Astillero / Julio Hernández López
- Dialogar sin ceder
- Golpecito oratorio
- "A ver a qué horas"
Y al segundo día del diálogo prometido, el Señor de Los Pinos se dio cuenta de que tanto alegato era malo y dijo que seguiría parlando pero que no frenaría su ministerio bélico. Y viendo que los partidos y los políticos no le hacían caso en su predicación que buscaba convertirlos a la religión guerrera contra el narco (Pare de traficar), San Felipe del Sagrado Corazón de Jesús les recordó preventivamente la parábola del banquete de bodas, advirtiendo a los fariseos y mercaderes de la política que los podría expulsar del templo de la representación popular si no se unen con oportunidad y buen talante a la Palabra verdadera (es decir, la suya, la del iluminado Calderón: el Mesías antinarco), pues tiempo ha llegado en que no estará más en espera de que se decidan a actuar y participar conforme a los evangelios castrenses anunciados en diciembre de 2006, y a partir de la fecha se les notifica que el catecismo de Los Pinos comenzará a aplicarse imperativamente aunque nomás sea con el apoyo del bendito pueblo por sí mismo, por la sociedad bien amada a la que los pérfidos politiqueros nomás no saben interpretar y complacer.
Felipe de mecha corta que no aguantó más que un día de "diálogos" para precisar el verdadero alcance de esos ejercicios de utilería: digan lo que digan, haiga de ser como haiga de ser, él no va a frenar el curso bélico de las acciones contra el narcotráfico. Enfático, rozando el enojo pleno, defendió su visión militar y casi acusó de traición a la Patria a los malos ciudadanos que se atreven a sugerir un alto en la estrategia federal que ha provocado 28 mil muertos, según el supuestamente bien informado CISEN. Hepáticamente encarrerado, exigió a los ciudadanos que se conviertan en coadyuvantes en la lucha contra el crimen; sociedad desorganizada que debe formar filas en posición de firmes y blandir cuando menos el arma de la denuncia anónima para combatir a quienes sí tienen muy buen ordenamiento para delinquir. El gobierno no lo puede todo (nomás, por ejemplo, declarar hostilidades al aventón, que han fracasado y tienen al país sumido en la sangre y el horror), así es que el nuevo Himno Nacional Calderoniano incluye la pretensión, oh Patria querida, de que la guerra contra el narco un agente encubierto y gratuito en cada ciudadano te dio.
Con letreros en blanco y azul como telón de fondo y forma (para desmentir cualquier insinuación de intenciones partidistas o electorales en el asunto), el reciente Sermón de Los Pinos reveló la divina concepción represiva del doliente michoacano. Para ilustrar sus enojos y decepciones, el evangelista oficial utilizó un pasaje bíblico amenazante, la historia supuesta del rey que invitó a la fiesta nupcial de su hijo a personas que lo desairaron, ante lo cual el monarca ordenó que sus servidores salieran a los caminos a convidar a quien se pudiera, bueno o malo, y así la mesa de celebración se colmó de asistentes. Contada así, en esta especie de edición suavizada (sin mencionar que el rey despechado mató a los que le habían despreciado, incendió la ciudad y echó "a las tinieblas", donde habría "llanto y rechinar de dientes" a alguien que llegó mal vestido al banquete) la parábola se ajustó a las pretensiones felipistas de lanzar una primera llamada de advertencia a los actores indolentes que amenazan con echarle a perder la obra. Aún así, en esta interpretación aligerada, el verbo pinolero resulta peligrosamente intimidatorio. Ya antes había asentado con inflexibilidad impropia del contexto de un "diálogo" que él no "cederá" en la guerra contra el narcotráfico, pero a la hora de las parábolas de la comelitona en la mesa del poder pronunció cincuenta y seis palabras ominosas: "yo estoy saliendo y pidiendo la ayuda de la sociedad, como también ya se la pedí a los partidos políticos y se la pedí al congreso y se la seguiré pidiendo; pero no me voy a quedar a esperar a ver a qué horas los intereses particulares terminan de estar por encima de los intereses nacionales".
El golpecito de estado oratorio (es decir, de condición declarativa) marca una suerte de desconocimiento tentativo del sistema político vigente. El ocupante de Los Pinos se desespera porque partidos y congreso no se alinean con sus planes y, entonces, anuncia que va a "seguir hablando con la sociedad para buscar y encontrar" en ella el "apoyo" requerido, "y sé que los partidos vendrán también, pero si no vienen", entonces la porción de la sociedad presuntamente movilizada por el felipismo será capaz "de hablar uno a uno con todos los actores políticos relevantes del país para que se sumen a esta tarea". Es decir: coopelan o la "sociedad" felipista les dará cuello. Otro indicio de apertura de caminos de cierta violencia aunque sea discursiva la dio el propio Calderón al conminar a sus religiosos escuchas "a que nos obliguen a los políticos a ponernos de acuerdo" (tango unitario de larga duración: cada que puede, Lipe acomoda sus alocuciones para llamar a que todo mundo se adhiera a sus proyectos y acciones). Y, sin embargo, los muertos, la sangre, la "guerra" siguen...
ASTILLAS
El Canal Seis de Julio demostró con un video en You Tube que fue falsa la denuncia de agresión hecha por el secretario del trabajo, Javier Lozano, contra personas que con rapidez y precisión ya desmentidas quiso identificar como miembros del SME. Sin embargo, el esclarecedor material fue desmontado del popular sitio web bajo el argumento falso de que el propio usuario lo había retirado, lo que llevó al documentalismo dirigido por Carlos Mendoza a considerarlo como un acto de censura. Con premura y para reponer lo retirado, se puso en circulación otro material que no incluye la parte en que se ve que no hubo la agresión que tanto dramatizó en medios de comunicación el funcionario que ayer tuvo agitada sesión ante legisladores, igual que el director del IMSS… ¡Hasta mañana, con Mexicana apretando a los trabajadores por la vía de las ventas suspendidas de boletos!
- Dialogar sin ceder
- Golpecito oratorio
- "A ver a qué horas"
Y al segundo día del diálogo prometido, el Señor de Los Pinos se dio cuenta de que tanto alegato era malo y dijo que seguiría parlando pero que no frenaría su ministerio bélico. Y viendo que los partidos y los políticos no le hacían caso en su predicación que buscaba convertirlos a la religión guerrera contra el narco (Pare de traficar), San Felipe del Sagrado Corazón de Jesús les recordó preventivamente la parábola del banquete de bodas, advirtiendo a los fariseos y mercaderes de la política que los podría expulsar del templo de la representación popular si no se unen con oportunidad y buen talante a la Palabra verdadera (es decir, la suya, la del iluminado Calderón: el Mesías antinarco), pues tiempo ha llegado en que no estará más en espera de que se decidan a actuar y participar conforme a los evangelios castrenses anunciados en diciembre de 2006, y a partir de la fecha se les notifica que el catecismo de Los Pinos comenzará a aplicarse imperativamente aunque nomás sea con el apoyo del bendito pueblo por sí mismo, por la sociedad bien amada a la que los pérfidos politiqueros nomás no saben interpretar y complacer.
Felipe de mecha corta que no aguantó más que un día de "diálogos" para precisar el verdadero alcance de esos ejercicios de utilería: digan lo que digan, haiga de ser como haiga de ser, él no va a frenar el curso bélico de las acciones contra el narcotráfico. Enfático, rozando el enojo pleno, defendió su visión militar y casi acusó de traición a la Patria a los malos ciudadanos que se atreven a sugerir un alto en la estrategia federal que ha provocado 28 mil muertos, según el supuestamente bien informado CISEN. Hepáticamente encarrerado, exigió a los ciudadanos que se conviertan en coadyuvantes en la lucha contra el crimen; sociedad desorganizada que debe formar filas en posición de firmes y blandir cuando menos el arma de la denuncia anónima para combatir a quienes sí tienen muy buen ordenamiento para delinquir. El gobierno no lo puede todo (nomás, por ejemplo, declarar hostilidades al aventón, que han fracasado y tienen al país sumido en la sangre y el horror), así es que el nuevo Himno Nacional Calderoniano incluye la pretensión, oh Patria querida, de que la guerra contra el narco un agente encubierto y gratuito en cada ciudadano te dio.
Con letreros en blanco y azul como telón de fondo y forma (para desmentir cualquier insinuación de intenciones partidistas o electorales en el asunto), el reciente Sermón de Los Pinos reveló la divina concepción represiva del doliente michoacano. Para ilustrar sus enojos y decepciones, el evangelista oficial utilizó un pasaje bíblico amenazante, la historia supuesta del rey que invitó a la fiesta nupcial de su hijo a personas que lo desairaron, ante lo cual el monarca ordenó que sus servidores salieran a los caminos a convidar a quien se pudiera, bueno o malo, y así la mesa de celebración se colmó de asistentes. Contada así, en esta especie de edición suavizada (sin mencionar que el rey despechado mató a los que le habían despreciado, incendió la ciudad y echó "a las tinieblas", donde habría "llanto y rechinar de dientes" a alguien que llegó mal vestido al banquete) la parábola se ajustó a las pretensiones felipistas de lanzar una primera llamada de advertencia a los actores indolentes que amenazan con echarle a perder la obra. Aún así, en esta interpretación aligerada, el verbo pinolero resulta peligrosamente intimidatorio. Ya antes había asentado con inflexibilidad impropia del contexto de un "diálogo" que él no "cederá" en la guerra contra el narcotráfico, pero a la hora de las parábolas de la comelitona en la mesa del poder pronunció cincuenta y seis palabras ominosas: "yo estoy saliendo y pidiendo la ayuda de la sociedad, como también ya se la pedí a los partidos políticos y se la pedí al congreso y se la seguiré pidiendo; pero no me voy a quedar a esperar a ver a qué horas los intereses particulares terminan de estar por encima de los intereses nacionales".
El golpecito de estado oratorio (es decir, de condición declarativa) marca una suerte de desconocimiento tentativo del sistema político vigente. El ocupante de Los Pinos se desespera porque partidos y congreso no se alinean con sus planes y, entonces, anuncia que va a "seguir hablando con la sociedad para buscar y encontrar" en ella el "apoyo" requerido, "y sé que los partidos vendrán también, pero si no vienen", entonces la porción de la sociedad presuntamente movilizada por el felipismo será capaz "de hablar uno a uno con todos los actores políticos relevantes del país para que se sumen a esta tarea". Es decir: coopelan o la "sociedad" felipista les dará cuello. Otro indicio de apertura de caminos de cierta violencia aunque sea discursiva la dio el propio Calderón al conminar a sus religiosos escuchas "a que nos obliguen a los políticos a ponernos de acuerdo" (tango unitario de larga duración: cada que puede, Lipe acomoda sus alocuciones para llamar a que todo mundo se adhiera a sus proyectos y acciones). Y, sin embargo, los muertos, la sangre, la "guerra" siguen...
ASTILLAS
El Canal Seis de Julio demostró con un video en You Tube que fue falsa la denuncia de agresión hecha por el secretario del trabajo, Javier Lozano, contra personas que con rapidez y precisión ya desmentidas quiso identificar como miembros del SME. Sin embargo, el esclarecedor material fue desmontado del popular sitio web bajo el argumento falso de que el propio usuario lo había retirado, lo que llevó al documentalismo dirigido por Carlos Mendoza a considerarlo como un acto de censura. Con premura y para reponer lo retirado, se puso en circulación otro material que no incluye la parte en que se ve que no hubo la agresión que tanto dramatizó en medios de comunicación el funcionario que ayer tuvo agitada sesión ante legisladores, igual que el director del IMSS… ¡Hasta mañana, con Mexicana apretando a los trabajadores por la vía de las ventas suspendidas de boletos!
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