Devastación: la tragedia en regiones por el paso de “Karl”

El huracán “Karl” y sus remanentes no distinguieron condición socieconómica. Lo mismo golpeó a familias “pudientes” de Veracruz que a personas de escasos recursos. Debajo de los escombros hay animales muertos.

Israel Roldán


Veracruz, Veracruz.- Caminan de un lado a otro, buscan ayuda, ven una y otra vez su patrimonio perdido. Se detienen en los albergues, piden víveres, despensas, se las entregan a cuentagotas.

El huracán “Karl” y sus remanentes no distinguieron condición socieconómica. Lo mismo golpeó a familias “pudientes” que a personas de escasos recursos.

El “Hotel & Spa Puente Nacional”, ubicado en ese municipio, sería inaugurado en dos semanas y deberá esperar por los destrozos que causó el agua desbordada del bravo río Huitzilapan. Ese sitio daría empleo directo a 60 familias.

Sus propietarios andan sobre los escombros, el lodo y piedra que sepultó parcialmente el lugar. Felix Rafael Morales asegura que en el inmueble se invirtieron 35 millones de pesos que fueron reducidos a nada. La fuerza de la corriente arrastró todo.

“El nivel del arroyo subió unos 10 metros, de tal modo que nos inundó toda la planta baja, el primer nivel a la mitad, llevándose todo el mobiliario que ya estaba en el hotel que iba a abrir en dos semanas”, expresó.

Dentro de lo que serían las habitaciones hay troncos de árboles; la cocina, restaurante y salón de usos múltiples quedaron destruidos en su totalidad.

Para esa familia de inversionistas aún no hay apoyos de las autoridades que les garantice que mantendrán el proyecto.

Hasta el mediodía de ayer se mantenía suspendido el suministro de energía eléctrica en ese municipio. Cuadrillas de empleados de la CFE, algunos venidos de Tamaulipas, realizaban los trabajos de rehabilitación del cableado y levantamiento de postes.

En Puente Nacional no hay uno solo de los 15 mil habitantes que no hayan sido afectados cuando menos de manera indirecta.

Pero las afectaciones no son menores en Paso de Ovejas. Ahí las comunicaciones de la población son limitadas. No hay luz ni telefonía; tampoco agua potable, mucho menos embotellada.

En ese municipio desbordó también el afluente del río Los Pescados que desciende desde Jalcomulco. La corriente socavó el puente Paso de Ovejas y dejó incomunicada a la población.

Otro de los caminos destruidos fue el que comunica al centro de esa ciudad con el poblado San José, en donde el paso a desnivel fue arrasado.

La colonia Centroamérica está devastada, parcialmente bajo el lodo. Los propietarios de las viviendas semisepultadas intentan mantener los ánimos pero es imposible, algunos sueltan lágrimas.

En ese sitio se ubica la escuela primaria del mismo nombre. En su explanada central –cubierta por escombros– acabó una Suburban arrastrada por la fuerza del agua que no ha sido reclamada por su dueño.

Ahí hay personas que comienzan a registrar enfermedades como diarrea, gastroenteritis y hongos en la piel. Para ellos no hay medicamentos, pues comienzan a escasear en las farmacias y boticarias.

En ese municipio se habilitaron tres albergues en los que se sirven alimentos calientes y en los que pernoctan los que perdieron sus casas.

Debajo de los escombros hay animales muertos; como enterrado está el esfuerzo de muchos años de esos veracruzanos –de los “pudientes” y de aquellos de escasos recursos- damnificados por “Karl”.

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