Fausto Petrelín
De nada sirve pensar en el futuro si lo esperamos.
Rooney, el emblema del equipo Manchester, es el subconsciente popular de moda recreado por los famosos tabloides británicos News of the World, The Sun, The Daily Mail, entre otros. La vida sin frenos morales es la vitrina especial o de lujo de los periódicos sensacionalistas en el entendido de que la moral particular es custodiada por los vecinos, amigos y familiares. La lectura de los tabloides ingleses se convierte en una explosión hedonista necesaria para el ultramontano simulador o para los peones de sus propios sueños.
Recientemente, los padres de una prostituta contratada por Rooney, el niño malo del futbol, pidieron disculpas a su esposa a través de News of the World, una de las joyas más puras del mediático empresario Rupert Murdoch. La elasticidad de la demanda sensacionalista del periódico News of the World es tan elevada que los escándalos de Rooney elevan la venta entre un quince a veinte por ciento. Un día normal, con escándalos de figuras de segundo nivel, el tabloide de Murdoch vende 3 millones de ejemplares. Si una prostituta vende sus intimidades unidas a las de Rooney la venta de News of the World asciende a los 3.5 millones de unidades alimenticias de morbo.
La aventura táctica de Murdoch en Estados Unidos se consolidó con rapidez a través de la televisión y, de un tiempo a la fecha, lo intenta hacer a través de los periódicos. Con la cadena de noticias Fox, logró elaborar un servicio con la forma (cerebral) conservadora de los hábitos del estadounidense promedio. La batalla de mayor complejidad la representan las costas, en particular Nueva York. Con la compra de Dow Jones, Murdoch se hizo de la cabecera financiera con mayor influencia en Manhattan, el Wall Street Journal.
Murdoch no realiza consultas a través de Google. A sus dueños los considera unos piratas de la información y unos mercenarios invisibles de las consultas. Pero regresando a Nueva York, Murdoch le ha declarado la guerra al periódico arquetípico de la seriedad, The New York Times y lo hace en el terreno del enemigo, es decir, a través de una sección sobre literatura los días domingos. Si las finanzas excitan durante la semana, lo mejor es iniciar el domingo leyendo una reseña sobre el último libro de Paul Auster.
Hoy, quizá, en el ring se observan simples movimientos de sombra. Lo seguro es lo que sucederá mañana. Slim, accionista de The New York Times, tiene la tarea de nutrir sus cables de banda ancha con contenidos competitivos. Slim no es un hombre que haya consolidado sus negocios mediáticos, no hablemos en la tierra plana (el mundo), en México. Por el contrario, decidió iniciar su estrategia en el campo de las comunicaciones construyendo el soporte. Murdoch es el mayor tenedor global de medios y, por lo tanto, es el mayor arquitecto de percepciones mediáticas. Sin embargo, siguiendo la máxima de que el medio es el mensaje, Carlos Slim eligió The New York Times para construirse una imagen global ya que su nombre, en la revista Forbes (lista de los millonarios), representaba un enigma para el mundo entero. Y lo hace para detonar una estrategia más agresiva, es decir, para multiplicar su presencia empresarial en el mundo. Ahora el soporte de contenidos es el foco de atención para el empresario mexicano. Si desea responder a Murdoch lo tendrá que hacer, no en Nueva York ya que los argumentos de defensa del periódico The New York Times son algo más que sólidos, sino en Europa. Al inicio la estrategia será “de seguidor” de sus competidores. Será en el largo plazo cuando veamos a Slim subir al ring para retar a Murdoch.
Lo que es cierto es el éxito de Murdoch a la hora de incrementar la circulación de sus productos informativos y/o diversión. Por lo pronto, su Journal ya superó al USA Today mientras que su News of the World vende cuatro veces más que The New York Times. Claro, a Murdoch poco le importa que personajes como Rooney se conviertan en productos de lujo de consumo morboso de su oferta de servicios.
No es casualidad la salida de compras inmobiliarias, por parte de Slim, a tierras neoyorkinas. Es Nueva York el sitio elegido para construir su bunker. En el mediano plazo veremos cómo será la entrada de Slim al mercado europeo porque no sólo de molletes vive el tecolote.
De nada sirve pensar en el futuro si lo esperamos.
Rooney, el emblema del equipo Manchester, es el subconsciente popular de moda recreado por los famosos tabloides británicos News of the World, The Sun, The Daily Mail, entre otros. La vida sin frenos morales es la vitrina especial o de lujo de los periódicos sensacionalistas en el entendido de que la moral particular es custodiada por los vecinos, amigos y familiares. La lectura de los tabloides ingleses se convierte en una explosión hedonista necesaria para el ultramontano simulador o para los peones de sus propios sueños.
Recientemente, los padres de una prostituta contratada por Rooney, el niño malo del futbol, pidieron disculpas a su esposa a través de News of the World, una de las joyas más puras del mediático empresario Rupert Murdoch. La elasticidad de la demanda sensacionalista del periódico News of the World es tan elevada que los escándalos de Rooney elevan la venta entre un quince a veinte por ciento. Un día normal, con escándalos de figuras de segundo nivel, el tabloide de Murdoch vende 3 millones de ejemplares. Si una prostituta vende sus intimidades unidas a las de Rooney la venta de News of the World asciende a los 3.5 millones de unidades alimenticias de morbo.
La aventura táctica de Murdoch en Estados Unidos se consolidó con rapidez a través de la televisión y, de un tiempo a la fecha, lo intenta hacer a través de los periódicos. Con la cadena de noticias Fox, logró elaborar un servicio con la forma (cerebral) conservadora de los hábitos del estadounidense promedio. La batalla de mayor complejidad la representan las costas, en particular Nueva York. Con la compra de Dow Jones, Murdoch se hizo de la cabecera financiera con mayor influencia en Manhattan, el Wall Street Journal.
Murdoch no realiza consultas a través de Google. A sus dueños los considera unos piratas de la información y unos mercenarios invisibles de las consultas. Pero regresando a Nueva York, Murdoch le ha declarado la guerra al periódico arquetípico de la seriedad, The New York Times y lo hace en el terreno del enemigo, es decir, a través de una sección sobre literatura los días domingos. Si las finanzas excitan durante la semana, lo mejor es iniciar el domingo leyendo una reseña sobre el último libro de Paul Auster.
Hoy, quizá, en el ring se observan simples movimientos de sombra. Lo seguro es lo que sucederá mañana. Slim, accionista de The New York Times, tiene la tarea de nutrir sus cables de banda ancha con contenidos competitivos. Slim no es un hombre que haya consolidado sus negocios mediáticos, no hablemos en la tierra plana (el mundo), en México. Por el contrario, decidió iniciar su estrategia en el campo de las comunicaciones construyendo el soporte. Murdoch es el mayor tenedor global de medios y, por lo tanto, es el mayor arquitecto de percepciones mediáticas. Sin embargo, siguiendo la máxima de que el medio es el mensaje, Carlos Slim eligió The New York Times para construirse una imagen global ya que su nombre, en la revista Forbes (lista de los millonarios), representaba un enigma para el mundo entero. Y lo hace para detonar una estrategia más agresiva, es decir, para multiplicar su presencia empresarial en el mundo. Ahora el soporte de contenidos es el foco de atención para el empresario mexicano. Si desea responder a Murdoch lo tendrá que hacer, no en Nueva York ya que los argumentos de defensa del periódico The New York Times son algo más que sólidos, sino en Europa. Al inicio la estrategia será “de seguidor” de sus competidores. Será en el largo plazo cuando veamos a Slim subir al ring para retar a Murdoch.
Lo que es cierto es el éxito de Murdoch a la hora de incrementar la circulación de sus productos informativos y/o diversión. Por lo pronto, su Journal ya superó al USA Today mientras que su News of the World vende cuatro veces más que The New York Times. Claro, a Murdoch poco le importa que personajes como Rooney se conviertan en productos de lujo de consumo morboso de su oferta de servicios.
No es casualidad la salida de compras inmobiliarias, por parte de Slim, a tierras neoyorkinas. Es Nueva York el sitio elegido para construir su bunker. En el mediano plazo veremos cómo será la entrada de Slim al mercado europeo porque no sólo de molletes vive el tecolote.
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