Gregorio Ortega Molina / La Costumbre Del Poder
Orondos han de estar los gobernantes de México que oficiaron durante los últimos ocho lustros al menos, pues han hecho de esta nación una del Primer Mundo, ámbito en el que destaca señaladamente en obesidad, secuestros, robo con violencia. No hay enjundia para el fútbol, porque el modelo educativo y el sistema político se encargan de empequeñecer la voluntad del mexicano; no se quiere que destaque, se necesita de su sumisión para continuar ordeñando las riquezas de la patria y todo siga igual, como lo dicta el gatopardismo; para lo demás, para ganarse la vida como se pueda, buena parte de la sociedad se pinta sola.
Información de Excélsior nos participa que este aterido país ocupa el primer lugar del mundo en robos con violencia. Para documentar nuestro optimismo y fomentar el orgullo nacional, nos cuentan que de acuerdo al estudio realizado por el Grupo Multisistemas de Seguridad Industrial, para eso de los robos violentos nuestros delincuentes son más avezados que los polacos y los estonios, porque acá, para nuestra satisfacción, en 67.7 por ciento de los casos se usa arma de fuego para amagar, someter y humillar a quien de todas formas será despojado de sus pertenencias.
No es todo, Alejandro Desfassiaux, presidente de la empresa realizadora de la investigación, en un esfuerzo por calentar el entusiasmo de los delincuentes, indica que dicho trabajo está centrado en México, donde el 26.1 por ciento de los robos cometidos entre diciembre de 2005 y 30 de junio de 2010 corresponde a comercios, el 15 por ciento a vehículos, el 14.1 por ciento a domicilios y el 13.8 por ciento a transeúntes.
No debe extrañarnos entonces lo publicado por María de las Heras en El País del martes último, donde el editor define el ambiente político autóctono con la siguiente secundaria: “El ambiente de polarización en México escala sin freno después de las elecciones regionales y con una criminalidad avasallante”; lo que es un eficiente preámbulo a las conclusiones de la autora del texto:
“El problema no es menor: el 78 por ciento piensa que al presidente Calderón el asunto del narcotráfico se le ha ido de las manos, y la opinión pública se inclina a pensar que el motivo tras su convocatoria a las fuerzas políticas para discutir su estrategia es tratar de esquivar críticas y reclamos, pero que en el fondo el mandatario no tiene la menor intención de cambiar nada.
“En México el miedo le está ganando la carrera a la esperanza. Aun cuando Calderón consiguiera reunir a todas las fuerzas políticas en torno a una nueva estrategia contra la delincuencia, la mayoría opina que el ambiente seguirá igual o peor que hasta ahora, por lo menos hasta que Calderón deje la presidencia, en 2012.”
Conclusión aberrante, por decir lo menos, porque poner en juego la paz social y someterla al tiempo que queda para que se cumpla el mandato constitucional, significa que el modelo político dejó de funcionar y que los poderes Legislativo y Judicial carecen de la fuerza, el peso, la imaginación y la unidad suficientes para corregir las consecuencias, destrozos y saldos de las políticas públicas del actual sexenio; también que todos los esfuerzos realizados para construir la transición y no nada más dejarla en alternancia, fueron un fiasco porque la voluntad de cambiar debió someterse a los intereses de los poderes fácticos, por un lado, y a las necesidades del libre comercio y la globalización, por el otro.
Pero los mexicanos parecen estar llamados a no desfallecer, a mostrar el esfuerzo por obtener la copa mundial de lo que sea, pues en robo con violencia, secuestro y obesidad no hay quien desplace lo que han hecho de México sus habitantes, claro, siempre guiados por los gurús políticos y sociales que han gobernado con absoluta pulcritud y siempre velando por los intereses de la patria.
Por eso, y de acuerdo al ranking elaborado por la Fundación para la Paz, “en los últimos tres años, México ha caído 11 posiciones en el escalafón mundial de Estados Fallidos. En 2008 -que evaluó 2007-, el país se ubicaba en la posición 105, con una calificación de 72.2; en el listado del 2009 bajó siete lugares, hasta el sitio 98, con una calificación de 75.4, y en el año en curso descendió dos más, para situarse en el lugar 96 con una calificación de 76.1. Todos estos movimientos se ubican en la categoría ‘tres límite’, denominada 'en la frontera hacia un Estado Fallido'.
No deben, entonces, desesperar. Ellos mismos y sus gobernantes hacen todo lo posible para traspasar esa frontera; para muestra sólo es necesario recordar la ejecución de Rodolfo Torre, sumadas a otros cientos o miles de ejecuciones, y la manera en que se decidió el voto en las últimas elecciones, donde se muestra que lo que parece estar en juego es una ingeniería social inspirada en el peor de los estalinismos.
Pero, dicen los optimistas, todo está bien, no pasa nada, la patria va por buen camino.
Orondos han de estar los gobernantes de México que oficiaron durante los últimos ocho lustros al menos, pues han hecho de esta nación una del Primer Mundo, ámbito en el que destaca señaladamente en obesidad, secuestros, robo con violencia. No hay enjundia para el fútbol, porque el modelo educativo y el sistema político se encargan de empequeñecer la voluntad del mexicano; no se quiere que destaque, se necesita de su sumisión para continuar ordeñando las riquezas de la patria y todo siga igual, como lo dicta el gatopardismo; para lo demás, para ganarse la vida como se pueda, buena parte de la sociedad se pinta sola.
Información de Excélsior nos participa que este aterido país ocupa el primer lugar del mundo en robos con violencia. Para documentar nuestro optimismo y fomentar el orgullo nacional, nos cuentan que de acuerdo al estudio realizado por el Grupo Multisistemas de Seguridad Industrial, para eso de los robos violentos nuestros delincuentes son más avezados que los polacos y los estonios, porque acá, para nuestra satisfacción, en 67.7 por ciento de los casos se usa arma de fuego para amagar, someter y humillar a quien de todas formas será despojado de sus pertenencias.
No es todo, Alejandro Desfassiaux, presidente de la empresa realizadora de la investigación, en un esfuerzo por calentar el entusiasmo de los delincuentes, indica que dicho trabajo está centrado en México, donde el 26.1 por ciento de los robos cometidos entre diciembre de 2005 y 30 de junio de 2010 corresponde a comercios, el 15 por ciento a vehículos, el 14.1 por ciento a domicilios y el 13.8 por ciento a transeúntes.
No debe extrañarnos entonces lo publicado por María de las Heras en El País del martes último, donde el editor define el ambiente político autóctono con la siguiente secundaria: “El ambiente de polarización en México escala sin freno después de las elecciones regionales y con una criminalidad avasallante”; lo que es un eficiente preámbulo a las conclusiones de la autora del texto:
“El problema no es menor: el 78 por ciento piensa que al presidente Calderón el asunto del narcotráfico se le ha ido de las manos, y la opinión pública se inclina a pensar que el motivo tras su convocatoria a las fuerzas políticas para discutir su estrategia es tratar de esquivar críticas y reclamos, pero que en el fondo el mandatario no tiene la menor intención de cambiar nada.
“En México el miedo le está ganando la carrera a la esperanza. Aun cuando Calderón consiguiera reunir a todas las fuerzas políticas en torno a una nueva estrategia contra la delincuencia, la mayoría opina que el ambiente seguirá igual o peor que hasta ahora, por lo menos hasta que Calderón deje la presidencia, en 2012.”
Conclusión aberrante, por decir lo menos, porque poner en juego la paz social y someterla al tiempo que queda para que se cumpla el mandato constitucional, significa que el modelo político dejó de funcionar y que los poderes Legislativo y Judicial carecen de la fuerza, el peso, la imaginación y la unidad suficientes para corregir las consecuencias, destrozos y saldos de las políticas públicas del actual sexenio; también que todos los esfuerzos realizados para construir la transición y no nada más dejarla en alternancia, fueron un fiasco porque la voluntad de cambiar debió someterse a los intereses de los poderes fácticos, por un lado, y a las necesidades del libre comercio y la globalización, por el otro.
Pero los mexicanos parecen estar llamados a no desfallecer, a mostrar el esfuerzo por obtener la copa mundial de lo que sea, pues en robo con violencia, secuestro y obesidad no hay quien desplace lo que han hecho de México sus habitantes, claro, siempre guiados por los gurús políticos y sociales que han gobernado con absoluta pulcritud y siempre velando por los intereses de la patria.
Por eso, y de acuerdo al ranking elaborado por la Fundación para la Paz, “en los últimos tres años, México ha caído 11 posiciones en el escalafón mundial de Estados Fallidos. En 2008 -que evaluó 2007-, el país se ubicaba en la posición 105, con una calificación de 72.2; en el listado del 2009 bajó siete lugares, hasta el sitio 98, con una calificación de 75.4, y en el año en curso descendió dos más, para situarse en el lugar 96 con una calificación de 76.1. Todos estos movimientos se ubican en la categoría ‘tres límite’, denominada 'en la frontera hacia un Estado Fallido'.
No deben, entonces, desesperar. Ellos mismos y sus gobernantes hacen todo lo posible para traspasar esa frontera; para muestra sólo es necesario recordar la ejecución de Rodolfo Torre, sumadas a otros cientos o miles de ejecuciones, y la manera en que se decidió el voto en las últimas elecciones, donde se muestra que lo que parece estar en juego es una ingeniería social inspirada en el peor de los estalinismos.
Pero, dicen los optimistas, todo está bien, no pasa nada, la patria va por buen camino.
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