El General Tamayo el ISSFAM

Martha Anaya / Crónica de Política

Desde que concluyó el sexenio de Vicente Fox, en el cual fue el Jefe del Estado Mayor Presidencial, no habíamos vuelto a ver en público al general de división DEM José Armando Tamayo Casillas.

Ayer lo encontré en la Cámara de Diputados. Fue a comparecer ante la Comisión de Seguridad Social, para explicar y dar cuenta de la institución que hoy preside: el Instituto de Seguridad Social de las Fuerzas Armadas de México (ISSFAM).

La verdad es que no tenía ni idea de que existiera el ISSFAM, que este instituto fuera desconcentrado –aunque se inscribe en el ámbito de la seguridad—y que fuese una especie de ISSSTE del Ejército, la Fuerza Aérea y la Armada.

Escrupuloso como pocos, el general Tamayo desgranó ahí, ante una decena de diputados, datos bien interesantes de la vida al interior de las Fuerzas Armadas.

Comenzó por el presupuesto que tienen para ejercer este 2010: una cifra que en términos redondos es de poco más de 4 mil 500 millones de pesos, del cual se ha ejercido hasta el 31 de agosto el 57%.

Los dineros, según explicó, se han aplicado en muy distintos rubros. Por ejemplo:

-En el Seguro de Vida Militar –que se aplica sea cual sea la causa del deceso y se les otorga 40 meses del haber y sobre haber a quienes se encontraban en activo en el momento de su muerte–, se han tenido 1,224 casos, cuyo monto asciende a más de 224 millones de pesos.

-Del Seguro Colectivo de Retiro –suma que se otorga una sola vez a quienes tienen 20 años de servicio o más–, 2 mil 601 casos. Lo que significa cerca de 375 millones de pesos.

-Devoluciones del Seguro Colectivo de Retiro a quienes han aportado menos de 20 años: 6 mil 432 casos, cuya suma asciende a 42 millones y pico de pesos.

-Seguro Institucional –aplicable a quienes tienen cargos públicos y a mandos superiores, y a quienes se les otorgan 40 meses de su haber y cinco más para los mandos que reciben pago por riesgo–, 83 casos en lo que va del año hasta agosto; suma que significa 52 millones.

En lo que se refiere a otras prestaciones, los gastos a ejercer sobrepasan los 5 mil 500 millones de pesos. En este rubro se encuentran los Haberes de Retiro (pensión vitalicia) que cuenta a la fecha con 57 mil 117 militares en el sistema y cuya erogación es de poco más de 4 mil millones de pesos.

En Pensión para aquellos que fallecen en activo o tienen más de 20 años de servicio o en retiro, se cuentan 2 mil 584 pensionados, cuya erogación equivale a 1,359 millones de pesos.

Muchos, muchos datos se sumaron a éstos, como ayuda a gastos de sepelio, fallecimiento en situación de retiro, servicio médico integral, velatorio, servicio funerario, becas a hijos de militares en activo y retirados, créditos hipotecarios, casa hogar.

El general Tamayo daba cuenta en un tono sobrio y preciso de cada peso utilizado por ISSFEM. Sólo un dato quedaría un tanto vago. Anotó 1,224 decesos de militares en este año (hasta el 31 de agosto), pero no precisó cuántos habían sido en activo y cuántos retirados. Aunque si tomamos la cifra de 649 pagos de defunción en situación de retiro, podríamos concluir que 575 militares han muerto este año en activo.

Las preguntas que siguieron a la presentación del general Tamayo fueron poco atractivas, con demasiado tiento por parte de los legisladores. De hecho, más bien insistieron en agradecerles y felicitarlos por sus acciones. “Para mí –diría Jeanette González—ustedes tienen un diez”.

Sonrisas sólo aparecieron en una ocasión, cuando le preguntaron al general que harían en caso de que se presentaran matrimonios gays entre los militares:

-No hemos tenido ningún caso… ¡y espero no tenerlo!, pero si así fuera tendríamos que modificar la ley –reconoció–. Pero espero no verme en esa disyuntiva.

El ex jefe del Estado Mayor tomó sus papeles. Sólo quedó a deber un dato –lo enviará posteriormente– a los legisladores: ¿cuál es el número o porcentaje de militares con problemas de alcoholismo y/o drogadicción?

En cuanto se levantó, su equipo –vestidos de militares al igual que Tamayo—se puso de pie y alistó su salida.

Aunque el general siempre mostró dos rostros –severo y disciplinado con los suyos; amable y educado con los civiles que accedían o entornaban al Presidente de la República–, no dejaba de ser extraño mirarle ahí, rindiendo cuentas, así fuera de un modo tan doctrinario.

Comentarios