Periodistas arrodillados…Fracaso antinarco

Jorge Alejandro Medellín / De orden superior

1.- En el marco de la reunión de gobernadores fronterizos que se realiza en Nuevo México, los directivos del periódico El Diario de Juárez, cuyos fotógrafos Luis Carlos Santiago Orozco (fallecido) y Carlos Manuel Sánchez Colunga (herido) fueron atacados por sicarios, lanza un doloroso y lamentable mensaje al crimen organizado, a la sociedad civil, a las autoridades federales, estatales, y lo que queda de las municipales, así como a las festivas fuerzas armadas y a los porosos cuerpos de seguridad de todos los niveles.

2.- El mensaje publicado como editorial en su edición del domingo es un hito en el periodismo mexicano. Expone con crudeza la realidad existente en el norte del país -tierra sin ley ni orden- en donde el ejercicio periodístico hace tiempo llegó a límites razonables en una región controlada, dominada y aterrorizada por el narco ante mandatarios inoperantes, medrosos, nulos pero muy patriotas.

3.- El texto devela también las presiones y el hostigamiento por parte autoridades estatales y hasta federales para acusar a El Diario de amarillismo y de contribuir a crear un clima de psicosis en torno a la violencia del narco y a la torpeza y nulidad gubernamental (estatal y federal) para combatirlo.

4.- Doloroso y lamentable y también inquietante, porque coloca sobre la mesa de discusiones el tema de la cobertura noticiosa del narcotráfico en un momento de profunda crisis, generada principalmente por la impunidad, producto a su vez de la inoperancia, complicidad y cinismo de las autoridades. En pocas palabras, de un estado fallido.

5.- El editorial -criticado por varios periodistas por constituir una especie de rendición aunque sus autores han negado que sea así- es una bofetada a la ineptitud del gobierno federal y estatal para enfrentar al barco, salvo por los golpes mediáticos en que han derivado las detenciones de capos como Edgar Valdez Villarreal, Sergio Villarreal Barragán o la muerte de Ignacio Coronel y Arturo Beltrán Leyva en menos de un año.

6.- Es también una advertencia a los demás medios de comunicación que anticipa la tremenda soledad en que se mueve el periodismo encargado de cubrir asuntos de seguridad, el desamparo (que en algunos casos comienza en las propias redacciones) con el que reporteros y fotógrafos se enfrentan a la violencia del crimen organizado.

7.- Acierta el General (retirado) Jorge Lugo Cital al señalarle a este columnista que las campanas al vuelo del gobierno calderonista en su discurso triunfalista sobre las batallas ganadas al narco son solamente eso; ruido, alharaca y show mediático con el que se pretende hacerle creer a los mexicanos que hay avances reales en la lucha contra el crimen organizado y que los cárteles deben ponerse a temblar, como lo aseguró un desafortunado Mariano Francisco Saynez, secretario de Marina y lo avala el titular de la Sedena, Guillermo Galván.

8.- Es cierto, el narcotráfico domina grandes zonas, regiones completas del país mediante el ejercicio del terror, de la cooptación, del soborno y la complicidad con otros poderes legalmente establecidos.

9.- El narco cobra derecho de piso, controla mercados, tianguis, mercancía legal e ilegal, maneja piratería, extorsiona a pequeños y medianos empresarios y apunta también sus fusiles a grandes inversionistas (en Monterrey, por ejemplo, cobra 100 mil dólares mensuales a varios potentados para no hacerles daño), recluta además a militares en activo, militares en retiro, policías federales, comandantes, policías estatales y municipales a los que obliga a trabajar por unos cuantos pesos (en comparación con las astronómicas ganancias del negocio de las drogas); el narco secuestra, roba autos, controla bandas delictivas, expande a placer sus productos en zonas marginadas, en escuelas, en colonias completas, en unidades habitacionales; compra y construye edificios, invierte en desarrollos, lava dinero a manos llenas, inserta gente en los medios de comunicación, ordena, modifica o suprime información, administra artistas, bandas de música, equipos de futbol y beisbol, boxeadores, cantantes, artistas, modelos, trafica con personas, mueve prostíbulos; lleva y trae a placer armas, sustancias químicas, dinero, animales exóticos, obras de arte, mercancía apócrifa, ropa, zapatos, tenis, perfumes, juguetes, discos, relojes, teléfonos y hasta comida…diariamente en poco más de la mitad del territorio nacional.

10.- A este panorama, el gobierno federal intenta oponer capturas, enfrentamientos, decomisos y espectaculares trabajos de inteligencia como ejemplos vivos de una eficaz lucha contra los cárteles que controlan la frontera norte del país. El editorial de El Diario de Juárez pone los puntos sobre las íes y llama a las cosas por su nombre, ante la mascarada en que se convirtieron los sucesivos operativos policíaco-militares y su fracaso rotundo en Chihuahua, en donde tropas, mandos, jefes, comandantes, gobernadores, alcaldes y comandantes supremos han rendido la plaza.

11.- Ciudad Juárez y Reynosa o Matamoros viven desde hace meses en el modelo de la Suspensión de Garantías, de la debacle en la que los periodistas y sus medios informativos han llegado al extremo de preguntarle a los narcos qué es lo que quieren, de consultarles cuáles son los límites para no afectar intereses y de atender sus exigencias a reserva de ser asesinados.

12.- En Ciudad Juárez como en muchísimos otros puntos del país, el imperio de la ley, el monopolio de la violencia, no es del Estado Mexicano: pertenece al narco, a sus siete u ocho o nueve cárteles que celebran su productiva independencia económica y su contundente revolución mediática, mientras el Zócalo capitalino y sus principales calles y avenidas se tapizan con motivos tricolores para recordar a los héroes que bla bla bla…

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