¡Muera el mal gobierno!

Álvaro Delgado

Nadie ama a su patria por ser grande sino porque es suya, decía Séneca, y por eso, al cumplirse 200 años del inicio de la gesta de Independencia, es válido exclamar que viva México, pero también se impone gritar, con indignación, la proclama de Miguel Hidalgo: “¡Muera el mal gobierno!”

Sí, muera el mal gobierno, porque los sustitutos del priato han dado a los mexicanos en una década más de lo mismo.

Porque, de ser echado el PAN de Los Pinos en 2012, seguirá administrándose la misma dosis.

Porque, como partido de derecha, no tiene proyecto de nación, sino de facción.

Muera el mal gobierno, porque Felipe Calderón comete la insolencia de sentirse la patria.

Porque incumplió su compromiso de moderar la opulencia y la indigencia.

Porque el alza de impuestos y la creación de nuevos, así como los incrementos en precios de gasolinas y la electricidad, perjudican a los más pobres.

Porque se somete a la opulenta élite y le permite no pagar multimillonarios impuestos.

Porque se sigue arrojando al infierno de la pobreza a más de la mitad de los mexicanos y se sigue acumulando fortunas al amparo del poder.

Muera el mal gobierno, porque la corrupción y la impunidad lo han penetrado hasta la médula.

Porque vale más las complicidades con Juan Molinar y el parentesco con Margarita Zavala que la vida de 49 bebés de la guardería ABC.

Porque han empujado al tobogán del olvido y la impunidad los asesinatos de los niños Almanza, de los 15 adolescentes en una fiesta en Ciudad Juárez, de los dos estudiantes del Tecnológico de Monterrey, de la señora Gabriela Pintado Terroba…

Porque la comisionada del Instituto Nacional de Migración (INM), Cecilia Romero, se mantiene en el puesto sobre los cadáveres de 72 indocumentados asesinados en Tamaulipas.

Porque desprecia a Diego Fernández de Cevallos y no quiere aclarar su secuestro.

Porque su “guerra” ha producido carnicerías cotidianas que ya superan los 30 mil muertos.

Porque mientras combate a cárteles “malos”, como Los Zetas, los que encabezan el “bueno”, Joaquín El Chapo Guzmán e Ismael El Mayo Zambada, pasean por donde les da la gana.

Porque los engaños sobre la captura de Edgar Valdés, La Barbie, sólo ratifican lo que sustenta al grupo gobernante: La mentira.

Muera el mal gobierno porque se entrega el patrimonio nacional a los magnates Germán Larrea, del Grupo México, y Emilio Azcárraga, de Televisa.

Porque Televisa ya no es sólo la secretaría de Educación, sino el suprapoder nacional.

Porque no sólo el crimen silencia a los medios de comunicación, sino el dinero público a carretadas y ha vuelto alcahuetes a periodistas que hasta se muestran como honorables.

Porque la militarización de la República, que la propaganda oficial y oficiosa atribuye a la “valentía” de Calderón, esconde los apetitos de represión.

Porque cada que Calderón convoca a la unidad, hace todo para dinamitarla.

Muera el mal gobierno, porque en la opulenta banalidad del Bicentenario exhibe que confunde lo grandiosos con lo grandote.

Porque, ignorante, quiso liquidar a Pedro Moreno y Víctor Rosales como héroes de la Independencia.

Porque, supremo ignorante de la historia, ha dejado en el olvido y en el abandono a sitios clave de la Independencia y desdeña la Revolución.

Porque, al fin fanático, se somete al clero vociferante que excomulgó a los insurgentes.

Muera el mal gobierno, porque, en vez de editar masivamente Los Sentimientos de la Nación, presentados por José María Morelos y Pavón el 14 de septiembre de 1813, para discutir su vigencia, Calderón hizo escribir la historia a su conveniencia y, sobre todo, sepultar la fraudulenta elección de 2006.

En Historia de México, el libro editada por el Fondo de Cultura Económica (FCE) que se pretende sea la historia oficial del panismo, hay por lo menos un capítulo falaz. Es el titulado “México contemporáneo (1988-2008)”, cuyo autor contratado por el gobierno de Calderón, Enrique Krauze, describe que la elección de 2006 fue impecable:

“En los meses anteriores a la elección del 6 de julio de 2006 el país se polarizó entre los partidarios del Peje (sic) y sus críticos. El propio político tabasqueño, creyendo que su ventaja era definitiva, cometió varios errores tácticos que a la postre, para sorpresa general, determinaron su derrota ante Calderón por estrechísimo margen. Durante el último semestre de 2006 (el periodo de la elección y la toma de posesión) el país vivió momentos de peligrosa tensión, pero la civilidad privó sobre la provocación y las amenazas de violencia. El 1 de diciembre de 2006, Felipe Calderón tomó posesión y dio inicio al segundo periodo presidencial del PAN.”

Y enseguida, el autor colma de elogios a Calderón:

“De un estilo discreto y ejecutivo que contrasta vivamente con el de su antecesor, Calderón se propuso asumir y enfrentar una guerra que México había postergado por demasiado tiempo: La lucha frontal contra el crimen organizado.”

Muera el mal gobierno, en fin, porque la propaganda multimillonaria de Calderón ya tiene hartos a los mexicanos, a los que desprecia.

Aun así, no es hora de guardar silencio. ¡Viva México! ¡Muera el mal gobierno…!

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