Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder
De considerar como provocaciones, mero divertimento o filtraciones lo escrito por Don Winslow en su novela El poder del perro, las ejecuciones realizadas en Ciudad Juárez, Torreón y Monterrey pudieron haberse concebido y ordenado fuera del ámbito nacional, de idéntica manera a como Oliver North concibió la operación Irán-Contras. En cuanto a convertir en casa de seguridad un reclusorio, no existen antecedentes literarios ni reales para establecer analogías.
No se aspira ni pretende bordar sobre teorías de la conspiración, sino de encontrar elementos para ratificar el uso que el poder del Imperio hace de los delincuentes cuando de servir a los intereses de su seguridad nacional se trata. La barda de tres mil kilómetros en proceso de construcción, el cierre “temporal” del consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, la Ley SB1070, la zanahoria de un acuerdo migratorio definitivo y total, facilitan la anuencia del gobierno mexicano para que en su territorio se dirima a sangre y fuego la lucha contra los barones de la droga, mientras que en suelo estadounidense el consumo de estupefacientes es un instrumento de la ingeniería social practicada en su población, y un lucrativo negocio.
De idéntica manera a como el coronel Oliver North estructuró el operativo Irán-Contras, otro militar de alguna agencia estadounidense diseñó el asesinato de Luis Carlos Galán, el secuestro de Manuel Antonio Noriega, la invasión a Granada y todo lo cruento que ocurre en México desde finales de la década de los setenta; claro, de creer que Don Winslow recibió información de la CIA, la DEA o el Departamento de Estado o incluso el Pentágono, para escribir su novela.
De creer en lo narrado en El poder del perro, fueron la CIA y la DEA las agencias que determinaron el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, encargado al cártel de Sinaloa, porque el prelado estaba dispuesto a entregar a Girolamo Prigione información que mostraba los acuerdos secretos (página 445 de la edición en español) entre los barones de la droga mexicanos y las agencias estadounidenses de seguridad y antinarcóticos, para continuar introduciendo estupefacientes a Estados Unidos, como se hace desde que se inició la guerra de Vietnam, después con los capos colombianos y hoy con los mexicanos.
Si lo anterior es ficción que se borda sobre hechos reales, podrán iniciarse los análisis sobre la coincidencia de fechas entre el secuestro de Diego Fernández de Cevallos y la supuesta primera detención de Ignacio “Nacho” Coronel Villarreal. Anunciaron los informadores el 14 de mayo a las 17:00 horas: El secretario general de Gobierno de Jalisco, Fernando Guzmán Pérez, dijo que “podría estar detenido Nacho Coronel”; a las 23:00 horas: El ex senador Diego Fernández de Cevallos llega a bordo de su camioneta al rancho “La Cabaña”, donde horas después se reporta como desaparecido.
Suele suceder que coincidan sucesos de grave importancia, lo que nos conduce a una primera pregunta: ¿era importante que no fuese extraditado “Nacho” Coronel? ¿Por qué? ¿Debía ser discretamente ejecutado? Tres interrogantes que de ninguna manera significan que el gobierno mexicano esté inodado en una ejecución al margen de la ley, pero que obligan a pensar que por ningún concepto aceptarán dejar al descubierto las identidades de los capo de tutti capi estadounidenses.
Irán-Contras al igual que “Niebla Roja, era el nombre en clave de la coordinación de la miríada de operaciones destinadas a 'neutralizar' los movimientos de izquierda en Latinoamérica. Básicamente, el programa Fénix de Vietnam adaptado a Sudamérica y Centroamérica. La mitad de las veces, los agentes ni siquiera sabían que estaban siendo coordinados en el seno de Niebla Roja… No era un trabajo fácil, pero Scachi era el hombre perfecto. Boina Verde, agente de la CIA en algún momento, miembro de la mafia, Sal desapareció del ejército en 'misión independiente' y trabajó como colaborador de Hobbs (jefe de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos). Y había mucho en que colaborar. Niebla Roja abarcaba literalmente cientos de milicias de extrema derecha y sus patrocinadores, señores de la droga, así como mil oficiales del ejército y algunos cientos de miles de soldados, decenas de agencias de inteligencia diferentes y fuerzas de policía. Y la Iglesia católica…”
Naturalmente es ficción, pero el parecido con la realidad de lo que ocurre en América Latina debe motivar reflexiones serias, porque somos parte de la seguridad nacional de Estados Unidos, y es en ese contexto que las diversas agencias de su gobierno se las ingenian para intervenir en el futuro de México y de los mexicanos, por lo que hemos de meditar acerca de la necesidad de que “Nacho” Coronel no fuese extraditado, y el secuestro de Diego Fernández de Cevallos, quien es conocedor de las razones que motivaron acciones definitivas del gobierno mexicano, al menos desde 1988, año en que calló el sistema.
De considerar como provocaciones, mero divertimento o filtraciones lo escrito por Don Winslow en su novela El poder del perro, las ejecuciones realizadas en Ciudad Juárez, Torreón y Monterrey pudieron haberse concebido y ordenado fuera del ámbito nacional, de idéntica manera a como Oliver North concibió la operación Irán-Contras. En cuanto a convertir en casa de seguridad un reclusorio, no existen antecedentes literarios ni reales para establecer analogías.
No se aspira ni pretende bordar sobre teorías de la conspiración, sino de encontrar elementos para ratificar el uso que el poder del Imperio hace de los delincuentes cuando de servir a los intereses de su seguridad nacional se trata. La barda de tres mil kilómetros en proceso de construcción, el cierre “temporal” del consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, la Ley SB1070, la zanahoria de un acuerdo migratorio definitivo y total, facilitan la anuencia del gobierno mexicano para que en su territorio se dirima a sangre y fuego la lucha contra los barones de la droga, mientras que en suelo estadounidense el consumo de estupefacientes es un instrumento de la ingeniería social practicada en su población, y un lucrativo negocio.
De idéntica manera a como el coronel Oliver North estructuró el operativo Irán-Contras, otro militar de alguna agencia estadounidense diseñó el asesinato de Luis Carlos Galán, el secuestro de Manuel Antonio Noriega, la invasión a Granada y todo lo cruento que ocurre en México desde finales de la década de los setenta; claro, de creer que Don Winslow recibió información de la CIA, la DEA o el Departamento de Estado o incluso el Pentágono, para escribir su novela.
De creer en lo narrado en El poder del perro, fueron la CIA y la DEA las agencias que determinaron el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, encargado al cártel de Sinaloa, porque el prelado estaba dispuesto a entregar a Girolamo Prigione información que mostraba los acuerdos secretos (página 445 de la edición en español) entre los barones de la droga mexicanos y las agencias estadounidenses de seguridad y antinarcóticos, para continuar introduciendo estupefacientes a Estados Unidos, como se hace desde que se inició la guerra de Vietnam, después con los capos colombianos y hoy con los mexicanos.
Si lo anterior es ficción que se borda sobre hechos reales, podrán iniciarse los análisis sobre la coincidencia de fechas entre el secuestro de Diego Fernández de Cevallos y la supuesta primera detención de Ignacio “Nacho” Coronel Villarreal. Anunciaron los informadores el 14 de mayo a las 17:00 horas: El secretario general de Gobierno de Jalisco, Fernando Guzmán Pérez, dijo que “podría estar detenido Nacho Coronel”; a las 23:00 horas: El ex senador Diego Fernández de Cevallos llega a bordo de su camioneta al rancho “La Cabaña”, donde horas después se reporta como desaparecido.
Suele suceder que coincidan sucesos de grave importancia, lo que nos conduce a una primera pregunta: ¿era importante que no fuese extraditado “Nacho” Coronel? ¿Por qué? ¿Debía ser discretamente ejecutado? Tres interrogantes que de ninguna manera significan que el gobierno mexicano esté inodado en una ejecución al margen de la ley, pero que obligan a pensar que por ningún concepto aceptarán dejar al descubierto las identidades de los capo de tutti capi estadounidenses.
Irán-Contras al igual que “Niebla Roja, era el nombre en clave de la coordinación de la miríada de operaciones destinadas a 'neutralizar' los movimientos de izquierda en Latinoamérica. Básicamente, el programa Fénix de Vietnam adaptado a Sudamérica y Centroamérica. La mitad de las veces, los agentes ni siquiera sabían que estaban siendo coordinados en el seno de Niebla Roja… No era un trabajo fácil, pero Scachi era el hombre perfecto. Boina Verde, agente de la CIA en algún momento, miembro de la mafia, Sal desapareció del ejército en 'misión independiente' y trabajó como colaborador de Hobbs (jefe de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos). Y había mucho en que colaborar. Niebla Roja abarcaba literalmente cientos de milicias de extrema derecha y sus patrocinadores, señores de la droga, así como mil oficiales del ejército y algunos cientos de miles de soldados, decenas de agencias de inteligencia diferentes y fuerzas de policía. Y la Iglesia católica…”
Naturalmente es ficción, pero el parecido con la realidad de lo que ocurre en América Latina debe motivar reflexiones serias, porque somos parte de la seguridad nacional de Estados Unidos, y es en ese contexto que las diversas agencias de su gobierno se las ingenian para intervenir en el futuro de México y de los mexicanos, por lo que hemos de meditar acerca de la necesidad de que “Nacho” Coronel no fuese extraditado, y el secuestro de Diego Fernández de Cevallos, quien es conocedor de las razones que motivaron acciones definitivas del gobierno mexicano, al menos desde 1988, año en que calló el sistema.
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