Unas ramas de mezquite

Martha Anaya / Crónica de Política

Iban hacia Veracruz. Nunca llegaron. Sólo sobrevivieron las dos niñas más pequeñas abrazadas a las ramas de un mezquite.

Era una familia tamaulipeca completa: el papá, la mamá y cuatro hijos: tres mujercitas –de 9, 10 y 15 años—y un muchachito de 13.

Vivían en Río Bravo e iban a Veracruz a visitar familiares cuando los atrapó la tormenta, Alex, en pleno camino. La noche del lunes pasado, al llegar al kilómetro 55 de la carretera que va de Ciudad Victoria a Matamoros, los Gaona Treviño se toparon con el cierre del camino por la crecida del río Pilón.

El padre de familia, Juan de Dios Gaona Cruz, conducía una camioneta. Intentó cruzar el río pero la corriente los atrapó y los arrastró.

¿Qué fue lo que ocurrió en esos momentos de angustia? Poco se sabe todavía. Sólo nos narran los corresponsales desde Tamaulipas que Lizbeth y Leslie viajan en la parte trasera del vehículo cuando el río se los tragó:

“El agua se llevó la camioneta y mi papá nos acomodó en el árbol –contó Lizbeth, la niña de 10 años–. Fue a ayudar a mi mamá y a mis hermanos, pero ya no regresó”.

Ahí se quedaron, abrazadas a un árbol durante tres días. Soportando el hambre, la sed, los piquetes de zancudos. Y, sobre todo, el miedo. El miedo al no ver aparecer a su papá, a su mamá, a sus hermanos.

Lizbethe abrazaba a su hermanita por la noche para que durmiera. Durante el día gritaba y gritaba para que su padre la escuchara, mientras veía el agua del río Pilón que seguía corriendo y, a la par, las lágrimas corrían por su rostro.

Sus gritos fueron escuchados al tercer día, a la media mañana del viernes pasado, por unos pescadores del poblado de El Barretal. Fueron hasta ellas y las recogieron. Las llevaron a la presidencia municipal –donde fueron llevadas al médico, pues se encontraban deshidratas y anémicas– y las autoridades comenzaron la búsqueda de sus familiares.

El desbordamiento del río Pilón dejó formada una laguna. Ahí se hallaron los cuerpos de los padres y hermanos de aquellas niñas que lograron sobrevivir abrazadas al mezquite.

Falta aún por aparecer otra de sus hermanas: Vanessa, de 15 años.

Cuando leí esta historia pensé –una vez más—en lo vulnerables que somos ante la naturaleza y se me vino una imagen a la mente: se me figuró que nuestro país, México, estaba hoy en día así: abrazado a unas ramas de mezquite.

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