Violenta recepción a Blake

Miguel Ángel Granados Chapa

A Caso por que poseen mejor información que el presidente de la república respecto de las aptitudes de Francisco Blake Mora para encarar a la violencia organizada, las bandas que la practican impunemente le dieron una violenta recepción: en Ciudad Juárez, Monterrey, Torreón, Cuernavaca y de nuevo la capital de Nuevo León, en los cinco días en que el político bajacaliforniano ha sido secretario de Gobernación, se produjeron cerca de medio centenar de asesinatos, varios de ellos por el estallido de un coche-bomba en Juárez. Es posible que Calderón, al presentar al cuarto huésped del palacio de Covián en lo que va de su sexenio haya puesto el acento en las capacidades de Blake Mora en materia de seguridad, para distraer la atención pública respecto del desastre electoral del PAN en Baja California. Allí, los panistas y los ciudadanos en general supieron con estupor del premio presidencial a quien se juzga uno de los dos, si no el principal, artífices de la derrota de Acción Nacional, un acontecimiento de tal profundidad que significó un retroceso de dos décadas, a los años ochenta cuando el PRI dominaba por entero la vida pública en esa entidad.

Si su operación política fue un fracaso, tampoco es verdad que haya sido el pacificador de aquel estado. Si bien la inseguridad disminuyó notablemente, ello se debió en los años recientes más a la intervención directa del Ejército que a las autoridades estatales o municipales. Se recuerda todavía la áspera y puntual carta que el general Sergio Aponte Polito dirigió al procurador Rommel Moreño sobre la inseguridad pública. El polémico general, que ahora preside el supremo tribunal militar generó una corriente de comunicación con los habitantes de Baja California, mediante un lema que aludía a la inacción de la autoridad civil: ¡Llame, nosotros sí vamos". Luego de que Aponte Polito fue separado de su cargo a instancias del gobernador Osuna Millán, una actitud semejante a la suya ha sido asumida por su sucesor al frente de la II región militar, general Rubén Venzor Arellano y por el comandante de la II zona militar, general Alfredo Duarte Malpica.

Además de este factor principal en el combate a la inseguridad pública, Adela Navarro, directora del semanario Zeta explicó el viernes pasado en esa publicación que, si bien cesó casi por completo el enfrentamiento de bandas en el estado, porque los Arellano Félix consolidaron su dominio en Tijuana, mientras que Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, controla el mercado en Mexicali, no han disminuido sino al contrario los asesinatos en la vía pública en Baja California: fueron 285 en el primer semestre de 2008; 479 en igual periodo del año pasado, y 530 hasta junio de este 2010. Narra la valiente periodista el fracaso de la única operación en materia de seguridad pública a cargo de Blake Mora. Debido a su enfrentamiento con el procurador de justicia en el estado, el secretario de gobierno contrató por su cuenta a Iván Ortega Colmenares, El comandante Simón, jefe policiaco sinaloense que ganó reputación en su lucha contra el secuestro en el sexenio de Juan S. Millán. Pero también ganó mala fama por actos de corrupción que al ser conocidos en Baja California obligaron a Blake Mora a prescindir de los servicios de aquel investigador que realizaba pesquisas al margen de las ministeriales.

Con razón las bandas delincuenciales de todo el país no se arredraron por el nombramiento de Blake Mora, que se encargará de coordinar las labores de seguridad pública federal a despecho de la falta de atribuciones de su ministerio en la materia. Si bien la justificada desconfianza del Congreso a Genaro García Luna condujo a desplazarlo de la presidencia del Consejo Nacional de Seguridad Pública, es el propio Presidente de la república quien ahora lo encabeza y quizá por la vía de delegar facultades al secretario de Gobernación se busca hacerlo el zar del combate a la delincuencia. Pero eso parece no perturbar a las bandas de la delincuencia organizada.

Más allá de sus antecedentes, los primeros lances de Blake Mora lo pintan ya de cuerpo entero. Frente a la terrible violencia de estos días, no ha tenido más que estériles palabras de condena y la repetición de los chocantes lugares comunes según los cuales "no se bajará la guardia", "iremos hasta las últimas consecuencias", etc. Frente al atroz crimen de 18 personas en Torreón, y ante el pedido del Gobierno de Coahuila sólo tuvo una respuesta burocrática. En vez de apersonarse en La Laguna para condolerse con los deudos de su grave pérdida y allí acordar con el Gobierno Estatal la intervención inmediata de la PGR (sin que ello suponga ilegal interferencia en el fuero común, por la evidencia de que se trata de una matanza que lleva el sello de la delincuencia organizada), Blake Mora contestó mediante oficio que habrá mayor presencia de la Policía Federal en cuando el gobernador Moreira la demande.

La falta de memoria general -según la cual el jueves pasado estalló en Juárez el primer coche-bomba de nuestra historia, sin recordar que en Culiacán el 29 de mayo de 1992, y en Guadalajara el 11 de junio de 1994 hubo explosiones de origen semejante-hace que palidezca la huella de dos matanzas recientes en Torreón, que datan de enero y mayo de este mismo año. Y hace que en general se ignore la agobiante inseguridad que padece Coahuila, entre otros factores por el pleito personal de Moreira y Calderón. El gobernador busca desviar la atención respecto de su incompetencia denunciando la del Presidente.

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