Álvaro Cepeda Neri
No han dejado los panistas de viejo cuño y los neopanistas, desde que su representante, a muy duras penas tomó posesión del cargo presidencial (con la ayuda del PRI al que ha estado traicionando al pagarle su ayuda con sus constantes ataques al Revolucionario Institucional), de cometer actos tan impolíticos que los han estado desnudando y mostrando que no tienen madera para la cosa pública. Si el foxismo decepcionó, el calderonismo es el fracaso total desde su función federal y la que desempeñan los dos o tres des-gobernadores azules y los otros tantos presidentes municipales. Incluso los diputados federales y senadores panistas se la han pasado desgarrándose las vestiduras sin lograr participar con iniciativas para el buen gobierno.
Y como esos panistas tienen todo en contra, no encuentran cómo escapar a las críticas y descalificaciones por su hasta ahora insuficiente eficacia en el combate a las delincuencias, sobre todo con sus enfrentamientos con los sicarios del narcotráfico. Estos siguen, al parecer, intocables y dispuestos a desafiar a las fuerzas armadas y policiacas, pues no obstante, los homicidios y decomisos, los cárteles mantienen una presencia del todo o nada contra el gobierno calderonista. Y frente a los excesos militares: niños y adultos, ciudadanos de ambos sexos víctimas de la violencia contra los cuales la Comisión Nacional de Derechos Humanos y las 33 semejantes comisiones, han salido a defender sus casos con recomendaciones a la secretaría de la Defensa Nacional y a la secretaría de Seguridad Federal, para imputarles responsabilidades.
Pero, Calderón y su vocero Gómez-Mont, molestos por esos señalamientos, han salido a tratar de refutar y hasta insultar a esas Comisiones, tachándolas de “tontos inútiles”, porque supuestamente con sus recomendaciones le hacen favores a los delincuentes. Empero, los calderonistas son los tontos inútiles, ya que, además de idiotas (y los sinónimos abundan: imbéciles, mentecatos, necios, majaderos, etc.), se comportan como enemigos de la democracia y tan autoritarios que nada les importa que sus soldados y policías pisoteen los derechos humanos de inocentes.
Quieren esos tontos ser útiles a los abusos y que la violencia gubernamental, que sigue empeñada en su guerra contra el narcotráfico, también asesine impunemente a mexicanos, como parte de los “daños colaterales” de los que habla Calderón. Es decir, estos tontos inútiles, desde sus cargos como funcionarios, se quieren pasar de tontos creyendo que es inútil que las instituciones defiendan los derechos humanos de las víctimas que nada tienen que ver en la sangrienta lucha antinarco.
Ignoran los calderonistas que en una democracia es más que útil señalar los límites a las acciones y omisiones gubernamentales, y que solamente los tontos útiles pueden insultar y amenazar, como lo ha hecho Gómez-Mont en una actitud que huele a algo más que autoritarismo. Y que es el golpismo contra la Constitución.
No han dejado los panistas de viejo cuño y los neopanistas, desde que su representante, a muy duras penas tomó posesión del cargo presidencial (con la ayuda del PRI al que ha estado traicionando al pagarle su ayuda con sus constantes ataques al Revolucionario Institucional), de cometer actos tan impolíticos que los han estado desnudando y mostrando que no tienen madera para la cosa pública. Si el foxismo decepcionó, el calderonismo es el fracaso total desde su función federal y la que desempeñan los dos o tres des-gobernadores azules y los otros tantos presidentes municipales. Incluso los diputados federales y senadores panistas se la han pasado desgarrándose las vestiduras sin lograr participar con iniciativas para el buen gobierno.
Y como esos panistas tienen todo en contra, no encuentran cómo escapar a las críticas y descalificaciones por su hasta ahora insuficiente eficacia en el combate a las delincuencias, sobre todo con sus enfrentamientos con los sicarios del narcotráfico. Estos siguen, al parecer, intocables y dispuestos a desafiar a las fuerzas armadas y policiacas, pues no obstante, los homicidios y decomisos, los cárteles mantienen una presencia del todo o nada contra el gobierno calderonista. Y frente a los excesos militares: niños y adultos, ciudadanos de ambos sexos víctimas de la violencia contra los cuales la Comisión Nacional de Derechos Humanos y las 33 semejantes comisiones, han salido a defender sus casos con recomendaciones a la secretaría de la Defensa Nacional y a la secretaría de Seguridad Federal, para imputarles responsabilidades.
Pero, Calderón y su vocero Gómez-Mont, molestos por esos señalamientos, han salido a tratar de refutar y hasta insultar a esas Comisiones, tachándolas de “tontos inútiles”, porque supuestamente con sus recomendaciones le hacen favores a los delincuentes. Empero, los calderonistas son los tontos inútiles, ya que, además de idiotas (y los sinónimos abundan: imbéciles, mentecatos, necios, majaderos, etc.), se comportan como enemigos de la democracia y tan autoritarios que nada les importa que sus soldados y policías pisoteen los derechos humanos de inocentes.
Quieren esos tontos ser útiles a los abusos y que la violencia gubernamental, que sigue empeñada en su guerra contra el narcotráfico, también asesine impunemente a mexicanos, como parte de los “daños colaterales” de los que habla Calderón. Es decir, estos tontos inútiles, desde sus cargos como funcionarios, se quieren pasar de tontos creyendo que es inútil que las instituciones defiendan los derechos humanos de las víctimas que nada tienen que ver en la sangrienta lucha antinarco.
Ignoran los calderonistas que en una democracia es más que útil señalar los límites a las acciones y omisiones gubernamentales, y que solamente los tontos útiles pueden insultar y amenazar, como lo ha hecho Gómez-Mont en una actitud que huele a algo más que autoritarismo. Y que es el golpismo contra la Constitución.
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