Nacho Coronel y sus amigos del PAN

Álvaro Delgado

El hallazgo de una computadora personal de Ignacio Nacho Coronel, tras su ejecución por tropas del Ejército, ha puesto nerviosos a muchos personajes prominentes de la política de Jalisco y de México, porque presuntamente contiene vasta información sobre la red de complicidades al más alto nivel que permitió a este capo operar de manera apacible el trasiego de droga desde esa entidad.

Otros dos datos relevantes en este sentido son, también, los al menos 7 millones de dólares en efectivo ordenados en maletas, supuestamente para el pago de una nómina detallada en la laptop de Nacho Coronel, y las delaciones de Hiram Quiñónez Gastélum, quien como su lugarteniente conocía sus conexiones policiacas y políticas, la mayoría al parecer identificadas con el Partido Acción Nacional (PAN).

Aunque el Ejército custodia esta delicada información obtenida tras la eliminación de Coronel --un éxito que le urgía en medio de tantos cuestionamientos--, alguna ha comenzado a circular al más alto nivel del gobierno de Felipe Calderón, que dispone ahora de mayores datos de la colusión de autoridades de su partido en Jalisco con capos.

Conforme a información extraoficial que ha comenzado a filtrarse no se ha determinado aún qué uso darle a la información encontrada en la Laptop de Nacho Coronel, aunque hay sólo dos opciones para Calderón: Proceder contra jefes policiacos y políticos amafiados o mantener la impunidad.

El rostro adusto que exhibió el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, en la cena con Felipe Calderón --con motivo de la inauguración del estadio de las Chivas--, quien no le avisó de la operación quirúrgica contra Coronel, realizada horas antes, y el silencio de los exgobernadores Alberto Cárdenas y Francisco Ramírez Acuña, reflejan precisamente este nerviosismo.

De hecho, Ramírez Acuña, exsecretario de Gobernación, presidente de la Cámara de Diputados y aspirante a presidir el PAN, reaccionó con enfado cuando los reporteros le preguntaron su opinión y más datos sobre la captura del capo en la entidad que gobernó hasta diciembre de 2006.

“No, de eso no hay comentario”.

--¿Por qué?

--¡Porque ya los tienes --dijo, iracundo--, no hay más! ¡No tienes que estarlo comentando!

No se entiende la airada reacción de Ramírez Acuña, pero ya se sabe: Los criminales operan a sus anchas por la ineptitud o por la complicidad de las autoridades, y no se entiende el encumbramiento de Jalisco como santuario del narco sin la colusión de policías y los políticos que los designan.

En Jalisco está documentado cómo prominentes narcos de Sinaloa se asentaron junto con sus familias en el área metropolitana de Guadalajara desde principios de los 80, a raíz de la Operación Cóndor, y se insertaron en la frívola burguesía local, gracias a su ostentosa forma de vida.

Miguel Ángel Félix Gallardo, Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, Rafael Caro Quintero y Manuel Salcido El Cochiloco, entre otros, vivieron como si nada en la capital de Jalisco, con el conocimiento de gobernadores priistas como Flavio Romero de Velasco, Carlos Rivera Aceves, Enrique Álvarez del Castillo y Guillermo Cossío Vidaurri.

Con la llegada del PAN al gobierno estatal se mantuvo el paraíso para los narcos y hasta se acrecentó: En enero de 2001, al iniciar el gobierno de Vicente Fox, cuyo gobernador era Alberto Cárdenas, Joaquín El Chapo Guzmán Loera se fugó del penal de máxima seguridad de Puente Grande.

Algunos de los cómplices sinaloenses en la fuga, o sus familias, tenían residencia en Jalisco: Juan José Esparragoza El Azul, Ismael El Mayo Zambada, Ignacio Nacho Coronel y los hermanos Beltrán Leyva, que entonces conformaban La Federación.

Eso lo sabían los gobernantes y jefes policiacos, pero es evidente que gozaban de protección al más alto nivel, sin la que no es posible entender un episodio ocurrido en marzo del año pasado: La captura y libertad de José Ángel Carrasco Coronel, sobrino de Nacho.

Resulta que El Changel, como se le conocía, fue detenido el 14 de marzo junto con otros cinco hombres, tras una balacera con militares en el municipio de Tlajomulco, y quedaron a disposición de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) y las armas se entregaron a la Procuraduría General de la República (PGR).

Pero luego la propia PGJE dijo que a los sospechosos no se les comprobó delito y como tampoco tenían las cinco pistolas, que estaban en la PGR, los dejaron libres. Esto, a pesar de que el procurador, Tomás Coronado, aseguró que los detenidos habían sido puestos a disposición de la PGR, a la que nunca llegaron.

De la captura del sobrino de Nacho Coronel informó, también, el subsecretario de Seguridad Pública Federal, Francisco Niembro, quien aseguró que su identidad fue verificada y validada en el sistema Plataforma México.

El caso es que Carrasco Coronel no fue molestado hasta que el Ejército lo liquidó, el mismo día que su tío, porque ya no lo protegieron personajes que, al parecer, aparecen en la computadora que tiene nerviosos a muchos panistas de Jalisco

Apuntes

Qué bueno que están a salvo los periodistas secuestrados en Gómez Palacio, Durango, pero quién se traga el cuento de que fueron rescatados por Genaro García Luna, quien se dedica más a espiar a los que su jefe considera opositores que a combatir el hampa.

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