Secuestro de lo político

Astillero / Julio Hernández López

- Recordatorio criminal


Los dominicales arranques amorosos de tempranas campañas presidenciales se toparon de inmediato con un expediente criminal denso que desplazó del escenario mediático lo político y lo electoral para recordar que el curso de este México Rojo está regido por los poderes delincuenciales desbordados (oficiales y extraoficiales) y que en el tramo final del calderonismo se buscará asociar oposición con "subversión" y disidencia con "guerrilla" para justificar una vuelta más en la tuerca de la represión institucionalizada en busca de continuidad en el poder al costo que sea.

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Extraños giros mediáticos actualizaron el caso Diego Fernández de Cevallos y continuaron el proceso de señalización criminal hacia presuntas organizaciones guerrilleras que estarían detrás del viscoso secuestro al que ciertos segmentos sociales consideran más propio de pleitos de élite e incluso de familias políticas en el poder, o de ajustes de cuentas e intercambios de rehenes entre las vertientes del narcotráfico, que de genuina búsqueda de beneficio económico simple para empresarios del plagio. De pronto, un día después del banderazo de salida que a sí mismo se dio López Obrador entre emisiones moralinas y románticas, apareció toda una campaña de prensa en forma (foto, carta y boletín de prensa) para fijar la vista del respetable público en los entretelones de lo criminal.

El armado del nuevo paquete mediático con cargo a Fernández de Cevallos no resiste un análisis ligero. Los pliegues del plástico sobre el que aparece Diego, supuestamente el 10 de junio, son muy similares a los mostrados en la primera fotografía (del pasado 20 de mayo), y aún cuando son diferentes la colocación del pañuelo sobre los ojos, el ángulo facial del retratado y la distancia fotográfica, la moderna tecnología básica autoriza a preguntarse con sensatez si esta "nueva" imagen no fue tomada el mismo día en que se ejecutó la difundida el pasado 20 de mayo y ahora solamente fue actualizada mediante trucos elementales al incorporarle un ejemplar del 23 de mayo de la revista Proceso. Tomada la primera fotografía (la del 20 de mayo) con un celular barato y baja resolución, la de ahora es de peor calidad, como si en las deficiencias del tramado se buscara disimular el uso de programas de alteración gráfica.

Llaman la atención, además, las presuntas intenciones publicitarias de secuestradores que buscarían presionar a los familiares del retenido mediante difusión y escándalo mediáticos y no en el plano doloroso de las demostraciones privadas del daño causado a la víctima. Un saldo de la escaramuza informativa de ayer es la etiquetación negativa de la familia Fernández de Cevallos, algunos de cuyos principales miembros habrían sido exhibidos ya como presuntos responsables predeterminados de desenlaces fatales por no atender con diligencia y ánimo resolutivo las exigencias económicas, siempre dispuestas a la negociación, al entendimiento, de los peculiares captores. La insinuación de actitudes mezquinas o poco resolutivas del ámbito familiar dieguista estaría eximiendo de culpas a otros factores sospechosos.

En términos cronológicos tampoco hay condiciones para asegurar que texto e imágenes son "prueba de vida" del excandidato presidencial panista. Si la segunda fotografía no hubiera sido tomada en el mismo momento que la difundida el pasado 20 de mayo, y en realidad correspondiera al 10 de junio, habrían pasado más de 45 días de que el litigante queretano reportaba condiciones díficiles de sobrevivencia: paga "lo más rápido que puedas", pues "no puedo describir el infierno que vivo y no sé cuánto aguante más", habría escrito Diego a uno de sus hijos un mes y medio atrás. Pero el asunto fue actualizado mediante una especie de boletín informativo en el que los "misteriosos secuestradores" niegan o precisan detalles publicados sobre presuntas negociaciones para pago del rescate, hacen algunas consideraciones presuntamente humorísticas ("el archiduque de Escobedo") y advierten que el detenido está haciendo confidencias personales y políticas.

Sin embargo, la reaparición del tema Diego fue ampliamente difundida, al grado de relegar asuntos como la asamblea dominical del principal opositor mexicano que decidió iniciar campaña presidencial con polémica anticipación. La primavera anímica de quienes apoyan esa opción electoral se encontró de pronto con la sombría acechanza de los sótanos manipulables a tal grado de alcanzar incluso a personajes políticos de primer nivel. Con el agregado peligroso de la tentación creciente de vincular la inconformidad con lo criminal, de hacer que emerja con oportuna fuerza el fantasma de las guerrillas y las organizaciones "subversivas" (varias de ellas infiltradas y manipuladas por el propio gobierno federal) que con acciones reprobables ayuden a a subir de nivel la ya existente guerra sucia.

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