Si no rompe la estructura de poder capitalista, el gobernante será simple servidor del sistema de explotación

Pedro Echeverría V.

1. La izquierda salvadoreña dejó la guerrilla en 1992 para convertirse en partido y dedicarse a las elecciones. Después de asesinatos de dirigentes, de avances y retrocesos, en 2009 asumió la Presidencia de El Salvador un periodista simpatizante de la guerrilla, Mauricio Funes; sin embargo aquí tenemos la realidad actual, según la diputada Karina Sosa: “Ganamos las elecciones, pero no ganamos el poder mediático, no ganamos el poder económico, no ganamos la mayoría del Congreso. Tenemos una Corte Suprema de Justicia con mayoría de la derecha. Por eso decimos que este es un gobierno de transición. No tenemos la totalidad del poder. Lo que encontramos es un aparato estatal completamente quebrado, la corrupción enquistada en todas partes…El poco margen de maniobra de Funes propicia que los avances no puedan ser espectaculares”. ¿Cambiar cosas para que todo siga igual?

2. Señala la hoy seria investigadora Martha Harnecker –quien en los setenta no queríamos por “manualera” y esquemática- que “Habiendo tenido El Salvador uno de los movimientos sociales más grandes y combativos de América, y existiendo una relación directa entre estos movimientos y los grupos o partidos de izquierda de entonces –que luego conformaron el Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN)-, llama la atención que el día de hoy (1992) una de las grandes debilidades de esta organización política de izquierda sea justamente su dificultad para relacionarse con los sectores populares y construir un fuerte movimiento de masas”. Esta observación lleva a pensar que la guerrilla de El Salvador era muy fuerte y que al transitar hacia los asuntos electoreros no contaban con la habilidad de los partidos burgueses.

3. El principal partido de la burguesía salvadoreña fue la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) fundado en 1981 como derechista y ganador de las elecciones de 1989 con su candidato Alfredo Cristiani. Alentó la formación de grupos fascistas paramilitares que asesinaron a muchos luchadores sociales, entre éstos al arzobispo Óscar Romero. En 1999 y en 2004, ARENA derrotó al FMLN en las elecciones presidenciales porque los grandes empresarios de El Salvador y las fuerzas del imperio de EEUU, como era obvio, se unieron para impedir que el FMLN lograra el cargo. Hubo muchas luchas internas para que el FMLN regresara a las armas ante los constantes asesinatos y represiones contra el pueblo y la izquierda; sin embargo la estructura de la guerrilla estaba quebrada por tomar el comino electoral.

4. Este problema planteado por la diputada Sosa, de que “se puede tener el gobierno y no el poder”, indudablemente ha sido pasado, presente y futuro de los llamados gobiernos de izquierda; no de los socialdemócratas o de los de centro izquierda que gobiernan igual que la burguesía empresarial, sino de los gobernantes honestos que cuentan con toda la voluntad, el deseo, en cambiar radicalmente las cosas en beneficio de la inmensa mayoría de la población. Si se llega al gobierno y no se cambia de inmediato la Constitución, si no se dictan leyes contra los medios de información burgueses, si no se amarran las manos de la gran burguesía y no se hace frente a los yanquis y asociados que dominan al país, el gobierno sólo será un fantoche dominado por los capitalistas y una burla al proletariado. Cambiará algo para que todo siga igual.

5. Como alguna vez los mencheviques Martov y Dan advirtieran y explicaran a los Bolcheviques de Lenin en Octubre de 1917 que decidieron asaltar o arrebatar el gobierno a la burguesía de febrero llamándole “gran revolución socialista”: lo que se podría desarrollar en la Rusia semifeudal (no capitalista) sería una revolución burguesa; aunque se hablara de socialismo este nunca sería tal si no se desarrollaban las bases para ello. Tampoco era el bolchevique un partido del proletariado, sino de la pequeña burguesía “proletarizada”, como reconocía Lenin. Ante esas condiciones sólo se podría organizar un “gobierno burocrático degenerado” que construirá un capitalismo de Estado. Se dieron mil un argumentos. La burguesía y el imperialismo tuvieron tiempo para demostrar el fracaso, derrocarlo y, luego, para desprestigiar la ideología.

6. Lo importante es que no nos confundamos y que por creyentes aceptemos dogmas que deforman la realidad. La lucha por el socialismo es la lucha por la igualdad, por la desaparición de la explotación y del salariado. No es una simple proclama que habla de “los países socialistas” sin importar que nunca han existido. No hay recetas pero sí principios político ideológicos. Para ser izquierdista o socialista primero hay que ser lo más honesto posible y estar luchando de manera sincera y consecuente por una transformación social profunda en beneficio de la población mayoritaria. No se trata de construir un santo o un puritano que no se emborrache ni sea desmadroso; sin embargo no basta con decirse de izquierda para serlo en la realidad. ¿Puede ser de izquierda un político que ha demostrado que sólo busca dinero y poder?

7. México tiene un gobierno de extrema derecha, pero tal como sucede en El Salvador con un gobierno del FMLN “de izquierda”, la estructura burguesa de dominación es poderosísima: lo que han hecho los presidentes de la República del PRI y del PAN son una serie de cambios mínimos para garantizar su permanencia en el gobierno durante sus sexenios, pero la estructura real de poder nunca ha sido tocada: los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, así como los de los medios de información, del ejército y la policía, siempre han estado al servicio del gran poder del capital, es decir de los grandes empresarios. ¿Puede negarse que el 70 por ciento de la población vive en la pobreza desde hace siglos y que el 40 está en la miseria y la desesperación? En México han gobernado siempre presidentes de derecha ¿cambiará en el futuro?

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