magón: llevamos respeto, mucho respeto íntimo, respeto y admiración profunda por el gran luchador, por el inmenso hombre de carácter que se llamó Ricardo Flores Magón.” (Aplausos)
Ricardo Flores Magón, que no llegó a la presidencia como Madero, ni a la Primera Jefatura como Carranza, ni a los honores como hoy llegan los jefes militares de la revolución; Ricardo Flores Magón, sin embargo, es el precursor de la revolución, el verdadero autor de ella, el autor intelectual de la revolución mexicana. Y por eso, porque no fue vencedor, no se le honra; no necesita honores; necesita simplemente la admiración de todos los revolucionarios y esa admiración la tenemos los que no nos inclinamos ni ante el éxito, ni ante los honores, ni ante los grandes. Para Ricardo Flores Magón sólo debe haber frases de admiración y de justicia; Ricardo Flores Magón nunca pidió que se enlutara esta tribuna, no lo pediría; Ricardo Flores Magón tuvo el gesto de grandeza de rechazar la pensión que esta Cámara decretó en su honor, y no sería yo quien manchara su nombre pidiendo que así como se enluta esta tribuna por un magistrado caduco, representativo de las ideas viejas, fuera a enlutarse esta tribuna que no es digna de la figura de Flores Magón, porque él fue más que la Cámara, fue más que la Representación Nacional, porque fue la inspiración, la videncia que llevó al pueblo a la revolución.
De manera que para él no pido más que respeto profundo; que lo respeten los que quieran respetarlo, que se inclinen ante él los que tengan para él adulación; poco nos importa que la prensa no lo honre y que los reaccionarios lo desprecien; poco nos importa que la plutocracia norteamericana lo haya marcado con el hierro candente de su maldad y ferocidad, y que a esa plutocracia se deba la muerte de Flores Magón.
Es mejor que esa plutocracia norteamericana no haya concedido la libertad del gran rebelde; es infinitivamente mejor que Ricardo Flores Magón haya cerrado su vida como la abrió; siempre rebelde, siempre sin prosternarse. ¡Mejor así! Ricardo Flores Magón, he dicho, fue el precursor de la Revolución y el autor intelectual de ella; Ricardo Flores Magón preparó el terreno a Madero, y Madero y el maderismo vinieron a encontrarse el terreno preparado, la mesa puesta, por lo menos en el terreno ideológico de la preparación de las masas; pero como Madero triunfó, es el ídolo; como Ricardo Flores Magón murió en una cárcel, Flores Magón pasará quizá desapercibido para los ojos ingratos. Flores Magón vio la revolución totalmente, íntegramente en una visión de plena de vidente, no de visionario; Ricardo Flores Magón abarcó todo el problema de la revolución, como no lo abarcó Madero ni tampoco Carranza; basta comparar sus palabras luminosas, sus frases candentes, sus frases de visión y rebeldía, sus presentimientos, anteriores al movimiento de 1910; basta leer cualquiera de sus artículos al acaso compararlos con el mezquino, con el anodino «Plan de San Luis» o con el ridículo «Plan de Guadalupe». * * *
Al terminar la oración del Diputado Antonio Díaz Soto y Gama, se dio cuenta de una proposición que fue aprobada dispensando los trámites y en medio de nutridos aplausos:
“Los diputados que suscriben, animados por el propósito de rendir un póstumo homenaje al gran revolucionario mexicano Ricardo Flores Magón, mártir y apóstol de las ideas libertarias, que acaba de fallecer, pobre y ciego, en la fría celda de una prisión yanqui, proponemos a esta H. Asamblea tome el siguiente acuerdo:
« UNICO— Tráigase a descansar al suelo de la Patria, por cuenta del Gobierno Mexicano, los restos mortales de Ricardo Flores Magón. »
“…Madero ofrecía a Ricardo Flores Magón la vicepresidencia de México. Para ese puesto, la convención Antireeleccionista de la capital mexicana había escogido al Dr. Vázquez Gómez… Ricardo sacudió la cabeza en señal de disgusto… Contrapusimos como sigue: “Que Madero, Villa, Orozco, Zapata y Ricardo Flores Magón constituyéramos una Junta Revolucionaria para gobernar México hasta que se consumara la Revolución.”
» COMPAÑEROS DIPUTADOS— Tengo el honor, como uno de los últimos, de los más indignos compañeros que fui de Ricardo Flores Magón, tengo el honor de dar a esta Cámara [de Diputados] la noticia de su muerte, ocurrida ayer en Los Ángeles. Yo no diré que quisiera ser orador para hablar de Flores Magón: “los hombres grandes, dice José Martí, no necesitan para ser elogiados, de grandes palabras. Para hablar de los hombres grandes se debe hablar, urge hablar con la frase clara y sencilla, como grande y sencilla fue la vida de esos hombres.” Nadie quizá más grande, entre los revolucionarios mexicanos, que Ricardo Flores Magón. Ricardo Flores Magón, modesto; Ricardo Flores Magón, que tuvo la fortuna, la dicha inmensa de jamás ser vencedor; Ricardo Flores Magón, que sólo conoció espinas y los dolores de la revolución, es un hombre delante del cual debemos inclinarnos todos los revolucionarios que hemos tenido, quizá, la desgracia de saborear algo de los manjares servidos en el banquete de la revolución. Para Ricardo Flores Magón no debe haber frases de dolor ni tribunas enlutadas; sería demasiado burgués, demasiado indigno de ese hombre grande, de ese hombre excelso, venir aquí y pedir cosas burguesas; yo quiero en este momento tener algo de la rebeldía de aquel numen de la rebeldía, de aquel hombre inquieto, para decir: “No necesitamos luto, ni llevamos luto en el alma compañeros, los camaradas de Ricardo Flores Magón: llevamos respeto, mucho respeto íntimo, respeto y admiración profunda por el gran luchador, por el inmenso hombre de carácter que se llamó Ricardo Flores Magón.” (Aplausos)
Ricardo Flores Magón, que no llegó a la presidencia como Madero, ni a la Primera Jefatura como Carranza, ni a los honores como hoy llegan los jefes militares de la revolución; Ricardo Flores Magón, sin embargo, es el precursor de la revolución, el verdadero autor de ella, el autor intelectual de la revolución mexicana. Y por eso, porque no fue vencedor, no se le honra; no necesita honores; necesita simplemente la admiración de todos los revolucionarios y esa admiración la tenemos los que no nos inclinamos ni ante el éxito, ni ante los honores, ni ante los grandes. Para Ricardo Flores Magón sólo debe haber frases de admiración y de justicia; Ricardo Flores Magón nunca pidió que se enlutara esta tribuna, no lo pediría; Ricardo Flores Magón tuvo el gesto de grandeza de rechazar la pensión que esta Cámara decretó en su honor, y no sería yo quien manchara su nombre pidiendo que así como se enluta esta tribuna por un magistrado caduco, representativo de las ideas viejas, fuera a enlutarse esta tribuna que no es digna de la figura de Flores Magón, porque él fue más que la Cámara, fue más que la Representación Nacional, porque fue la inspiración, la videncia que llevó al pueblo a la revolución.
De manera que para él no pido más que respeto profundo; que lo respeten los que quieran respetarlo, que se inclinen ante él los que tengan para él adulación; poco nos importa que la prensa no lo honre y que los reaccionarios lo desprecien; poco nos importa que la plutocracia norteamericana lo haya marcado con el hierro candente de su maldad y ferocidad, y que a esa plutocracia se deba la muerte de Flores Magón.
Es mejor que esa plutocracia norteamericana no haya concedido la libertad del gran rebelde; es infinitivamente mejor que Ricardo Flores Magón haya cerrado su vida como la abrió; siempre rebelde, siempre sin prosternarse. ¡Mejor así! Ricardo Flores Magón, he dicho, fue el precursor de la Revolución y el autor intelectual de ella; Ricardo Flores Magón preparó el terreno a Madero, y Madero y el maderismo vinieron a encontrarse el terreno preparado, la mesa puesta, por lo menos en el terreno ideológico de la preparación de las masas; pero como Madero triunfó, es el ídolo; como Ricardo Flores Magón murió en una cárcel, Flores Magón pasará quizá desapercibido para los ojos ingratos. Flores Magón vio la revolución totalmente, íntegramente en una visión de plena de vidente, no de visionario; Ricardo Flores Magón abarcó todo el problema de la revolución, como no lo abarcó Madero ni tampoco Carranza; basta comparar sus palabras luminosas, sus frases candentes, sus frases de visión y rebeldía, sus presentimientos, anteriores al movimiento de 1910; basta leer cualquiera de sus artículos al acaso compararlos con el mezquino, con el anodino «Plan de San Luis» o con el ridículo «Plan de Guadalupe». * * *
Al terminar la oración del Diputado Antonio Díaz Soto y Gama, se dio cuenta de una proposición que fue aprobada dispensando los trámites y en medio de nutridos aplausos:
“Los diputados que suscriben, animados por el propósito de rendir un póstumo homenaje al gran revolucionario mexicano Ricardo Flores Magón, mártir y apóstol de las ideas libertarias, que acaba de fallecer, pobre y ciego, en la fría celda de una prisión yanqui, proponemos a esta H. Asamblea tome el siguiente acuerdo:
« UNICO— Tráigase a descansar al suelo de la Patria, por cuenta del Gobierno Mexicano, los restos mortales de Ricardo Flores Magón. »
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