Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder
Nada es más difícil que evitar la ramplonería cuando de manifestar los sentimientos patrios se trata. De allí los adjetivos posmodernos para caracterizar a esos mexicanos que en cuando se equivocan se convierten en globeros, masiosares y qué se yo cuantas maneras de calificarlos hay; además, se adueñaron de México y, a pesar de los esfuerzos de Morelos, se apropiaron de los sentimientos de la nación, lo que no es poca cosa en 200 años de tranzar para avanzar.
Lo anterior viene a cuento porque por vez primera me llega un correo electrónico con un texto sensato, con ideas no nuevas, pero expresadas con brío y serenidad, con palabras justas y sencillas, con propuestas realizables, no utópicas ni demagógicas. De seguro se debe a que se trata de un joven de 21 años, estudiante de gastronomía y ávido lector. Su nombre es Arturo López Bancalari Recamier. Transcribo su apuesta por México.
México, sal y grita: Grita, ¡Viva México!
Aprovecho la fecha para proponer un cambio. Una Independencia personal de lo que nos impide ser mejores personas; hay que dejar atrás inseguridades, miedos y resentimientos hacia vecinos, amigos, hermanos, compañeros y sociedad en general.
Tenemos que aprender a perdonar pero no de olvidar, cambiar pero no agredir. Respetar y tolerar. Aprender -de una buena vez de los errores y dejarlos donde deben estar- a convivir en sociedad, a saber que el otro también es hermano, tío, padre, hijo. Saber hacer equipo y trabajar como tal en una sociedad que funcione para todos.
Comprender que el cambio esta dentro de nosotros, y éste no va a ocurrir a menos que actuemos, que tomemos las armas de nuestra conciencia y actuemos, respetemos, toleremos y aprendamos a ver con los ojos del otro.
Cambiar y crecer desde dentro, para reverdecer nuestro México y hacerlo crecer, compartirlo, sentirlo en cada latido de nuestro corazón. Sentir cómo ese calor que es México te invade las venas. Te llena y te hace sentir fuerte. Eso…, eso… es México.
Eso tenemos que renovar este 15 de septiembre, ese México debemos de celebrar, de gritar. Hacer sentir a esta tierra el calor de su pueblo, de la gente que quiere, respeta y se preocupa por este suelo. Mexicanos ansiosos, y a veces hasta rabiosos de ver cómo se van devaluando, degenerando y hasta corrompiendo los valores más fundamentales del hombre, del ser humano.
Hagan su Independencia personal, dejen atrás ataduras, miedos y angustias; es momento de ser libres como seres humanos y no ser reos de la violencia, la corrupción y los males que aquejan a nuestro México.
Vivan México, está dentro de ustedes, nadie los puede privar de ese México. Vívanlo día a día con sus actos, con sus familias, amigos, compañeros, vecinos, con su actitud hacia con el trabajo honesto, bien ganado y remunerado. Su actitud hacia los niños, la juventud, los adultos y los ancianos, los de la administración pública y los de la iniciativa privada, para con los que no estudian. Vívanlo sin resentimientos, sin pena a sentirlo. Vívanlo con honestidad, tolerancia, respeto, humildad e igualdad.
Espero que estas palabras se consuman como fuego entre todos los que sepan leer, o escuchar. Que las entiendan y asimilen pronto, por que necesitamos cambiar pronto.
¡VIVAN MEXICANOS!
¡VIVA MÉXICO CABRONES!
En cuanto concluí su lectura quedé agradablemente sorprendido, porque conozco al remitente, quien es hijo de mis vecinos. No soy su amigo, apenas si converso con él, lo siento lejano, distante, taciturno, considerando dentro de él mismo lo que sus padres y los miembros de una generación como la mía hicimos con su país, con su México, e intuyo que no ha de estar contento, porque me queda la sensación de que les compramos un rompecabezas, lo deshicimos, lo metimos en un tambo de petróleo, lo agitamos y ahora queremos entregárselos para que lo armen, pero con un problema adicional, carecen de modelo, de imagen con la cual comparar si van por buen camino, porque nosotros lo rompimos todo, sí, todititito, como si hubiésemos tenido rabia por la hermosa herencia que los padres fundadores y los abuelos pusieron en nuestras manos, porque nos supimos incapaces de mejorarla.
Quiero, necesito, estoy urgido de poder conservar el optimismo de los 20 años, con esa manera fresca de encarar los problemas y proponer soluciones ajenas a la concupiscencia del poder, pero la realidad me convirtió en un ser desconfiado, todo lo paso por el tamiz de la duda cartesiana, porque hoy nada ni nadie merece que le entreguemos ciegamente nuestro futuro en sus manos. En 200 años nos han fallado de manera reiterativa, hombres y modelos; es posible, como con seguridad afirma Arturo López Bancalari Recamier, que dejemos los resentimientos atrás, y puedan resolver los problemas macro quienes tienen que hacerlo.
Nada es más difícil que evitar la ramplonería cuando de manifestar los sentimientos patrios se trata. De allí los adjetivos posmodernos para caracterizar a esos mexicanos que en cuando se equivocan se convierten en globeros, masiosares y qué se yo cuantas maneras de calificarlos hay; además, se adueñaron de México y, a pesar de los esfuerzos de Morelos, se apropiaron de los sentimientos de la nación, lo que no es poca cosa en 200 años de tranzar para avanzar.
Lo anterior viene a cuento porque por vez primera me llega un correo electrónico con un texto sensato, con ideas no nuevas, pero expresadas con brío y serenidad, con palabras justas y sencillas, con propuestas realizables, no utópicas ni demagógicas. De seguro se debe a que se trata de un joven de 21 años, estudiante de gastronomía y ávido lector. Su nombre es Arturo López Bancalari Recamier. Transcribo su apuesta por México.
México, sal y grita: Grita, ¡Viva México!
Aprovecho la fecha para proponer un cambio. Una Independencia personal de lo que nos impide ser mejores personas; hay que dejar atrás inseguridades, miedos y resentimientos hacia vecinos, amigos, hermanos, compañeros y sociedad en general.
Tenemos que aprender a perdonar pero no de olvidar, cambiar pero no agredir. Respetar y tolerar. Aprender -de una buena vez de los errores y dejarlos donde deben estar- a convivir en sociedad, a saber que el otro también es hermano, tío, padre, hijo. Saber hacer equipo y trabajar como tal en una sociedad que funcione para todos.
Comprender que el cambio esta dentro de nosotros, y éste no va a ocurrir a menos que actuemos, que tomemos las armas de nuestra conciencia y actuemos, respetemos, toleremos y aprendamos a ver con los ojos del otro.
Cambiar y crecer desde dentro, para reverdecer nuestro México y hacerlo crecer, compartirlo, sentirlo en cada latido de nuestro corazón. Sentir cómo ese calor que es México te invade las venas. Te llena y te hace sentir fuerte. Eso…, eso… es México.
Eso tenemos que renovar este 15 de septiembre, ese México debemos de celebrar, de gritar. Hacer sentir a esta tierra el calor de su pueblo, de la gente que quiere, respeta y se preocupa por este suelo. Mexicanos ansiosos, y a veces hasta rabiosos de ver cómo se van devaluando, degenerando y hasta corrompiendo los valores más fundamentales del hombre, del ser humano.
Hagan su Independencia personal, dejen atrás ataduras, miedos y angustias; es momento de ser libres como seres humanos y no ser reos de la violencia, la corrupción y los males que aquejan a nuestro México.
Vivan México, está dentro de ustedes, nadie los puede privar de ese México. Vívanlo día a día con sus actos, con sus familias, amigos, compañeros, vecinos, con su actitud hacia con el trabajo honesto, bien ganado y remunerado. Su actitud hacia los niños, la juventud, los adultos y los ancianos, los de la administración pública y los de la iniciativa privada, para con los que no estudian. Vívanlo sin resentimientos, sin pena a sentirlo. Vívanlo con honestidad, tolerancia, respeto, humildad e igualdad.
Espero que estas palabras se consuman como fuego entre todos los que sepan leer, o escuchar. Que las entiendan y asimilen pronto, por que necesitamos cambiar pronto.
¡VIVAN MEXICANOS!
¡VIVA MÉXICO CABRONES!
En cuanto concluí su lectura quedé agradablemente sorprendido, porque conozco al remitente, quien es hijo de mis vecinos. No soy su amigo, apenas si converso con él, lo siento lejano, distante, taciturno, considerando dentro de él mismo lo que sus padres y los miembros de una generación como la mía hicimos con su país, con su México, e intuyo que no ha de estar contento, porque me queda la sensación de que les compramos un rompecabezas, lo deshicimos, lo metimos en un tambo de petróleo, lo agitamos y ahora queremos entregárselos para que lo armen, pero con un problema adicional, carecen de modelo, de imagen con la cual comparar si van por buen camino, porque nosotros lo rompimos todo, sí, todititito, como si hubiésemos tenido rabia por la hermosa herencia que los padres fundadores y los abuelos pusieron en nuestras manos, porque nos supimos incapaces de mejorarla.
Quiero, necesito, estoy urgido de poder conservar el optimismo de los 20 años, con esa manera fresca de encarar los problemas y proponer soluciones ajenas a la concupiscencia del poder, pero la realidad me convirtió en un ser desconfiado, todo lo paso por el tamiz de la duda cartesiana, porque hoy nada ni nadie merece que le entreguemos ciegamente nuestro futuro en sus manos. En 200 años nos han fallado de manera reiterativa, hombres y modelos; es posible, como con seguridad afirma Arturo López Bancalari Recamier, que dejemos los resentimientos atrás, y puedan resolver los problemas macro quienes tienen que hacerlo.
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