Prensa: Criticar o poner estética

Carlos Ramírez / Indicador Político

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» Periodismo no es día de campo


Un veterano político regiomontano tiene una forma de mostrarles a los políticos los riesgos del oficio de la política: Encarar de lleno las adversidades… o mejor poner una estética.

Lo mismo sirve para delinear los riesgos implícitos del periodismo de crítica, de denuncia y de compromiso. Al tener el propósito de encarar los abusos del poder, el periodismo es el oficio más desamparado del mundo. Por eso resulta paradójico que los medios atemorizados por las amenazas y el clima de violencia exijan al Estado condiciones estables para el ejercicio del oficio que se inserta justamente en la inestabilidad y que tiene la función de criticar al mismo Estado.

El mejor antídoto contra la realidad violenta no es la exigencia de condiciones de protección, sino la decisión inflexible de publicar, criticar, denunciar. Resulta paradójico que la prensa se canse de criticar al Presidente de la República y a las primeras amenazas le pidan protección.

Del lado contrario, el peor mensaje del periodismo es el del silencio, las columnas en blanco o la pantalla en negro. El periodismo no es un día de campo, a menos que se trate de un campo de batalla. El periodismo se mueve en la tierra de nadie, en el territorio comanche que delineaba Arturo Pérez Reverte en su novela de periodistas Territorio Comanche, en el mundo de los enviados especiales a las guerras:

“Era lo que ellos llamaban territorio comanche, es jerga del oficio. Para un reportero en una guerra, ése es el lugar donde el instinto dice que pares el coche y des la media vuelta. El lugar donde los caminos están desiertos y las casas son ruinas chamuscadas; donde siempre parece a punto de anochecer y caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos mientras escuchas el ruido de tus pasos sobre los cristales rotos. El suelo de las guerras está siempre cubierto de cristales rotos. Territorio comanche es allí donde los oyes crujir bajo sus botas, y aunque no ves a nadie sabes que te están mirando. Donde no ves los fusiles, pero los fusiles sí te ven a ti”.

El problema de la prensa y la inseguridad no es nuevo. Hace poco más de un cuarto de siglo, el 30 de mayo de 1984, el periodista Manuel Buendía, columnista político de Excélsior, fue asesinado en la Zona Rosa del DF justo cuando estaba comenzado a publicar datos de la penetración del narcotráfico en la sociedad, el gobierno, las corporaciones policiacas, el sistema político y el Estado. Lo más grave del crimen fue el hecho de que la autoría intelectual venía del propio seno del gobierno de Miguel de la Madrid.

Más que la protección por parte del Estado --ahora penetrado por el crimen organizado--, el periodismo requiere un marco de funcionamiento más adecuado. Y ahí harían falta cuando menos cinco cosas:

1.- La actualización del marco jurídico para el ejercicio de la profesión.
2.- La conformación de una política de subsidios a los medios por el número de ejemplares circulados.

3.- La desaparición de la fiscalía de defensa de periodistas de la PGR en su formato actual. Se requiere de una oficina especial autónoma del gobierno, con autoridad, capacidad de decisión e instrumentos para obligar al cumplimiento de sanciones.

4.- La creación de una oficina de defensa de los periodistas. La existente en la comisión Nacional de los Derechos Humanos, el Programa de Agravios a Periodistas, perdió funcionalidad y rumbo.

5.- La profesionalización de los periodistas: capacitación, colegiación y organización gremial que obligue a las autoridades a respetar el trabajo de la crítica. La libertad de prensa es una garantía con doble circulación: de la prensa a la sociedad y de la prensa al poder. Y la comprensión de que los ambientes de riesgo para los periodistas son infinitamente mayores en el interior de la república que en la ciudad de México. La propia prensa capitalina debería de revaluar el papel fundamental de la prensa en estados y municipios, casi siempre víctima de caciques y politicastros, además del crimen organizado.

La mejor defensa del periodismo es la crítica. La libertad de prensa debe ser un derecho de los periodistas, no del Estado. Y si Kapuscinski decía que el periodismo no es un oficio para cínicos, tampoco lo es para pusilánimes.

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