Teodoro Rentería Arróyave
El presidente Felipe Calderón Hinojosa sorprendió no sólo a sus interlocutores y críticos sino a la sociedad misma al conjugar una y otra vez el verbo aceptar. Aceptó sus fallas y abrirse al debate en el tema que más le ha sido cuestionado: su declarada guerra contra los cárteles de las drogas y el crimen organizado.
Aceptó que en cuanto a la acción armada ésta se inició sin realizar un análisis y diagnóstico previos; aceptó que se ha fracasado, porque no es el fuerte del gobierno la comunicación para explicar qué “estamos haciendo y por qué los estamos haciendo” y finalmente aceptó debatir sobre la legalización de las drogas en México.
Durante la Segunda Sesión del “Dialogo por la Seguridad”, sin embargo el Ejecutivo federal advirtió según su perspectiva que esta situación no cambiaría mucho la realidad en la materia que vive el país y pudiera aumentarse el consumo de los estupefacientes principalmente entre los jóvenes.
Sin embargo, con cifras oficiales quedó más que demostrado el fracaso de su narcoguerra ya que ha dejado un saldo dramático de 28 mil muertos durante el periodo comprendido desde el 1 de diciembre de 2006 en que inició su gobierno hasta el 31 de julio pasado.
El director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, Cisen, Guillermo Valdés aceptó que en dicho periodo el consumo de drogas en lugar de disminuir ha sido creciente: “Entre 2002 y 2008 el porcentaje de la población de 12 a 65 años de edad, que pasó a consumir cocaína se duplicó y tenemos a casi 6 por ciento de esa población siendo consumidor de algún tipo de estupefaciente”, sic.
“Estamos teniendo un nivel de violencia relativamente reducido, pero creciente desde el periodo 2006-2007; en 2010 hemos llegado a poco más de 28 mil asesinatos. Tenemos ese dato inevitable, que hay que aceptar el que la violencia sigue creciendo y tenemos todavía presencia; o sea, los delitos de secuestros y extorsión también son un tema a combatir”, confesó Valdés.
En materia de seguridad lo urgente es un cambio de estrategia advierten por su parte diputados federales de oposición, quienes piden un verdadero órgano de inteligencia nacional en esta materia.
En efecto, Felipe Calderón Hinojosa, siempre irritable a cualquier crítica e inflexible en sus decisiones, cambio de repente y cuando menos se esperaba, sobre todo en esta materia que ha sido la bandera de su gobierno.
De ahí que se pregunte la opinión pública: ¿En verdad está consciente del fracaso, en verdad está dispuesto a cambiar la estrategia en la lucha contra el crimen organizado, será cierto que acepta su mea culpa? o como ya lo advierten no pocos analistas: ¿está en otra nueva estrategia política-electorera rumbo al 2012? En tal caso, la tomadura de pelo sería imperdonable.
El presidente Felipe Calderón Hinojosa sorprendió no sólo a sus interlocutores y críticos sino a la sociedad misma al conjugar una y otra vez el verbo aceptar. Aceptó sus fallas y abrirse al debate en el tema que más le ha sido cuestionado: su declarada guerra contra los cárteles de las drogas y el crimen organizado.
Aceptó que en cuanto a la acción armada ésta se inició sin realizar un análisis y diagnóstico previos; aceptó que se ha fracasado, porque no es el fuerte del gobierno la comunicación para explicar qué “estamos haciendo y por qué los estamos haciendo” y finalmente aceptó debatir sobre la legalización de las drogas en México.
Durante la Segunda Sesión del “Dialogo por la Seguridad”, sin embargo el Ejecutivo federal advirtió según su perspectiva que esta situación no cambiaría mucho la realidad en la materia que vive el país y pudiera aumentarse el consumo de los estupefacientes principalmente entre los jóvenes.
Sin embargo, con cifras oficiales quedó más que demostrado el fracaso de su narcoguerra ya que ha dejado un saldo dramático de 28 mil muertos durante el periodo comprendido desde el 1 de diciembre de 2006 en que inició su gobierno hasta el 31 de julio pasado.
El director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional, Cisen, Guillermo Valdés aceptó que en dicho periodo el consumo de drogas en lugar de disminuir ha sido creciente: “Entre 2002 y 2008 el porcentaje de la población de 12 a 65 años de edad, que pasó a consumir cocaína se duplicó y tenemos a casi 6 por ciento de esa población siendo consumidor de algún tipo de estupefaciente”, sic.
“Estamos teniendo un nivel de violencia relativamente reducido, pero creciente desde el periodo 2006-2007; en 2010 hemos llegado a poco más de 28 mil asesinatos. Tenemos ese dato inevitable, que hay que aceptar el que la violencia sigue creciendo y tenemos todavía presencia; o sea, los delitos de secuestros y extorsión también son un tema a combatir”, confesó Valdés.
En materia de seguridad lo urgente es un cambio de estrategia advierten por su parte diputados federales de oposición, quienes piden un verdadero órgano de inteligencia nacional en esta materia.
En efecto, Felipe Calderón Hinojosa, siempre irritable a cualquier crítica e inflexible en sus decisiones, cambio de repente y cuando menos se esperaba, sobre todo en esta materia que ha sido la bandera de su gobierno.
De ahí que se pregunte la opinión pública: ¿En verdad está consciente del fracaso, en verdad está dispuesto a cambiar la estrategia en la lucha contra el crimen organizado, será cierto que acepta su mea culpa? o como ya lo advierten no pocos analistas: ¿está en otra nueva estrategia política-electorera rumbo al 2012? En tal caso, la tomadura de pelo sería imperdonable.
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