Francisco Rodríguez / Índice Político
VIVIMOS EN EL caos. Voltee usted a su alrededor y encontrará que nada funciona en el país. La economía es un desastre, sobre todo la de las familias y los individuos: no hay desarrollo, sólo un crecimiento calificado cual “mediocre”.
Políticamente, estamos divididos, polarizados. Desde Los Pinos se nos enfrenta a unos con otros. Para la “autoridad” los críticos son narcotraficantes. Para los panistas, la izquierda es la personificación del demonio. Para los demonios, la derecha está conformada por “meones de agua bendita”…
La sociedad sortea la inseguridad y es víctima no sólo de la delincuencia organizada también de la “delincuencia legalizada” –bancos, empresas, autoridades de los tres niveles– que la mantienen secuestrada, expoliada, chantajeada e, incluso, asaltada por esos sus grandes intereses.
Hay un desorden generalizado. La administración pública no funciona. Hay subejercicios presupuestales que resultan criminales ante las muchas carencias que enfrentamos y, al mismo tiempo, un crecimiento desbordado, grosero, de la alta burocracia –de 2004 a 2009, el número de direcciones de área pasó de dos mil 938 a cinco mil 69; las direcciones generales adjuntas de 782 a mil 247, y las direcciones generales de 644 a 968, además, creó 79 plazas homólogas a subsecretario en el gobierno federal, 24 de ellas en la Secretaría de Hacienda– conformada por ineficaces panistas.
La impartición de justicia es una quimera: campea la impunidad, pues sólo dos de cada 100 delitos son castigados.
Los partidos políticos se han convertido en cabilderos de las grandes corporaciones nacionales y extranjeras. Han perdido principios e ideología, se alían electoreramente, lo que seguro terminará muy mal y en perjuicio de los gobernados.
Legisladores de todos los colores sólo defienden sus ambiciones, igual si son legítimas o no.
Los propios medios de comunicación desinforman, distraen, se entregan cual furcias a quien temporalmente ocupa el poder.
El desorden es el común denominador de los últimos diez años en México.
Analfabeta funcional e iletrado político, Vicente Fox relajó las normas y las reglas que imperaban en la vida pública nacional. Cualquiera se le trepaba a las barbas y lo manipulaba a su antojo. Pensábamos muchos entonces que no podíamos estar peor.
“Me van a extrañar” dijo el actual esposo de Martha Sahagún en las postrimerías de su sexenio. Nos reímos y burlamos. Y hoy, ante el desastre y el caos, somos muchos quienes sentimos nostalgia por él. Nos divertía, cuando menos.
Porque con Felipe Calderón ocupando Los Pinos esto ya es el acabose.
El desorden se ha convertido en desmadre, pues como los ríos del sur del país, todo se ha salido de cauce. Todo. Absolutamente todo.
Obsesionado con el tema de la creciente inseguridad, las Fuerzas Armadas y las policías a su cargo devoran enormes cantidades de presupuesto sin presentar resultados que sean plausibles. Por el contrario, la violación a los derechos humanos es ya una constante. Son miles los civiles caídos, menores de edad muchos de ellos, y sus asesinos permanecen impunes.
Y la educación, los cacareados servicios sanitarios de un Seguro Popular que no cuenta ni con medicamentos, y las obras anunciadas pero no construidas, y la opacidad, y el despilfarro, y la enorme corrupción… ¡todo es un desorden!
Falta ya menos para que esta situación acabe. Apenas meses que, sin embargo, resultarán siglos en el imaginario social. Calderón ya va de salida. Cada vez es menor el tiempo que le resta para seguir dañando a la Nación, sumida hoy en el desconcierto. Pero, quien tenga la responsabilidad de conducir a México a partir del 2012 ¿tendrá la capacidad para devolver al orden al país?
¿Quién de los mencionados? ¿Los panistas Vázquez Mota o Cordero? ¿Los perredistas López Obrador o Ebrard Casaubón? ¿Los priístas Peña Nieto o Beltrones Rivera? ¿El “independiente” De la Fuente? ¿Quién nos regresa el orden perdido?
Índice Flamígero: ¿Habrá alguna reacción de la tibia cancillería mexicana –también sumida en el caos– al programa de Sean Hannity transmitido hace dos noches en la cadena Fox? The war next door, se intituló. Y durante una hora se subrayó que los migrantes hacia Estados Unidos son en realidad “burros” del narcotráfico. La fallida Administración de Calderón, obvio, quedó mal parada. + + + ¿Alguien duda que Gustavo Madero sea la próxima imposición de Los Pinos al frente del PAN? Hace dos tardes, el senador chihuahuense departía feliz con el primer cuñado de la Nación, Juan Ignacio Zavala, reían y reían. + + + En Los Pinos ven, no sin temor y coraje, el crecimiento de AMLO en las encuestas. Así lo percibió el lunes la cúpula del PRI reunida con Calderón.
VIVIMOS EN EL caos. Voltee usted a su alrededor y encontrará que nada funciona en el país. La economía es un desastre, sobre todo la de las familias y los individuos: no hay desarrollo, sólo un crecimiento calificado cual “mediocre”.
Políticamente, estamos divididos, polarizados. Desde Los Pinos se nos enfrenta a unos con otros. Para la “autoridad” los críticos son narcotraficantes. Para los panistas, la izquierda es la personificación del demonio. Para los demonios, la derecha está conformada por “meones de agua bendita”…
La sociedad sortea la inseguridad y es víctima no sólo de la delincuencia organizada también de la “delincuencia legalizada” –bancos, empresas, autoridades de los tres niveles– que la mantienen secuestrada, expoliada, chantajeada e, incluso, asaltada por esos sus grandes intereses.
Hay un desorden generalizado. La administración pública no funciona. Hay subejercicios presupuestales que resultan criminales ante las muchas carencias que enfrentamos y, al mismo tiempo, un crecimiento desbordado, grosero, de la alta burocracia –de 2004 a 2009, el número de direcciones de área pasó de dos mil 938 a cinco mil 69; las direcciones generales adjuntas de 782 a mil 247, y las direcciones generales de 644 a 968, además, creó 79 plazas homólogas a subsecretario en el gobierno federal, 24 de ellas en la Secretaría de Hacienda– conformada por ineficaces panistas.
La impartición de justicia es una quimera: campea la impunidad, pues sólo dos de cada 100 delitos son castigados.
Los partidos políticos se han convertido en cabilderos de las grandes corporaciones nacionales y extranjeras. Han perdido principios e ideología, se alían electoreramente, lo que seguro terminará muy mal y en perjuicio de los gobernados.
Legisladores de todos los colores sólo defienden sus ambiciones, igual si son legítimas o no.
Los propios medios de comunicación desinforman, distraen, se entregan cual furcias a quien temporalmente ocupa el poder.
El desorden es el común denominador de los últimos diez años en México.
Analfabeta funcional e iletrado político, Vicente Fox relajó las normas y las reglas que imperaban en la vida pública nacional. Cualquiera se le trepaba a las barbas y lo manipulaba a su antojo. Pensábamos muchos entonces que no podíamos estar peor.
“Me van a extrañar” dijo el actual esposo de Martha Sahagún en las postrimerías de su sexenio. Nos reímos y burlamos. Y hoy, ante el desastre y el caos, somos muchos quienes sentimos nostalgia por él. Nos divertía, cuando menos.
Porque con Felipe Calderón ocupando Los Pinos esto ya es el acabose.
El desorden se ha convertido en desmadre, pues como los ríos del sur del país, todo se ha salido de cauce. Todo. Absolutamente todo.
Obsesionado con el tema de la creciente inseguridad, las Fuerzas Armadas y las policías a su cargo devoran enormes cantidades de presupuesto sin presentar resultados que sean plausibles. Por el contrario, la violación a los derechos humanos es ya una constante. Son miles los civiles caídos, menores de edad muchos de ellos, y sus asesinos permanecen impunes.
Y la educación, los cacareados servicios sanitarios de un Seguro Popular que no cuenta ni con medicamentos, y las obras anunciadas pero no construidas, y la opacidad, y el despilfarro, y la enorme corrupción… ¡todo es un desorden!
Falta ya menos para que esta situación acabe. Apenas meses que, sin embargo, resultarán siglos en el imaginario social. Calderón ya va de salida. Cada vez es menor el tiempo que le resta para seguir dañando a la Nación, sumida hoy en el desconcierto. Pero, quien tenga la responsabilidad de conducir a México a partir del 2012 ¿tendrá la capacidad para devolver al orden al país?
¿Quién de los mencionados? ¿Los panistas Vázquez Mota o Cordero? ¿Los perredistas López Obrador o Ebrard Casaubón? ¿Los priístas Peña Nieto o Beltrones Rivera? ¿El “independiente” De la Fuente? ¿Quién nos regresa el orden perdido?
Índice Flamígero: ¿Habrá alguna reacción de la tibia cancillería mexicana –también sumida en el caos– al programa de Sean Hannity transmitido hace dos noches en la cadena Fox? The war next door, se intituló. Y durante una hora se subrayó que los migrantes hacia Estados Unidos son en realidad “burros” del narcotráfico. La fallida Administración de Calderón, obvio, quedó mal parada. + + + ¿Alguien duda que Gustavo Madero sea la próxima imposición de Los Pinos al frente del PAN? Hace dos tardes, el senador chihuahuense departía feliz con el primer cuñado de la Nación, Juan Ignacio Zavala, reían y reían. + + + En Los Pinos ven, no sin temor y coraje, el crecimiento de AMLO en las encuestas. Así lo percibió el lunes la cúpula del PRI reunida con Calderón.
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